La relación de Deep Purple con Madrid, como en su día la de Lou Reed, ha estado a menudo condicionada por las ausencias, los imperativos y las incidencias inesperadas, por lo que el público de la capital tiene un cierto déficit histórico de las leyendas y siempre quiere más y mejor. Las cinco mil personas presentes en el Parque Enrique Tierno Galván acudieron en religiosa ceremonia a sabiendas de que el show podía ser corto (una hora y media bien justita), que estaría poblado de solos instrumentales (brillantes pero redundantes) y que parte del repertorio podía no interesarles (sus últimas canciones y las de su próximo álbum “=1”).

La primera vez que Purple iba a actuar en Madrid hubo palos policiales en las cercanías del estadio Rayo Vallecano, cuando la ausencia de redes sociales e información inmediata hizo que mucha audiencia se acercara sin saber que la cita se había suspendido. Era 1985, la banda presentaba ‘Perfect Strangers’ y la voz de Ian Gillan no estaba en las condiciones adecuadas para cantar, por lo que esta primera gira por España canceló también su otra fecha en Barcelona. El concierto se celebró dos semanas después en el mismo y futbolero recinto y en él se produjo la famosa “espantada” del guitarrista Ritchie Blackmore antes de que la actuación finalizara. Otra en la frente que muchos aún recuerdan…

Tres años después los Purple anunciaron un doble cartel compartido junto a Manzano, que habría de convertir el Auditorio de la Casa de Campo o la Plaza de Toros de las Ventas (hubo entradas con ambas localizaciones) en una gran fiesta de lo que décadas después se conocería como Classic Rock. Este “visto y no visto” quedó para el museo de los grandes eventos que no fueron. Otra decepción para la “fanaticada” local, que por fortuna con los años pudo resarcirse de la repetida carencia de los maestros.

Por cosas así hay que saber interpretar la cierta decepción que algunos medios madrileños han transmitido respecto a este concierto del ALMA Festival, dado que el público del Foro quiere ver a los Purple en su desempeño más clásico, a ser posible congelados en 1971… o en su defecto actuando veinte minutos más para disfrutar de dos o tres clásicos más. Y desde luego, no tocar ‘Perfect strangers’ en Madrid es como que Saxon no hagan lo propio con ‘Crusader’, otra de las referencias de nuestra cultura del Hard Rock generacional y del Foro.

La realidad es que frente a nosotros se encontraban tres leyendas que bien podría estar jugando al golf en la Costa del Sol o participando en las actividades de algunas de esas concejalías de envejecimiento activo que tanto abundan en los pueblos españoles. Referirse a la edad de Ian Gillan, el bajista Roger Glover, el batería Ian Paice y el teclista Don Airey es una perogrullada, pero hay que hacerlo para valorar su esfuerzo por seguir ofreciendo buena música histórica en este primer cuarto del siglo XXI. Contra el edadismo, Rock and Roll y complicidad.

Que el repertorio comience con ‘Highway Star’, incluya ‘Into the fire’, ‘Lazy’, ‘Anya’, ‘Space truckin’’, ‘Hard lovin’ man’ (por primera vez en un repertorio desde hace ocho años) y termine con la fiesta de ‘Hush’ y ‘Black night’ es justo lo que su colectivo de fans quiere y esperar ver y escuchar. ‘Smoke on the water’ sonó como un tiro de bien y nos recordó que una de las primeras piedras del edificio del Rock Duro la pusieron ellos y ahí sigue, en una eterna capsula del tiempo.

El nuevo guitarrista Simon McBride tiene un oficio innegable y tira del carro con eficacia probada, como bien demostró en dos de las composiciones que por primera vez ofrecieron en vivo: ‘A bit on the side’ y ‘Bleeding obvious’, pertenecientes a su próximo trabajo junto a la también interpretada ‘Portable door’-. Otras títulos “recientes” fueron ‘Uncommon man’ -de ‘Now What?’ (2013)- y ‘No need to shout’, de su disco ‘Whoosh!’ editado en el año de la pandemia. Al incluirlas entre sus grandes clásicos, la intensidad y el interés bajaron unos cuantos puntos. Y aunque hay mucho aficionado/a que sigue puntualmente la carrera actual de los británicos, esta equiparación de la novedad frente a los clásicos bajo la intensidad de una noche de lujo al aire libre de Madrid. A medio o ¾ de gas, pero el coche sigue funcionando. ITV superada.

Leo Cebrián Sanz