El cómic chino, que no japonés, hizo hace algunos años un curioso acercamiento al mundo del Hard Rock y el Heavy Metal con un par de volúmenes gráficos que llegaron a ser editados en España. “Melodía del Infierno” era obra de un ignoto autor llamado Lu Ming, al que por primera vez se publicaba en Europa. Decía así su breve biografía: “De formación clásica (es ante todo un pintor), Lu Ming se desenvuelve en todas las técnicas del dibujo. Da su toque particular a fondos y personajes, creando así historias muy oscuras. Al mismo tiempo es también músico de Hard Rock, y naturalmente ha elegido mezclar sus dos pasiones en esta historia”.

La primera parte de “Melodía del Infierno” se titulaba “El guitarrista líder” y partía de la siguiente premisa argumental: “Entonces…, ¿a dónde van los suicidas? A la “Pradera del Paraíso”, lugar intemporal donde los que se lo merecen pueden esperar una reencarnación. Pero allí algunos se encuentran a gusto, como unos miembros de un grupo de Heavy Metal, a los cuales sólo les falta una guitarra solista para pasarlo en grande. Y para encontrarlo, están dispuestos a todo, incluso a volver a la tierra a buscarlo. Y empujarte al suicidio… Utilizando todos los medios que sean necesarios…”.

Al reclamo publicitario de “¡Una aventura en dos tomos con buena música de fondo!”, la editorial vasca Icelands invitaba a disfrutar de la continuación y desenlace de esta fantasía de tintes épicos y existenciales. La fantasía y la ensoñación daban un toque muy original a estos seis primeros capítulos, en los que además de los músicos protagonistas también había sitio para un joven guitarrista que tocaba en la calle a cambio de unas monedas, otro de Blues que evocaba claramente a B.B. King, un póster de Beethoven… ¡y hasta un cameo del monstruo de Frankenstein! Un apéndice con iustraciones a modo de boceto u obra independiente completaba la visión del artista Lu Ming como creador singular dentro del llamado “octavo arte”.

Un mes después se publicaba “Reencarnación”, la conclusión de esta historia inicial de unas 140 páginas a tamaño cuartilla, que en 2006 sorprendió a quienes aman el Metal y cualquier cómic que aporte algo a su particular universo estético y conceptual.

Leo Cebrián Sanz