En 1990, la banda Bathory daba un salto importante en su proyección internacional con la edición de ‘Hammerheart’, el disco publicado por Noise International que parte de la crítica considera el inicio del Viking Metal. Esta obra volvía a evidenciar el carácter visionario del líder del grupo, Quorthon, quien ya había definido las bases del Black Metal con sus cuatro discos anteriores -el homónimo de 1984, ‘The Return’ (1985), ‘Under the Sign of the Black Mark’ (1987) y ‘Bood Fire Death’ (1988)-.

La compañía que distribuyó el vinilo en España fue la independiente DRO, que durante un tiempo se encargó del catálogo de Noise. Su equipo hizo lo propio con las visitas promocionales de varios de los artistas punteros del sello -como Kreator, Sepultura o Tankard-. Su trabajo consistía en organizar en Madrid para todos ellos la ronda de entrevistas promocionales con los medios especializados de la capital.

Leo Cebrián Sanz, quien por entonces era corresponsal ocasional de la revista barcelonesa ‘Metalik.O’, tuvo la oportunidad de ser uno de los periodistas que entrevistó a Quorthon en las oficinas de DRO. El mismo día que el compañero Antonio Pardo, de la revista ‘Heavy Rock’, interrogó al músico sueco, nuestro colaborador aprovechó que el suyo era el último compromiso promocional del día para realizar una sesión fotográfica de exteriores que ahora vuelve a ver la luz de forma parcial.

Quorthon y Cebrián pasearon por los alrededores del Barrio de la Concepción hasta agotar el carrete de fotos del que habrían de salir las imágenes que publicó ‘MetaliK.O’, la histórica cabecera que dirigió con mano maestra el periodista musical Ramón Porta. En aquella improvisada excursión por las calles y parques adyacentes Tomas Forsberg ‘Quorthon’ se mostró de lo más afable y predispuesto a posar, tal y como lo hizo junto a un Seat 600 con un adhesivo de Suecia o frente a la pintada de una cruz invertida que alguien había pintado en el muro de un colegio cercano. Cuando la chavalería del centro escolar vio el aspecto del músico -pantalón de cuero, cinturón de balas y camiseta sin mangas-, su recreo se revolucionó ante la presencia de un personaje al que lógicamente suponían “famoso” o relevante.

Cinco copias en papel de aquellos originales se enviaron a la redacción en Barcelona y varias de ellas se publicaron en blanco y negro. Nada menos que treinta y cinco años después, aquellas imágenes lucen ahora con su color original tras un azaroso hallazgo en los archivos de Leo Cebrián. ¿Qué pasó con los negativos y el resto de las fotos? Pues lo crean o no, el redactor de ‘MetaliK.O’ cometió el error de enviar todo el material a una fanática de Legion y Bathory que residía en las Islas Canarias. Como se pueden imaginar, la ‘blacker’ en cuestión quedó encantada con el regalo, que fue el generoso fruto de una amistad por correspondencia que nunca fraguó en una llamada o visita personal. Con el tiempo el contacto se perdió… y hasta hoy.

Por aquel entonces la figura de Quorthon ya era prestigiosa, pero no había adquirido esa aura de leyenda que el paso del tiempo le ha conferido. Su fallecimiento en 2004 convirtió al ideólogo de Bathory en un absoluto mito, lo que dio una relevancia especial a cualquier material relacionado con su escasa visibilidad en los medios de prensa. Parte del valor de estas fotografías reside en la escasez de imágenes de esta naturaleza que puedan testimoniar la vida pública del mito, dado que el músico era un hombre reservado y poco amigo de las exhibiciones públicas.

Aquel día Cebrián y José Antonio Gómez -el encargado de agasajar a la delegación internacional, además de músico de Aviador DRO y el gran valedor en la compañía de bandas de Rock español como Extremoduro, Platero y Tú o M-Clan- tuvieron la oportunidad de compartir mesa y mantel en un restaurante cercano con Quorthon y su manager, un tipo francés muy simpático, que grabó en vídeo algunos fragmentos de las entrevistas realizadas esa mañana. El hombre que dio vida a Bathory era vegetariano, una circunstancia poco habitual en aquella época, y en el trato más cercano resultaba extraordinariamente educado y cortés. Manejaba un inglés casi nativo y sus modos eran los propios de una persona culta y algo tímida, pero afable y con un sereno sentido del humor.

Tras el descubrimiento de estas joyas documentales, el periodista español sigue buceando en su biblioteca personal para dar con las cartas que le comunicaron con la “heredera” de aquellos negativos. La exclusiva mundial de este material merece el esfuerzo de tratar de localizar a la afortunada poseedora del resto de la sesión fotográfica. Ojalá estos empeños prosperen y la comunidad internacional de fans de Bathory pueda disfrutar y compartir con ella una galería de imágenes de tan incuestionable interés. Gracias a ellas podríamos conocer algo más de este malogrado genio, fallecido a la temprana edad de 38 años, cuya misteriosa personalidad sigue fascinando a propios y ajenos al Metal Extremo.