El pasado lunes 2 de julio se celebró en Madrid el concierto de Vonda Shepard, una excelente compositora estadounidense que demostró con su presencia que durante estos días hay alternativas muy válidas a la invasiva presencia de los festivales y ciclos veraniegos en la capital, llámense Noches del Botánico o Mad Cool. El Teatro Rialto congregó a un público de mediana edad, muy marcado por su condición de espectadores de la serie que hizo popular a la artista a finales de los años 90 y el comienzo del nuevo siglo.

‘Ally McBeal’ era el nombre de la imaginaria protagonista de la serie, una mujer independiente y de éxito profesional, cuyos sentimientos y dilemas existenciales tenían su correlato en las canciones interpretadas por Vonda Shepard para la banda sonora. Sostener una carrera con semejante peso mediático descolocó a la vocalista en su momento, pero las cosas parecen haber encontrado su punto de equilibrio y hoy los recitales de la cantante-pianista mantienen un perfecto equilibrio entre su éxito popular y un planteamiento mucho más íntimo y personal.

Vonda apareció en escena con un vestuario informal -casi diríamos que demasiado (vaqueros y una blusa ancha que le dejaba sus hombros al descubierto)-, pero una actitud muy empática con el público. Se expresó cuanto pudo en castellano y conjuró con su simpatía unos primeros momentos de titubeantes problemas con los micrófonos de sus músicos. Sus compañeros fueron un bajista (Jim Hanson) y un guitarra de excelente solvencia profesional (James Ralston), a los que avalaban su respectiva experiencia en directo junto a Bruce Springsteen y Tina Turner, durante nada menos que 22 años. No fue un concierto de solos, evidentemente, pero el hierático Ralston demostró un gusto exquisito con su instrumento, sonando muy Eric Clapton por momentos. Ya en el cuarto tema se sumó un batería de entrada y salida ocasional según lo requería la intensidad concreta del repertorio.

Composiciones preciosistas como ‘The wildest times of the world’ o ‘I just don’t get it’ o su rendición al Soul con ‘Turn it up’ marcaron la primera parte del show, que fue cobrando fuerza a medida que Vonda se convertía en una suerte de Billy Joel al piano, instrumento del que no se separó en la mayor parte de la noche. Algunos de los significativos nombres que citó Vonda durante varios de sus parlamentos fueron los de Al Jarreau o James Taylor, lo que indica bien entre qué influencias podríamos colocar sus discos.

Con la bella ‘Maryland’ animó a los presentes a corear su pegadizo «la, la, la», mientras les preparaba para el plato fuerte de la noche. ‘Searching my soul’ o las versiones de ‘Tell him’, ‘I only want to be with you’ o ‘Hooked on a feeling’, originales de Sonny and Cher, Dusty Springfield y B.J. Thomas, respectivamente, la animaron a coger una pandereta y bailar frente a un público que literalmente se vino arriba durante la media docena final de canciones. Había llegado la hora del tributo a ‘Ally McBeal’ y hasta las adictas al móvil que tenía al lado dejaron su tecnodependencia para corear las únicas canciones que conocían.

 

Como regalo para sus fans españoles -que evidentemente los tiene si comprobamos las cinco fechas de su gira española-, Vonda interpretó una letra en castellano. Todo un detalle con la parroquia local, que al cabo de unos minutos hacía cola en el vestíbulo para adquirir sus últimas grabaciones y llevarse un recuerdo fotográfico con esta todoterreno de la canción popular norteamericana.

Cabe destacar también que justo antes de la aparición de la protagonista de la noche, y sin anuncio previo que lo advirtiera, la española Virginia Maestro introdujo el espectáculo con un breve repertorio de cuatro temas: el bolero «Mira que eres linda», de Antonio Machín, una bella «Del sur» y dos canciones más en inglés.

Leo Cebrián Sanz