por Jon Marin
(Viene de https://losmejoresrock.com/con-skid-row-en-un-mcdonalds-de-paris/)
Otros viajeros, en otra zona, a orillas del río, tuvieron más suerte: Se toparon con Mötley Crüe, gastaron el rollo fotográfico y hasta les dio tiempo a revelarlo. Por la noche, en el bus, nos mostraron con orgullo las instantáneas.
La tarde la perdimos porque Javi se empeñó en comprar un puto souvenir en todo lo alto de la Torre Eiffel cuando, ¡joder!, los vendían prácticamente iguales al pie de ella. Mientras, Eduardo Delgado se afanaba en comprar un bocadillo para esconder la cámara y poder pasarla al concierto. Iba a publicar la crónica en Heavy Rock pero esta vez no le habían conseguido acreditación. ¡No entiendo!
Le Zénith es uno de los mejores sitios donde he presenciado un concierto en toda mi vida. Semicircular y con las gradas muy en picado, aunque estuvieses muy arriba, tenías la sensación de estar encima del grupo. Antes de ocupar nuestros sitios pasamos por el puesto de venta de merchan y me hice con un pañuelo precioso de Mötley Crüe y una camiseta de los teloneros, pero no la que yo quería: la que rezaba “big guns” con una tetona portando dos pistolas. Todos los españoles debían haber arrasado con ellas de tal forma que los dependientes, con acento francés-argelino, gritaban.
-¡Ya no tetas, no tetas!
A diferencia de cuando estuvimos en el festival de Milton Keynes, ya nos habíamos estudiado el primer disco de Skid Row, que interpretaron completo. Fue un show loco, el mejor de cuantos les he visto. Durante los primeros temas el sonido era muy bajo, raro, algo fallaba, pero cuando aquello se solucionó, el recinto explotó. Sebastian Bach casi se mata al salir a escena de la locura que llevaba dentro. La banda se dejó toda la rabia sobre las tablas.
Después de cuatro discos y sus consecuentes giras, por fin disfrutaría en directo de mi grupo favorito en directo. ¡París bien vale una misa! porque, de esperar su visita a España, ¡hubiese tenido que aguardar dieciséis años más! Los Crüe partieron con «Kickstart my heart» y, además de hacernos arrancar el corazón, comenzaron a destrozarnos el cuerpo con «Red hot», «Piece of your action», «Live wire» (mi canción), otra, otra… hasta llegar al tema de las lesbianas –»Same ol’ situation»- y «Slice of your pie» para desembocar en un solo de guitarra de Mick Mars, al que se le veía estático, como siempre, pero no tan hecho polvo como en las últimas giras. Llegaba el momento fuerte de la noche: el solo de batería de Tommy Lee con su batería y asiento giratorios. A través de su micrófono bien ajustado a la cabeza daba órdenes:
-Quiero ir hacia a la izquierda, ahora a la derecha, adelante…
Y la maquinaria se movía con la bestia encima aporreando de manera increíble.
-Vueltas hacia delante…
Aquello era una mezcla de noria y montaña rusa. No se escuchaba, aparte de los tambores, bombos, timbales, etc., ni una mosca. Si la había, se iba a meter en la boca de cualquiera, todos la teníamos abierta. Pero cuando la batería, a la par que Tommy, comenzó a girar hacia atrás se escuchó como un chasquido, le siguió un ensordecedor pitido y el gran mecanismo se paró. Nadie sabía por qué. Vince Neil salió a entretenernos con una confusa charla y quedó demostrado que no es un gran cerebro comunicador. Al rato, la cosa no se arreglaba, él no sabía ya qué decir y abandonó el escenario. Tommy lo sustituyó al frente del público con un tanga como única prenda. Hizo todo tipo de tonterías para que no desesperásemos con la espera, nos enseñó el culo… Ya se escuchaban silbidos… Sin cortase un pelo hizo lo único que le quedaba, el último recurso. Sí, se sacó la polla ante la algarabía general. Lo siento, Pamela Anderson, nosotros la vimos antes que tú. El resto del set fue genial, la banda nos apabulló, entusiasmó, pero todo queda en anécdota tras lo de Lee.
Salíamos tan contentos por lo visto –el concierto, amigos, el concierto- como cabreados porque el jefe de la expedición nos había robado el París la nuit prometido. Todos a bordo, que nos volvemos a Madrid. ¿Sí?, pues ahora te jodes, y lo sentimos por el resto del pasaje, nosotros tenemos que ir al hotel a recoger nuestros bolsos. ¡Eso te pasa por vender humo! Casi dos horas tuvo que esperarnos el autobús hasta arrancar.
-¡Cabrón, tú sí has conseguido la camiseta de las tetas!