El pasado viernes tuvimos la oportunidad de visitar Fitur, una de las ferias de la industria turística más grandes que se realizan en el mundo. Esta masiva reunión de los profesionales del sector se celebró en varios de los pabellones de Ifema situados en el Parque Juan Carlos I de Madrid desde el miércoles al domingo de la pasada semana. Nuestro interés por asistir a una de las jornadas profesionales radicaba en saber si esta edición volvía a alojar en una de sus esquinas comerciales un espacio concreto dedicado al sector de los festivales y la música en vivo.

Por desgracia, aquel experimento de 2018 en el que por ejemplo la empresa RocknRock montó un stand del Rock Fest barcelonés ha quedado ya en el olvido, siendo únicamente el expositor dedicado a la ciudad burgalesa de Aranda de Duero el que ha sabido rentabilizar la celebración de un macroevento cultural como su Sonorama Ribera. Además de una deliciosa degustación de morcilla de la provincia, el Ayuntamiento de la localidad dignificó la música en directo en Fitur gracias a las actuaciones de dos de los artistas participantes en el festival: Gara Durán y Andreew.

Gara Durán nació dos días antes que mi hija, así que solo por eso ya me tiene ganado para la causa. Su causa es la de un Pop de base electrónica y composiciones propias, que tienen como hilo común la introspección y una lírica muy íntima y personal. Aunque lo que más se le ha escuchado es un tema de fusión con la música urbana, nosotros nos quedamos con lo que vimos en Fitur, una interpretación sentida y sensible de una pianista capaz de abstraerse de todo el ruido y bullicio que tenía alrededor.

En cuanto a Andreew, lo primero que nos sorprendió fue encontrarnos con él apenas dos días después de su asistencia a la presentación de la Academia de la Música. Este don de la ubicuidad constata su interés por dejarse ver y promover su carrera a fuerza de “pico y pala”, tal y como nos confesó que había logrado sus pequeñas metas. Una de ellas -y de pequeña tiene poco- ha sido su fichaje por Warner, compañía que ha sabido valorar su mezcla de Jazz latino, Rhythm ‘n Blues y Pop de calidad en castellano. El venezolano lleva cinco años en Madrid y ha demostrado que la música latina puede ser salvada con talentos como el suyo, que tan pronto evoca a Bruno Mars como recuerda a Prince -inevitable relacionarle con el genio de Minneapolis aunque sólo sea por su aspecto físico-.   

Leo Cebrián Sanz