MÄGO DE OZ + SARATOGA
CIUDAD: Madrid
LUGAR: Plaza Monumental de Las Ventas
FECHA: 2 julio 2004
PUNTUACIÓN: /+/+/+/+/ /
Magnífica noche de cuernos en el coso taurino por excelencia. A pesar del calor extremo que el sol derrochaba sobre la ciudad, eran muchos los que a media tarde esperaban impacientes la aparición en escena de Saratoga, grupo encargado de calentar (aún más) a la cosa. «Con mano izquierda», «San Telmo», «Las puertas del cielo» y «Maldito corazón» van sucediéndose, cada vez con mejor sonido y con un público más numeroso que se contagia de buen rollo gracias a las permanentes sonrisas exhibidas por los cuatro músicos, que disfrutaron como elfos. Sí, sí, como elfos. Y es que en un momento dado, Leo decidió dividir al público en dos grupos, elfos y orcos, con el propósito de hacerle cantar en tonos agudos o graves, en función de si se encontraban en la parte izquierda o en la derecha del recinto. La cosa quedó simpática gracias a la insistencia del vocalista y a la predisposición del público, que gritó hasta desgañitarse. Y para terminar, «Vientos de guerra», con todo patas arriba y la plaza a tope. Alrededor de 15.000 personas esperaban ya la salida de Mägo de Oz, plato fuerte de la noche.
Varias generaciones de rockeros reunidas en torno al grupo que ha tenido la fortuna de dar en el clavo al aglutinar buenos temas, potencia, pegadizas y fiesteras melodías, comercialidad y todos los clichés del Heavy más clásico. Con una puesta en escena que simulaba un barco pirata y que casi se vertía sobre las primeras filas, la jugada era perfecta y no podía salir mal. El mal sonido inicial mejora con rapidez y tienen lugar las típicas escenas de los conciertos de este grupo: saltos, minis por los aires, caras de entrega y emoción en los más jovenzuelos y caras nostálgicas en los más creciditos, siempre cerveza en mano. «Fiesta Pagana», «El que quiera entender que entienda», «Jesús de Chamberí» y «Molinos de viento» son suficientes razones para que Mago de Oz estén en su posición actual. El despliegue visual se acompañó también con la presencia de invitados de la talla de Walter Giardino, Jorge Salán, Joaquín Arellano y Sherpa (otro guiño para los nostálgicos). La recta final del concierto concentró gran cantidad de discursos de los miembros del grupo, con Jose y Txus a la cabeza, emocionados y sinceros, agradeciendo al público su apoyo durante los últimos años.
Entre unas cosas y otras, al final fueron tres horas de actuación, que concluyeron con las luces encendidas a eso de las 2.20h de la madrugada, el Metro cerrado, autobuses llenos, colapso de taxis… menos mal que hace una noche fantástica para caminar… y parar en algún buen bar a refrescarse.
David Gallardo
SCORPIONS /+/+/+/+/ /
TWISTED SISTER /+/+/+/ / /
CIUDAD: Atarfe (Granada)
LUGAR: Polideportivo Municipal
FECHA: 24 julio 2004
Difícil lo tuvieron Dee Snider y sus compinches. Fue uno de estos casos en los que uno no sabe si culpar a la organización, al ‘manager’ de Scorpions o a los propios músicos alemanes (bastante creíble dirigirlo a estos últimos), dadas las continuas puyas que dejaba caer el ‘frontman’ de Twisted Sister referentes a los cabezas de cartel. Impagable fue el momento en que ridiculizó la estatura de Klaus Meine. Fue vergonzoso el trato que recibieron los neoyorquinos. Como si fueran unos teloneros de tres al cuarto, se les obligó a empezar antes de lo previsto con la mayoría del público fuera del recinto que, debido a lo bajísimo del sonido, no se percataba de que ya estaban actuando. Soportaron la humillación de no poder poner su logotipo en el escenario, tocando con el telón de Scorpions al fondo y la batería de éstos presidiendo sobre las tablas. Pero los responsables de estas faenas no sabían con quién estaban tratando.
Unos tipos de la calle como Twisted Sister llevan muchos años peleando como para dejarse intimidar por nada y, obviamente, todas estas adversidades hicieron que la banda se creciera, pusiera toda la carne en el asador y canalizase la mala leche en salir a matar al escenario, algo a lo que ayudó el calor de los ‘fans’ que fueron incorporándose al concierto, animando más al combo y convirtiendo un descalabro en toda una fiesta. Le pusieron más pelotas, corazón y actitud que en La Riviera (Madrid), y esto ya es decir mucho. Hay que señalar el ‘detallazo’ cachondo de Snider de cantar el “huevos con aceite” al final de “We’re not gonna take it”.
Luego saldrían Scorpions notándose el cambio de sonido descaradamente y, sí, hicieron un show perfecto, sonaron grandes canciones, son muy profesionales y tienen escuela de sobra; vamos, que van a tiro fácil. Pero si los Sister hubieran jugado en igualdad de condiciones, con todo lo buenos que son los teutones, Dee Snider y los suyos se los hubieran comido con patatas. De hecho, para unos cuantos (también para mí) lo hicieron.
Antonio Sánchez
Cantando el “Iguana Rock”, el “cuando vamos a parar… ¡ya!”, dándonos José de Yaxtabién clases de canto a un Euro (otra cosa, lo que sea, cuesta tres pavos), tras leer un artículo del periodista Manuel Alcántara titulado “De un momento Al Otro Lado”, con un bello conjunto a manchas bien repartidas por camisa y pantalón gracias a la caída del cubata de la tarde, me encuentro en una cola descomunal en la que parece no servir la pulsera de prensa (“es míaaaa”). Twisted Sister comienza a tocar, lo oigo, me pongo nervioso. Decido rodear todo el campo de fútbol, alguna entrada VIP habrá, tengo ‘la pulsera’. Nada, no sirve de nada. No hay cosa que más joda a un periodista que se le niegue lo que a otro se le concede.
En definitiva, no veo casi medio concierto de los ‘pintados’, y quién sabe si hubiese sido mejor perdérselo entero. El telón de Scorpions preside, el sonido es pésimo y bajo… y Twisted Sister no es una banda que destaque por sus tecnicismos, lo que necesita es volumen, fiesta y buen rollo. Pero no lo hubo, así que me moría de vergüenza ajena viendo a lo que parecía una banda de barrio luchando contra los elementos. Sólo destacó el esfuerzo de Snider, que tuvo que dar prioridad a sus dotes de locutor y hombre del mundo del espectáculo para que aquello no se fuese a pique. Conste que, junto a los cabreados fanáticos de Sister, disfruté gritando aquello de “We’re not…”, “I wanna Rock” y tantas otras que ya conocéis.
Estamos de feria en Atarfe, los jóvenes matrimonios, tras cenar, salen con sus retoños: Una vuelta en los caballitos, tres ‘balinazos’ al puto palillo que nunca se cae, un algodón de azúcar y “¿por qué no entramos a ver a los de las baladas? Total, ayer vimos a Chiquito contando chistes.” Ambiente extraño, público dispar y Scorpions, indemnes a los insultos de los Sister, salen a dar un show muy bueno: profesional, maduro y estudiado para no aburrir. Las posturas y movimientos sobre el escenario, aunque ensayados, me siguen agradando. Lo nuevo, que, por cierto, es fantástico, al principio: “New generation” y “Love ‘em or leave ‘em”. Luego intercalan clásicos con novedades: “The zoo”, “Deep and dark”, “Coast to coast”… Los imprescindibles: “Bad boys…”, “Big city nights”, “Blackout”. Para el final -raro, raro, raro- lo lento que les ha hecho millonarios: “Still loving you”, “Winds of change” y “When the smoke is going down”. Y ‘la’ Mary le dice a Pepe: “¡Hala, a casita que el niño se ha dormido! Menos mal que me he traído la silla; si no, me da la noche.”
Jon Marin
THE DARKNESS
CIUDAD: Madrid
LUGAR: La Riviera
FECHA: 14 julio 2004
PUNTUACIÓN: /+/+/+/+/ /
Con la sala a la mitad del aforo -el precio de la entrada no ayudaba demasiado-, la nueva sensación del Rock duro salía a escena. Tras una alocada muestra de guitarreo, comienza el grupo a descargar los temas de su primer disco, todo un pelotazo en las listas de medio mundo. El guitarra Dan, ataviado con su mítica camiseta de Thin Lizzy –que, por cierto, debían de quitársela con espátula a estas alturas, si es que no es un tatuaje- empezaba con los primeros acordes de la ‘acdciana’ «Black shuck», acompañada de un eficaz juego de pirotecnia. Estamos ante una banda de auténtico Hard Rock y, parodie o no el estilo, suena de maravilla. Toda una demostración de ‘riffs’ que ya suenan míticos, poses de estrellas del Rock ‘setenteras’ y mucho espectáculo.
La voz de Justin Hawkins sonó en todo momento tan irritable como en el disco, pero también se comportó como uno de los mejores ‘showman’ que se han visto desde hace mucho tiempo, una autentica reencarnación de David Lee Roth, si cabe con aun más gracia; sin parar de moverse, se cambió de atuendo al menos tres veces y, cogido entre varios brazos, tocaba la guitarra entre el público emulando a un cachondo Angus Young. Todo un personaje. El momento más coreado llegó con su tema estrella “I believe in a thing called love”, aunque el que mejor les quedó fue “Get your hands off my woman”, sí, la del impresionante estribillo que dice: “Quita las manos de mi piba, hijo de…” y en cuyo final el decorado se iluminó con un esplendoroso “fuck” -Bueno, todas las letras no cabían-. «Fryday night» o «Love on the rocks with no ice», dos de las últimas, hicieron al publico moverse a ritmo de guitarreos y bailes. Toda la sala ya estaba llena del sudor y los gritos que sólo el Rock And Roll más puro y duro puede crear. Tras la hora y cuarto del concierto no pude sino mostrar una sonrisa por lo vivido. Muy buena onda y muy buen directo.
Jorge Grande
DIO
CIUDAD: Madrid
LUGAR: Macumba
FECHA: 23 julio 2004
PUNTUACIÓN: /+/+/+/+/ /
Una vez más, quedó claro que el paso de los años no influyen en Ronnie James Dio. Demostró durante las dos horas que duró el concierto que está en plena forma y que sus canciones llegan a todo el público. Por circunstancias técnicas, la actuación de Lujuria se suspendió a última hora (el grupo Feinstein también se cayó del cartel). No faltaron los clásicos que caen en todos los conciertos del artista, como por ejemplo: “Stand up and shout”, “Holy diver”, “Rainbow in the dark”, “Rock’n’Roll children”… Tampoco “Long live R’N’R” (con el que el público enloqueció) y “Man on the silver mountain” de su época en Rainbow. Hubo dos ‘bises’, la gente no quería que se acabara el concierto, queríamos más, y tocaron “Rainbow in the dark”, “The last in line” y “We rock”. Un directo muy bueno y muy personal; DIO da su propia versión de las canciones; de hecho, a veces es difícil seguirle si estás cantando a la vez porque él las lleva a su manera. El único aspecto negativo fue el intenso calor que se concentró en la sala, pero, bueno, mereció la pena sudar a borbotones si había que ver a este gran artista que sigue ‘rockeando’.
Maribel Pérez
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