Hace muchos, muchos años, un grupo de bandas marbellíes acudió a la sala Rock Club de Madrid al reclamo de una gala organizada por su Ayuntamiento. La intención era que, si la montaña no iba a Mahoma, ellos irían a la montaña de los promotores y discográficas de Madrid. Alguno de estos grupos fichó por una compañía independiente, pero el que mejor suerte tuvo fue El Alma.

En cualquier caso, antes de alcanzar la consideración de cuarteto con disco se tuvieron que trabajar un crédito bancario para poder salir adelante en la jungla de la industria y publicar una primera producción independiente: “Tierra Caliente”, editada por La Moraga Records en 1989. La aún poderosa Hispavox reparó en ellos, ya que andaba buscando un producto mitad comercial-mitad rockero. No andaban desencaminados, pero la apuesta no funcionó. Lástima que no fuera eso lo que el público reclamaba tras el éxito de algunos de los grandes grupos vendedores de la época, como Aerosmith, Bon Jovi o Gun. El Alma caminaban por la senda de La Dama Se Esconde o incluso de unos Héroes del Silencio en pleno inicio de su proceso de endurecimiento.

Los malagueños trabajaron intensamente hasta lograr su propio sello artístico. La banda se configuraba como trasunto hispano o remedo malagueño de The Cult, tratando de pergeñar suave un Hard-Rock con toques americanos, con cierta clase y muy elaborado. La cuidada imagen “vaquera” de su debut resultaba muy significativa. Sin embargo, el público más cerril les comenzó a tener manía, denunciando su carácter «pijo-heavy» y condenándoles al ostracismo por blandos y guaperas. Ciertamente, su origen carecía de tradición dura (la luego votante ciudad de Gil y Gil), pero en las distancias cortas su actitud callaba todas las bocas y prejuicios. Eduardo Cholvis (Guayo) -voz, guitarra acústica y coros-, J. F. Picón -bajo y coros-, Antonio Pantoja -coros y guitarras acústica y eléctrica- y Diego Ramírez -batería y coros- fueron quienes en 1991 dieron vida a “Animal”.

Los andaluces telonearon a Barricada en su multitudinario lleno en Las Ventas, cuando los músicos navarros rozaban el cielo del aprecio del público y la consideración de la crítica. La oportunidad no fue suficiente para auparles a la primera división, dado que la audiencia potencial de aquella noche no era ni mucho menos la que podría haber valorado mejor sus talentos.

Tuvieron que luchar contra los prejuicios de parte del público, al que no convencía ni la cuidada imagen “vaquera” de su debut ni la sinceridad de su propuesta. Sin embargo, El Alma llevaba ya varios años luchando contra los imponderables económicos (se endeudaron para sacar adelante una primera producción independiente) y geográficos (presentándose en Madrid junto a muchas otras bandas de su ciudad para llamar a las mismísimas puertas de la industria).

El Alma vivió un 2.0 en 2011, coincidiendo con su 25 aniversario, esta vez en clave de Blues Rock con mayor madurez y profundidad en las letras. Sus componentes en el nuevo siglo fueron Denyse Sánchez (voz), Diego Ramírez (batería) y los resistentes Antonio y Javier. Ese mismo año tocaron en el Funny Beach de su ciudad natal junto a  La Leshe que Mamate, otro nombre legendario en la música joven de la localidad. Desde 2017 el nombre de la formación cambió a Pantano, y como tal permanece en activo.

Leo Cebrián Sanz