La enorme influencia de Barón Rojo entre la escena más dura del Rock nacional fue tan poderosa que para muchos jóvenes músicos significó LA referencia a seguir, por encima de otras bandas internacionales de Heavy Metal como Iron Maiden o Judas Priest. La aparición de Goliath resultó sintomática, aunque en este caso la vinculación con los Barones fuera algo más que directa.

Los fundadores de este combo capitalino fueron el guitarrista Javier Ponce y el bajista Ángel Arias, quienes prepararon una banda para participar en el concurso de rock Villa de Madrid de 1981. Al final no lo consiguieron, aunque la entrada de Luis Pulido como cantante les dio empaque suficiente para dar nombre al proyecto: Oro Negro. La formación sólo se estabilizó con la llegada de dos instrumentistas del grupo Yerba: el batería Alberto Hernando y el teclista José A. Barta, quien ya había pasado por el estudio para la grabación del único LP de Orquídea.

Barta figuraba oficialmente en la formación como encargado del órgano Hammond y los sintetizadores polifónicos, pese a que su intervención en el único disco de Goliath se limitó al tema que lo cerraba, la balada «Música». El teclista colaboraba en paralelo con Topo y Tritón, pero optó por comprometerse con Goliath para reforzar más el sonido del sexteto. El puesto de segundo guitarrista no tenía titular fijo. En un momento dado pasó a manos de Johan, al que luego encontraremos en Cráneo, pero fue otro Orquídea, Enrique Bertrán De Lis, quien finalmente tomó esa responsabilidad. 

Javier Ponce trabajaba a la par como roadie del cuarteto de los hermanos De Castro y de hecho no fue el único músico de los Goliath que ejerció esa función. Fue precisamente Carlos quien primero les grabó una maqueta, más tarde facilitó su fichaje por Zafiro y por último culminó su tutela produciendo su único vinilo. Luis Pulido tenía una voz muy parecida a la de su mentor y asesorando en el tema «guitarras» y «baterías» estaban Armando De Castro y Hermes Calabria. Por si fuera poco, Goliath fueron teloneros habituales de los madrileños. Esta relación tan estrecha les supuso tener que soportar cierto sambenito de grupo clónico y excesivamente a la sombra de sus “mayores”.

Goliath fue la primera experiencia seria de algunos músicos que luego darían mucho que hablar. Aquel homónimo disco publicado por Chapa-Zafiro en 1985 estaba sembrado de buenas semillas. En general se trató de un buen debut, que fogueó a varios instrumentistas de cara a un futuro de mayores responsabilidades, como Bertrán de Lis y su futura condición de guitarrista de Ñu. Carlos de Castro también se entrenó a gusto frente a la mesa, antes de asumir el reto de Niagara.

Temas como «La fuerza del Rock», «Reaccionar» y en menor medida «Drácula» tenían su encanto y fueron de esas canciones que escuchabas en muchas emisoras libres y nunca terminabas de ubicar, aunque siempre las recordases con agrado. “Música” tenía además un potente aire a los Angeles del Infierno de «Diabolicca». Revisando los créditos, eran los tiempos en que no había disco de banda del centro que no se acordase de Luis Carlos Buraya, un excelente periodista musical de destino ignorado. Desde aquí nuestro recuerdo para el maestro del periodismo musical.

Volviendo a la historia de la banda, su mayor dimensión la adquirieron al telonear a Tritón, Santa y Barón Rojo durante un multitudinario concierto gratuito celebrado en el  Paseo de Camoens madrileño ante 200.000 personas, con motivo de las Fiestas de San Isidro de 1985.

La juventud de los seis integrantes de Goliath estaba llamada a recoger el testigo más inquieto de sus maestros. Sin embargo, la incipiente crisis de Chapa Discos no les ofreció una segunda oportunidad. El declive de la disquera repercutió de hecho en la práctica ausencia de promoción del disco. La evidente falta de una personalidad que les diferenciase y una foto de contraportada aterradora y de estética «sado-maso barato» les dieron cristiana sepultura. Pulido, Bertrán de Lis y Hernando abandonaron la nave por distintos motivos al escaso año del estreno comercial del grupo.

Sus compañeros no perdieron el tiempo, ya que poco después entraron a formar parte de Júpiter, una banda con una imagen y orientación musical muy distinta de la que habían defendido con Goliath. Pasaron así de un “Heavy Metal clásico a una onda mucho más melódica y comercial. Todos los Goliath menos Bertrán habían hecho coros en los estudios Sonoland y sabían armonizar bien sus voces.

Leo Cebrián Sanz