“Poder Interior Nunca Abandona”. Este fue el mantra con el que Carlos Pina desveló para el público presente el significado de esas siglas que coinciden con su apellido. Se trataba de la primera vez que concurría a un escenario con su actual banda y había que dejarlo claro para la audiencia que llenó la sala Hora Límite, en Fuenlabrada.

Los ocho temas de su debut “en solitario” estaban listas para llegar a nuestros oídos. El estreno era pues absoluto y había que dar el protagonismo debido a composiciones como las extensas “Planeta (azul) políticos” o “Amar después de amar”, de sendas desafiantes duraciones: 07’38” y 08’23”, respectivamente. Dos de ellas ya las conocíamos desde 2017: “Inmortal” -ahora “Ella inmortal”- y “Dame color”, que formaron parte de aquel CD-single inicial. Otros títulos que también sonaron fueron “Tren de la suerte”, la pausada “Corazón de hierro y fuego”, “Madrid te quiero, Madrid desde luego” y esa acertadísima versión de Coz que es “Versos ocultos”.

Quienes esperaban una versión alternativa al concierto de Pánzer celebrado hace unos meses en la madrileña sala Caracol se encontraron con otra cosa, no por ello menos interesante y comprometida por parte del vocalista. La ya habitual eficacia vocal de Carlos Pina estuvo refrendada por los cuatro músicos de su grupo: el obligado (y siempre bienvenido) Miguel Ángel López Escámez “El Cachorro” a la guitarra, Dani Moreno a la otra guitarra, Jesús “Xuso” a la batería y ese bajista llamado Álex ‘Tormentor’ que tanto parece haber impactado a quienes no sabían de su talento con las cuatro cuerdas.

La euforia vivida en este pequeño local del sur de la Comunidad de Madrid se plasmó en un constante apoyo coral a la voz de clásicos como la inicial “Perro viejo”, “Dios del Rock”, “Danza de la muerte”, la balada “Junto a ti”, “Toca madera” y el bis de “Fuego prohibido”. Carlos las introduce en unas adaptaciones alternativas que a muchos resultan insuficientes y algo desconcertantes -a veces casi interludios recitados-, pero sacian el hambre de esos himnos absolutos con los que educamos nuestra alma rockera. Como la noche era de fiesta, no nos extrañó nada que terminaran subiéndose a compartir el micrófono tanto Miguel Oñate (“Junto a ti”) como Juan Olmos («Toca madera»).

Carlos Pina se dio un baño de amor a su alrededor, ya que hubo muchos caras conocidas y veteranas entre el público, amén de un buen número de activos compradores del material que se vendía en su puesto de mercadería. Vimos incluso que alguien le regaló una tarta con la portada del disco. Con semejantes fans, no nos extraña que el vocalista anduviera casi a ciegas saludando a diestro y siniestro en una especie de besamanos permanente y del que nos imaginamos que llegaría  a casa en una nube de cariño y apoyo a su trabajo.

Leo Cebrián Sanz