El día comenzó con una sorprendente reseña en el diario “El País”, que se hacía eco de la hazaña que suponía para un grupo que interpreta en valenciano la conquista de todo un Wizink Center. En el texto se hacía referencia a Obrint Pas y La Gossa Sorda, grupo que por cierto sonó junto a La Raíz en la previa de este baño de masas para el fenómeno sociológico que representa Zoo.

Minutos antes del concierto tuvimos la oportunidad de comprobar lo heterogéneo del interés que despierta el antiguo dúo y hoy ya banda en toda regla. En la “zona mixta” vimos entrevistas al periodista Jordi Évole, la siempre transversal Rozalén y hasta un Íñigo Errejón que prefiere a Zoo antes que a Los Chicos del Maíz, uno de los grupos favoritos de su antiguo amigo Pablo Iglesias. Con todo, Toni Mejías de LCDM intervino en la compartida ‘Imperfeccions’ con motivo de esta fiesta total de la música del País Valencià más combativa e incómoda para el poder -el de derechas, claro-.

La gesta de reunir a miles de personas -entre siete y ocho mil se especulaba- en uno de los graderíos y la pista del antiguo Palacio de los Deportes fue un golpe en la mesa del cantante Panxo y el guitarrista Arnau, las dos caras más visibles de la formación. El vocalista salió a escena con una casaca oscura a modo de vestuario de gala para la cita, pero en cuanto se la quitó reinó la alegría y el color de esta avalancha mediterránea de alegría y diversión. 

Un pequeño documental de cinco minutos recordando algunos de los momentos de los Zoo más íntimos dio paso a la sorpresa de encontrarnos a una extensa cuadrilla de guitarra, bajo, batería, teclado, sección de vientos con una trompeta, dos trombones y un saxofón… y hasta dos coristas con unas divertidas coletas que tuvieron bastante protagonismo a lo largo de la noche. Panxo habló de lo mucho que les apetecía “jugar” con esta nueva cara de su música, más abierta a la falta de prejuicios y la experimentación. Y como repetía el programa de televisión “La bola de cristal, “sólo no puedes; con amigos, sí””.  

Proyecciones y animaciones al fondo del escenario entretuvieron la noche a quienes no hablamos valenciano, que no obstante disfrutamos a conciencia con el flow y el “rollo” que transmiten temas como ‘Cap per avall’ o el “subidón, subidón” electrónico de “Faena”. De ahí a la apoteosis de la emocionante ‘Correfoc’ o las populares ‘Estiu’ o “Tobogán” todo fue un continuo vaivén de subidas y bajadas, momentos eufóricos y otros más calmados.

Las ocasionales bengalas y torres y alzadas a hombros desconcertaron a la torpe seguridad del Wizink, empeñada en perseguir a los infractores de tan “grave” muestra de entusiasmo. Ni siquiera su absurdo celo perturbó la entrega de una audiencia rendida a los de Gandía, que bailaron sobre el escenario, hicieron sus coreografías y mandaron recados varios a sus enemigos del sistema. La carga política fue moderada, aun cuando en un momento concreto se recordó a los raperos presos por sus letras y se coreó la ironía de su ‘Panya’.

En definitiva, una noche redonda que entra en la historia de las músicas expresadas en otros idiomas oficiales del Estado. Por simbolismo y poderío, esta Festa Major puede equipararse perfectamente a la vivida por los vascos Berri Txarrak en este mismo auditorio en 2019.

Leo Cebrián Sanz


Esta crítica fue inicialmente publicada el pasado 9 de diciembre en la web hermana «El Paparazzi Musical», con fotos exclusivas del evento a cargo de su director, César Lorenzo Pérez.