Nos encontrábamos a días de desplazarnos al festival Viñarock cuando supimos que ese mismo fin de semana tocaba en la madrileña sala Gruta 77 la actual formación de Decibelios, el grupo que introdujo en España el concepto del Oi, estilo que años después comenzó a etiquetarse como Street Punk.
El cuarteto catalán surgió de la nada, puesto que nada tenía que ver con la música que triunfaba en aquel momento. No eran heavies, tampoco punkies y mucho menos guardaban relación alguna con el resto del catálogo de Dro, la compañía vinculada a la movida y el pop español con la que publicaron sus discos. Su imagen rapada de botas militares, vaqueros con bajo vuelto y tirantes causaba un profundo impacto, puesto que los skin-heads eran minoritarios, ya fuera desde un lado del espectro político como desde el otro.
La politización de los radicales futboleros hizo mucho daño a una banda excelente, que a día de hoy resulta fundamental para entender ese fenómeno masivo protagonizado por nuevos luchadores callejeros como Non Servium o Kaos Urbano. Lo cierto es que la misma libertad con la que Decibelios expresó todas sus frustraciones y alegrías en los años 80 les sirvió para regresar en 2014.
Los actuales Decibelios han ido reduciendo su equipo titular a la única presencia del capitán Fray, su vocalista, que pese a su aspecto de saludable juventud roza ya los sesenta años. El carismático cantante sigue el pie del cañón de la rebeldía y la denuncia, en un caso apasionante de resistencia a la apatía y el olvido.
Durante años Fray ha sido objeto de debate… que si había sido esto, que si había sido lo otro… Mucho tiempo perdido en elucubrar sobre un personaje que en el fondo se nos escapa, y al que ante todo habría que valorar por su obra. Y su obra y la de sus compañeros son algunos de los vinilos más intensos y llenos de furia y sentido del humor que poblaron los estantes de las tiendas de discos durante su primer ciclo 1982-1989.
La grabación en CD y DVD en vivo «¡A por ellos!» (Malicia Records, 2014) certificaba el retorno a los escenarios de un nombre de leyenda para cientos de skins del otro lado del charco. Ellos sí han sabido valorar la trayectoria de un combo que está pidiendo a gritos un documental que explique sus luces y sombras. En su día Decibelios prefirieron tocar de forma selectiva antes que venderse a la maquinaria de la industria de los directos, por lo que resulta un privilegio contar con su experiencia y aportación en pleno siglo XXI.
Que reflexionen sobre ello quienes tengan la oportunidad de asistir a sus próximas participaciones en festivales. Con La Banda Trapera del Río ya hemos cumplido, pero Decibelios aún se nos resiste. Nos gustaría haber estado en su histórico concierto en la Plaza de Cataluña de Barcelona durante el verano de 1985, cuando el sistema cometió el maravilloso desliz de permitir que Decibelios lanzara sus mensajes insurrectos desde el puro epicentro de la Ciudad Condal. Fue un momento de gloria que no se repitió, pero como se suele decir, «que les quiten lo bailao».
Leo Cebrián Sanz