Seguimos investigando en la historia del Rock Duro y el Heavy Metal español para dar visibilidad a algunas de sus pioneras de los años 80 y 90. Muchas de las mujeres protagonistas de aquellos años fueron cantantes, pero también las hubo que ejercieron como instrumentistas en bandas mayoritariamente masculinas. Una de ellas fue la teclista Marta Vallejo, que curiosamente coincidió en el tiempo -aunque no llegaron a conocerse en persona- con su paisana burgalesa Daría Ras, a la sazón cantante y teclista de Frío.
Para conocer la historia de Nosferatu, nada mejor que recuperar la extensa biografía incluida en el CD «Nunca Nos Rendiremos», que el sello independiente Héroes de Culto publicó en 2018 junto a Metal Letal. Aquella reedición de la cassette del quinteto aparecida en 1996 recuperaba unas canciones sumidas en el olvido, pese a que Nosferatu fue una formación que tuvo una larga trayectoria y un fuerte seguimiento en su zona de influencia.
He aquí la peripecia del grupo, en cuya etapa de más éxito militó Marta Vallejo. Agradecemos al realizador Jonpe Santurtzi su inestimable trabajo en el vídeo inédito que el proyecto «Ellas son eléctricas» ha estrenado en rigurosa exclusiva en su Facebook y YouTube:
«A algunos enamorados de los sonidos duros pero con grandes dosis de alma y corazón, estos arandinos nos volaron literalmente la cabeza con «Nunca Nos Rendiremos». Ha tenido que transcurrir casi un cuarto de siglo para que podamos disfrutar de Nosferatu en soporte digital. Y es que aunque este documento sonoro se grabó a comienzos de 1994, no vio la luz hasta bien entrado el año 96 y lo hizo únicamente en formato k7. Tras tanto tiempo, por fin ha llegado la hora de poner nuestro humilde granito de arena para situar a esta maravillosa banda en el lugar que le corresponde.
Para ponernos en ciertos antecedentes, se hace necesario comentar que la provincia de Burgos ya poseía su buena tradición en lo que a Rock Duro se refiere desde la lejana década de los años 70, y eso a pesar de los mil y un factores en contra tan fácilmente imaginables. No en vano, allí se celebró el tan cacareado festival de 1975 (¿cochambre?…¡no!; sin duda ¡hombrada!) que supuso el pistoletazo de salida a los festivales de grupos “bronca” que darían mucho que hablar en los años venideros. Además, algún «rudo» grupo burgalés como Ciclón pudo ver editado su hoy tan buscado single, al mismo tiempo que se estrenaban bandas como Leño o La Banda Trapera del Río en las grandes capitales. Como sucediese también con otros rockeros burgaleses como Milagro, lo hicieron desde la más absoluta «independencia discográfica», bastante antes por cierto, de que se apuntaran el tanto los grupos «movidosos», «sus profetas» y «sus medios oficialistas». Es incluso de esta histórica e ilustre ciudad de donde provenían varios críticos musicales que tanto daño habrían de hacer a nuestro rollo en los años venideros, pero que por entonces aún sumaban para ésta nuestra «causa Rock».
Por su parte, la Villa de Aranda de Duero tuvo su personalidad rockera propia y, también en aquellos años 70 contó con algún grupo destacado como fue el caso de Heinkel. Esta banda «dio guerra» durante la segunda mitad de aquella década dentro de un rollo sinfónico. Ya con el cambio de década dieron lugar a Urano, efímera formación que pudo ver editado un excelente single en Chapa en 1982. Todo ello, unido a factores como la proximidad de Aranda al Foro o la explosión de grupos de Heavy Rock, supuso un excelente caldo de cultivo para que no tardase en aparecer allí una nueva hornada de bandas muy interesantes.
Así, en aquellos primeros-mediados años 80 surgieron en la localidad grupos como Hiroshima, Metralla o los propios Nosferatu. No es de extrañar que bajo este último nombre surgiesen más bandas «duras» en aquellos años por diferentes rincones de España, como sucedió en Granada o Barcelona. En lo que respecta a nuestros protagonistas, el germen de la banda arandina se comenzó a fraguar a mediados de 1985, aunque no fue hasta 1986 cuando se consolidó una formación inicial.
Sus dos miembros fundadores y que se mantendrían a lo largo de toda la vida del grupo, a saber, el batería Miguel Ángel Martín y el bajista Santiago García, reclutaron a Lorenzo García como guitarrista solista y a José María del Val a la otra guitarra, junto con el vocalista José Miguel Castillo. Así, tras empezar a actuar en directo y componer sus propios temas, la banda comenzó a hacerse notar por su zona de influencia. Ya en agosto de aquel año Nosferatu fueron banda reserva del «Estival ’86», concurso celebrado en la Plaza de Toros de Aranda donde se presentaron sus vecinos Hiroshima o Dragón y Poseidón, ambos de Burgos capital.
No tardaría en entrar en la banda un nuevo vocalista, José Carlos Mayoral, tras la salida de José Castillo. Éste, tras haber militado en Cobra y Nosferatu, se incorporó a mediados de 1987 a los por entonces recién creados Layla, banda rockera que surgía como evolución de Hiroshima. A pesar del cambio, Nosferatu no dejó de actuar, además de presentarse a concursos de Rock de su zona, hasta que en 1988 se produjo un salto cualitativo en la banda con la entrada de otro nuevo cantante, Luis Lozano, quien permanecería en el grupo hasta la grabación de «Nunca Nos Rendiremos» en 1994. Por otra parte, en 1990 se amplió la formación con la entrada de Marta Vallejo como teclista, quien provenía de los ya mencionados y por entonces extintos Hiroshima, lo que daba lugar a la formación más recordada de Nosferatu dentro de su escena local.
Para entonces, el grupo ya contaba con diferentes grabaciones más o menos caseras como una autograbación en cuatro pistas, además de los dos temas que se incluyeron en la k7 correspondiente a la 1ª Muestra Pop-Rock «Villa de Aranda» de 1989 y que se grabaron en los estudios Duplimatic de Madrid por Félix Arribas, el histórico batería de Pekenikes. A todo ello había que sumar la grabación que realizaron justo en aquellos momentos en los Explanada Estudios -también de la capital-, con lo que para 1990 la banda contaba con un buen montón de repertorio propio. Aquel mismo año Nosferatu, junto a Tahúres Zurdos o la nueva banda del ex-Leño Ramiro Penas, Tranquilitos, participaron en el segundo «Merca-Rock», donde ya habían actuado el año anterior en su primera edición acompañando a bandas de la talla de Burning o Tijuana In Blue.
También en 1990 quedaron clasificados en segunda posición dentro del Concurso Ciudad de Burgos. Y es que con esta nueva formación se enriquecía el sonido de los temas antiguos al tiempo que se componían nuevas canciones aún más versátiles. Esto condujo a que al año siguiente se alzasen con el primer premio en el Concurso Pop-Rock celebrado en la sala Pigalle, de Valladolid, y al que se presentaron un total de 24 grupos, al tiempo que realizaron actuaciones de gran envergadura, como fue el concierto celebrado en la Plaza de Toros de Aranda de Duero junto a Tahúres Zurdos o su actuación en la mítica Sala Canciller de Madrid. Esta recordada discoteca venía dando la alternativa a nuevos valores de toda España, como fue su caso, o el de Wictoria de Santander, Templario desde Castellón, etc., etc. Para este concierto en el «Canci» no faltó un autocar repleto de parroquianos dispuestos a arroparles en su visita al Foro.
También en 1991 participaron en la semana cultural de la localidad burgalesa de Milagros, junto a El Club, un nuevo grupo que surgía entonces con ex-componentes de Asfalto u Obús. A lo largo de 1992 siguieron ofreciendo conciertos destacables por diferentes locales de Aranda u otras ciudades como Valladolid, además de actuar junto a Burning -cómo no- en la Plaza de Toros de Aranda. Su versatilidad musical también les llevó a actuar en Ponferrada (León) en 1993 junto al grupo de Folk Nuevo Mester de Juglaría y ofrecer conciertos en diferentes puntos del Camino de Santiago, coincidiendo con el Xacobeo ’93.
Fue en aquellos momentos de progresión artística cuando por fin se decidieron a volver al estudio de grabación y, como en sus comienzos, eligieron ir a Madrid, concretamente a los estudios M-20 relacionados con el sello Avispa y donde había grabado gente tan destacada como Niagara, Muro o Medina Azahara. Allí grabaron durante abril de 1994 y en formato digital, un DAT con los diez temas que habrían de componer su debut, con una calidad musical fuera de toda duda ganada a pulso tras tantos años de patearse los escenarios. Sin embargo, las cosas a veces no suceden como estaban planeadas.
Aquel mismo año sufrieron un nuevo cambio en el puesto de vocalista, con la sustitución de Luis Lozano por Francisco Javier Martín, cantante y también guitarrista, al tiempo que el guitarra José Mª del Val abandonaba también el grupo. A esta situación se unía el maltrecho momento por el que pasaba el Rock Duro a un nivel general, y más aún en una tierra como la burgalesa. Sirvan como ejemplo los de los también arandinos Ayax y Ávalon, bandas duras coetáneas de Nosferatu y que habían compartido grabación con ellos en la 1ª Muestra Pop-Rock «Villa de Aranda de Duero» de 1989. Áyax se habían visto obligados a acudir a uno de los primeros crowdfunding -¿o se dice micromecenazgo?- dentro de nuestra escena, consiguiendo el apoyo de más de 300 colegas que pagaron por adelantado su primer y, a la postre, único trabajo que se editó en 1993.
Ávalon, por su parte, empezaron a grabar su disco de debut en 1993 pero tuvieron que esperar hasta primeros de 1995 para poderlo ver en la calle -disco para el que contaron con una de las primeras producciones del gran guitarrista bilbaíno Carlos Creator tras su regreso de Inglaterra-. El caso de Nosferatu no iba a ser muy diferente. Tras los mencionados cambios de formación, supieron sobreponerse y decidieron seguir adelante actuando en directo durante el año 1994, también fuera de su zona de influencia, como en diferentes puntos de la provincia de Soria.
Lógicamente la banda, que había adquirido unos tintes más melódicos, requirió de un obligado periodo de adaptación hasta que su momento pareció regresar en 1996, tras un buen montón de conciertos realizados en Aranda de Duero durante 1995, año en el que compartieron escenario con bandas como Celtas Cortos o los mencionados Áyax. Así, en el 96 volvieron a actuar en Madrid, en concreto en la sala Block, además de acompañar a Platero y Tú nuevamente en la Plaza de Toros de su localidad y ante unas 2.000 personas.
Es también en 1996 cuando se presentaron al VIII Concurso Pop-Rock Villa de Bilbao, para el que se quedaron a las puertas de las finales, siendo el único representante de Castilla-León clasificado en aquella edición. Consiguientemente, se decidieron a editar la grabación realizada un par de años atrás en los estudios M-20 bajo el título genérico de “Nunca Nos Rendiremos”, de la que se pusieron a la venta 1.000 copias en cassette, que se movieron de manera autodistribuida.
Sin embargo y tras un último cambio de vocalista, con la entrada de Sergio en 1997, Nosferatu no tardaron en tirar la toalla tras más de diez años de lucha sobre los escenarios, pues era como si la banda volviese a comenzar otra vez de cero y su música, una amalgama de sonidos “jebis” con toques más melódicos e incluso sinfónicos, parecía encontrarse fuera de lugar y de tiempo. Para más inri, la tardía edición en formato k7 en lugar de CD como hubiese sido lo propio, acabó de sepultar este magnífico trabajo de la banda. Para entonces la cassette empezaba a tener los días contados, tal y como le sucediese al vinilo no mucho tiempo antes (¡¡o eso se pensaron algunos!!).
A medida que avanzaron los años 90, los grupos con sonoridades parecidas a las de Nosferatu vivieron, por lo general, su particular travesía por el desierto hasta sucumbir, como fue el caso de los navarros Sátira, los talaveranos Tribu o los asturianos Kashmir, sólo por mencionar a algunos. En «el lado opuesto» de la caña, la cosa tampoco andaba mucho mejor. Por poner algún ejemplo cercano al de Nosferatu, grupos como los thrashers burgaleses Metal Militia o los «speedicos» mirandeses Ritual corrieron la misma suerte en aquellos años. Y como con tantos otros, ahí quedó el fantástico documento sonoro de esta banda de Aranda de Duero, repleto de una música de muchos quilates, capaces de dar buena caña, de incluir una balada o un tema instrumental, y todo ello acompañado de unas fantásticas letras realistas que hablaban de amistad, superación, actitud, antimilitarismo o libertad. Esperemos que a pesar de la losa que supone el paso del tiempo, aún se pueda hacer algo de justicia con Nosferatu gracias a este CD que ahora tienes en tus manos. ¡¡Salud!!».