«¿Cómo superar un disco tan bueno?» es la pregunta que Epica se formula cada vez que se mete al estudio. Su respuesta siempre ha sido la misma palabra: «más». ‘The holographic principle’ llega con más guitarra, más coro, más orquesta, más melodía, más velocidad, más complejidad, más ambición y más osadía que cualquiera de sus trabajos anteriores.
por Frank Díaz
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La banda de origen neerlandés se convirtió en uno de los referentes del metal sinfónico desde la publicación de su primer álbum, ‘The phantom agony’. La combinación de la fama adquirida por el guitarrista Mark Jansen como compositor de su grupo anterior -After Forever- y la elegante imagen de su vocalista pelirroja, Simone Simmons, fue la fórmula perfecta para pegarle al éxito a la primera. A partir de ahí, el grupo continuó su carrera con seis álbumes en los que la calidad pocas veces mermó.
Con su último trabajo discográfico, ‘The holographic principle’, Epica continúa con su fórmula ganadora de pizcas de death metal con voz operística y orquestaciones. En realidad, es un álbum que no busca experimentar, sino robustecer el estilo que le ha funcionado tan bien a la banda desde que empezó. Queda claro que la apuesta es por continuidad, no por originalidad.
La primera característica que destaca de ‘The holographic principle’ es su extraordinaria producción. La música de Epica cuenta con una enorme variedad de elementos radicalmente distintos, por lo que es una auténtica proeza que suenen bien juntos. Afortunadamente, la amalgama es perfecta gracias al productor Joost Van Den Broek, que se ha convertido en el «Rey Midas» del metal sinfónico neerlandés de la última década.
Por el lado metalero, las guitarras tienen un sonido potente y robusto; el bajo es discreto, pero preciso y profundo, y la batería suena con tanto vigor como en todos los álbumes de Epica. Por el lado orquestal, el uso de instrumentos de verdad, en lugar de sonidos sintéticos, levanta mucho la producción. Las cuerdas, el piano de cola, los alientos y las percusiones reales hacen que ‘The Holographic Principle’ adquiera una grandiosidad sonora que no tiene ninguno de los discos anteriores de la banda.
El tema de la mayoría de las canciones está relacionado con la idea de que la realidad en la que vivimos podría ser una recreación producida por la tecnología digital. Esto queda muy bien ilustrado con pasajes musicales laberínticos, que adquieren cohesión gracias a extraordinarias melodías de voz.
Es importante destacar que este no es un álbum fácil de oír, pero vale la pena. La mayoría de las rolas pasan de los cinco minutos y están sobrecargadas de guitarras graves, motivos «deathmetaleros», orquesta, coros y rugidos. En esta ocasión, Epica no se mide ni en tralla ni en melodía. Sin embargo, las canciones están tan bien escritas que la indulgencia y los excesos en los arreglos se justifican.
Las estructuras de las piezas son impredecibles, pero siempre terminan aterrizando gracias a versos y estribillos colocados con un gusto estupendo. El ejemplo perfecto es la pieza «The cosmic algorithm», que es todo un viaje de orquesta, coros, metal y rugidos, guiado por melodías de voz muy ingeniosas.
El álbum tiene elementos de metal progresivo, como cambios de tiempo repentinos y escalas poco convencionales. Aun así, no esperen joterías como solos extendidos o virtuosismo excesivo del tipo de Dream Theater o Symphony X. Epica usa recursos «progre» para que la música suene más brutal, no para competir por ver qué músico la tiene más grande.
Desde la primera canción en forma del álbum («Edge of the blade»), se nota que Epica es una banda de rock perfectamente bien amarrada. Cada uno de los integrantes tiene su momento para lucir. Aunque Simone Simmons siempre ha sido la cara del grupo, todos los que conforman Epica son carismáticos, y demuestran mucha personalidad a la hora de tocar y/o rugir, según el caso.
‘The holographic principle’ es un álbum en el que la guitarra luce mucho. Sin perder su dureza, el instrumento se usa para muchos pasajes melódicos que enriquecen la música. Hay mucha química entre el estilo percusivo de la guitarra de Mark Jansen y el virtuosismo técnico de Isaac Delahaye. En canciones como «Universal death squad», es una delicia oír que la guitarra tiene mano sobre la melodía por sobre la orquesta. Incluso, los guitarristas se arriesgan a meter pequeños adornos, como el «sonido Pac-man», que entran a la perfección en varias de las rolas.
Cabe destacar también el estupendo gusto que tiene Isaac Delahaye para hacer solos de guitarra. Algo que en los primeros álbumes de la banda era muy raro de oír, ahora se ha convertido en uno de los elementos más característicos de Epica.
También destaca el trabajo de Coen Jansen en el piano y los teclados. Siempre es apreciable que, en los álbumes de metal sinfónico, el teclado haga otra cosa que imitar sonidos de orquesta. Afortunadamente, en ‘The holographic principle’, el piano de cola tiene un papel muy protagónico. Con un sonido fornido y elegante, es la superficie perfecta para la voz de Simone Simmons en algunas de las piezas más emotivas, como «Once upon a nightmare».
En el terreno de la voz, Simone Simmons araña el estilo operístico, pero sólo como recurso. Nada más lo utiliza como una base para proyectar una voz fuerte, segura y expresiva. Ya sea en frases susurradas o en las partes más intensas, Simone demuestra mucho carácter como cantante.
Como contraparte de Simmons, Mark Jansen hace rugidos en las partes más heavy del álbum. Su protagonismo es comparable al de la vocalista estrella. Las canciones «Ascension – Dreamstate armageddon» y «Tear down the walls» son prácticamente suyas y rompe madres en ellas.
El coro es uno de los elementos que engorda los tintes clásicos en la música de Epica. En ‘The Holographic Principle’, me parece que abusaron del recurso. En ningún momento suena forzado ni fuera de lugar; sin embargo, para mi gusto, hay partes que sonarían mejor con Simone cantando sola. La estridencia del coro hace que algunas de las canciones se sientan muy sobrecargadas, y que el álbum se haga denso.
En este sentido, la arabesca «Dancing with the hurricane» es un respiro. Las pocas partes corales que tiene son ambientales y la voz de Simone Simmons luce mucho. Definitivamente, es una de las mejores canciones del álbum, con un estribillo adictivo, que hace que los fans de años recuerden el disco ‘Consign to oblivion’.
El momento culminante del álbum es la canción que le da nombre: «The holographic principle – A profound understanding of reality». Como es tradición, la rola más larga es la que cierra. En mi opinión, es la primera vez desde ‘Consign to oblivion’ que el «gran final» de varios movimientos engancha de principio a fin. Aunque las líneas de voz son bastante llamativas, los movimientos instrumentales son lo que hace que valga la pena la pieza. El solo de guitarra de Delahaye, que aparece al principio, es de los mejores que ha hecho con la banda. No cabe duda que es una de las canciones largas más completas y elaboradas de la carrera de Epica.
Por si la edición normal del disco no tuviera suficientes sorpresas, la versión de lujo tiene varias de las canciones grabadas en acústico. Estas interpretaciones son iguales o mejores que las originales. Las melodías desnudas manifiestan el talento de los compositores, al conservar su poder en arreglos que les imprimen un tono lúdico y relajado. Incluso la banda se tomó la molestia de cambiar los títulos y letras para darles un toque humorístico.
Desde hace algunos años, el metal sinfónico ha producido una enorme ola de grupos, cuya particularidad son las voces femeninas. Estos se han convertido en caricaturas del género, con timbres engolados y canciones cursis. Afortunadamente, ‘The holographic principle’ es el álbum perfecto para los fanáticos del género que buscan algo más heavy que meloso. Es un puñetazo de brutalidad que trata de devolver su curso a un género sobreexplotado.
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