Las acusaciones mutuas entre Andy McCoy y Nikki Sixx volvieron a la actualidad el mes pasado, algo que ya sucedió en diferentes momentos entre músicos de Hanoi Rocks y Mötley Crüe desde que en 1984 el batería original de Hanoi Rocks, Nicholas «Razzle» Dingley, falleciese en un accidente de coche, el cual conducía el cantante Vince Neil, que iba bebido. Hace poco dijo McCoy: “Ni siquiera he recibido una disculpa de ese hijo de puta”.
Es posible que por este ruido mediático, John Corabi –cantante de Mötley Crüe entre 1992 y 1996- recordó hace unas semanas que en un festival, en Suecia, Andy McCoy estuvo a punto de golpearle con un bastón, probablemente confundiéndolo con Vince Neil. Así lo ha narrado: “Un muy buen amigo mío, Conny Bloom, guitarrista de Electric Boys (también estuvo con Hanoi Rocks), estaba sentado con los Hanoi Rocks. Pasé por allí, me llamó y me senté en la mesa. Yo llevaba una especie de bufanda roja en la cabeza y Andy empezó a refunfuñar como diciendo que eso era un rollo suyo y le estaba copiando. Entonces alguien dijo: ‘Andy, este es John, que cantó con Motley Crue’. Y si más, él cogió su bastón y se vino hacia mí para golpearme. Tuve que sujetar el bastón para que no lo hiciera. Angela (la mujer de McCoy entonces) y Conny lo sujetaron y le dijeron: ‘¡Que este no es Vince, él es John, es otro cantante!’ Menos mal que entonces se calmó un poco, porque estuve a punto de darle yo con su propio bastón”.
De repente he recordado que McCoy también me agredió. Sucedió el 17 de junio de 2006 en el festival Lorca Rock, 9.ª edición, donde Hanoi Rocks dio un conciertazo. Yo salía entonces con una chavala que era fanática del grupo y conseguí colarla a la zona de camerinos por si había suerte… Y la hubo, a la entrada de la caseta de los Hanoi estaba Andy McCoy charlando con otros músicos y allegados, nos acercamos y saludamos. Pero se ve que al guitarrista también le hizo tilín mi acompañante y fijó su vista, charla y atención sobre ella. Cada vez más y más. Así que me entró un ataquillo de celos -¡qué tontería!-, la cogí de la mano y le dije que nos fuéramos, que ya había tenido suficiente rato de grupi. Al guitarrista le sentó como un tiro mi reacción y, cuando ya estaba de espaldas, me lanzó la lata de cerveza que tenía en la mano. Por fortuna, tuvo la delicadeza de dar el último trago antes de arrojármela, estaba vacía y el golpe en la parte posterior de una pierna poco daño me hizo. Pero aquí está un ejemplo más del mal carácter de Andy.
Lo de beberme un güisqui en el camerino de Queensrÿche ese mismo día, de una de las botellas del grupo, mientras actuaba, os lo cuento en otra ocasión.
Jon Marin
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