La reciente muerte de Rick Parfitt, uno de los dos pilares fundamentales de la banda Status Quo, nos ha hecho recordar una historia relacionada con el grupo que compartía junto a Francis Rossi. El fallecimiento del músico se produjo el día de Nochebuena en la ciudad andaluza de Marbella, donde por cierto habían actuado el pasado 19 de agosto con motivo del festival Starlite. Hoy queremos rememorar su paso por otra localidad española difícil de relacionar a primera vista con el universo Quo, pero que resulta sintomática de su dimensión como artistas.
Fue en el año 1992 con motivo de la gira con la que presentaban su disco ‘Rock ‘til you drop’. Los creadores de ‘Whatever you want’ fueron contratados por el ayuntamiento de Daimiel, un pueblo de Ciudad Real que durante algunos años presumió de haberse convertido en el «segundo» o «pequeño Rockódromo de Madrid». La población manchega vivió una época de auténtico desenfreno en materia de directos, ya que por su Auditorio municipal pasaron grupos como Texas o artistas masivos con el tirón de Sting.
El emblemático curso de las Olimpiadas y la Expo de Sevilla supuso para Status Quo uno de los puntos álgidos de su relación con nuestro país, donde en mayo se les pudo ver en el capitalino Pabellón de Deportes del Real Madrid, además de Torrelavega (Cantabria), Valencia, Mollerusa (Lleida) y la citada Daimiel. Ya en el mes de agosto regresaron para completar recorrido en Leganés (Madrid), Albacete, Benicarló (Castellón) y Palau-solità i Plegamans (Barcelona).
Los 500.000 watios de luz y sonido del montaje servido por Status Quo dejaron impactada a la audiencia de Daimiel, un lugar por entonces no excesivamente bien comunicado, al que acudieron muchos coches de aficionados rockeros desde Madrid por el aliciente añadido de ver a una banda internacional en un marco completamente distinto del habitual.
No había demasiados rockeros ese viernes en este rincón del interior de la Península, pero a buen seguro que a la finalización del concierto muchos de los curiosos que habían acudido ya lo eran de pleno. Los Quo ofrecieron el mismo espectáculo que el que habrían dado en cualquier otra parte de Europa, una sesión de Boogie-Rock en toda regla, a un niveles de profesionalidad y entrega intachables y contagiando la diversión con la que afrontaban cada noche de actuación. Familias, niños y muchos señores mayores disfrutaron del show de los ingleses.
Cada vez que muere uno de nuestros héroes nos acordamos de estas cosas y sentimos un pellizco en el alma ante la desaparición física de quienes alguna vez nos hicieron felices durante hora y media. Descanse en paz el eterno joven de la melena rubia, la camisa vaquera y las bambas blancas.
Leo Cebrián Sanz