El grupo Mafalda pertenece a una serie de bandas que son referentes de géneros como el Ska y el Punk en España, que no sólo destacan por hacer estos géneros, sino también por sus letras con una enorme carga política y crítica social. La formación es conocida en ambientes de jóvenes que van a centros sociales, okupas, manifestaciones y festivales como The Juergas Rock Festival o el famoso Viña Rock.

Pero el pasado viernes 8 de noviembre en la sala But en Madrid Mafalda demostró que no es solo un grupo más dentro de este estilo, en el que comparte reinado con bandas famosas como La Raíz o La Pegatina y otras no tan conocidas pero también muy apreciadas como Huntza o Zoo. Los dos conciertos que tuvieron lugar tanto ese día como el sábado 9 en Madrid se deben a su gira de despedida, llamada “Un Último Grito”.

Aun sin haber sacado un nuevo disco desde el año 2019, Mafalda hizo prácticamente sold out de entradas y el ambiente que se respiraba en la sala era el de un sentimiento de unión y comunidad. Después de recientes eventos que nos han asolado a toda la población española, como la tragedia ocurrida a causa de la DANA, y recientes eventos acaecidos en el panorama político como las denuncias hacia el político Iñigo Errejón, Mafalda son un rayo de luz y esperanza entre todo el caos.

El grupo hizo un amplio repertorio de toda su discografía, que incluyó canciones de su primer álbum en 2012, pasando por todos sus trabajos hasta el último “Les Infelices”. Fue una mezcla de canciones en las que las personas se desvivieron en los pogos y otras en las que las personas se abrazaron mientras se mecían, cantaban… y sentían.

Cuando una persona del público me ofreció cederme su espacio para poder acercarme y ver mejor cuando las vocalistas bajaron del escenario para cantar con el público -es el tipo de concierto en el que hay personas que hacen esto-, ambas comentamos que realmente su despedida significaba “el fin de una era”. Con grupos relacionados con Mafalda retirándose del panorama musical como los ya mencionados Zoo y La Raíz, parece que se acaba definitivamente una época llena de letras llenas de poesía política y conciencia social, de pogos compartidos y bailes al ritmo del Ska y el Punk más clásico de nuestro país.

Para muchas asistentes del concierto, en estos tiempos convulsos y difíciles Mafalda es un espacio y refugio seguro, también para pasarlo bien. Puedes tener conciencia y sensibilidad y aun así poder divertirte, y eso es lo que nos enseñó el concierto de la banda. Lo que se demostró y la sensación que estoy segura que se quedó entre el público aquel día fue la de que se despiden con madurez y modestia.

Saben que podrían continuar y que la gente les seguiría escuchando, pero a pesar de todo esto son capaces de admitir y reconocer que como banda ya no quieren continuar. Lo dejaron claro en la canción “Así fue”, que publicaron en noviembre del pasado año, en la que explican cómo se sienten y cómo piensan con respecto a acabar su carrera como grupo. Recalcaron también en el concierto que “Mafalda no muere aquí con nosotros”, dando a entender que esperan y quieren un relevo generacional.

Las que estuvimos en ese concierto sabemos que los nuevos grupos que vengan tendrán difícil ser su nuevo relevo generacional. Mafalda es un género en sí mismo, aunque intentemos meterlo dentro de un estilo y relacionarlo con otras bandas concretas. El tipo de música que hacen resulta bastante singular, ya que provoca la felicidad de quienes a les escuchan, además de conseguir que el público se sienta comprendido, esté presente y “despierte”. Porque queda bastante claro que hacer feliz a alguien en un concierto resulta fácil, pero no así crear esperanza y calmar el desaliento y la desilusión.

Nos despedimos pues de un gran grupo como es Mafalda y tenemos un sabor agridulce en la boca. Pero como dicen en una de sus canciones del último disco: “no sé qué vendrá, pero sanará”. Sanaremos con su música pase lo que pase y a pesar del tiempo recordaremos y valoraremos su legado artístico.

Itzíar Cebrián Aguirre