Esto sí que no lo habíamos escuchado o leído nunca: una banda que dice hacer un estilo ‘Garage Punk medio proggie‘, siendo así que proggie viene de progresivo. Los Fishboy se mueven por la vida musical con un enorme sentido del humor, ya que acompañan su nota de prensa con «unas foticos, una barra de pan, un choricillo vegano, el periódico del martes y un tuppersito con alioli casero de la Yaya Malahierba». Ante semejante despliegue, lo único que podemos hacer es ponernos firmes y atender a su propuesta.

Estos «cuatro locos e intrépidos ya no tan jóvenes como pensábamos» (…) «hacen ruido y aporrean sus instrumentos», demostrando su pericia en un EP de cinco temas «bastante truculentos y sangrientos, hambrientos y con ganas de amor». En el momento presente se encuentran «en ciernes de grabar unos ruidosos ruidos infernales con estructuras grotescas y esperamos poder hacer una doble presentación muy pronto. ¡2×1 en la pescadería!». Los títulos despuntan y desafían a la vez: ‘Wawawiwa’, ‘Amy K.O.’, ‘Dumb ways to die’, ‘Woohoo’ y ‘Upendo I & II’.

Inevitable seguir con nuevos entrecomillados de su propio puño y letra: «Garage Punk al punto de sal, marinada con cerveza y ligero aroma a palmera con GPS. (…) Fishboy es una banda de retrogordos que surge del incontrolable impulso de armar jaleo, comer mucha pizza y no calentarse la cabeza».

Esperen, esperen, que hemos encontrado aún más:

«Una apuesta entre dos post-adolescentes borrachos desencadena la locura. Los Fishboy habían nacido. Era el origen de una nueva era, donde todos pierden y a nadie le importa. Fiesta, borrachera, amistad o alcoholismo enmascarado en nihilismo millenial son los temas principales que aborda esta banda en su primitivo y estúpido Garage Rock de ultratumba.

Pedales de distorsión, amplificadores rotos, mozzarella regurgitada son algunos de los ingredientes que utilizan Los Fishboy para elaborar su estofado mutante, sin olvidar el ingrediente especial: nacer, crecer y probablemente morir en una provincia olvidada.

Almería es una mentira».

Con semejante elocuencia, nos han ganado. Escuchemos ahora su música y decidamos si está a la altura de su discurso.

Leo Cebrián Sanz