¿Qué lleva a una multinacional como Warner a plantearse el fichaje de un grupo de versiones? Pues la originalidad de la propuesta y su contrastada aceptación popular. Los Lebreles han tenido la suerte de cara, pero para conjurarla han demostrado su pericia para llevar a los terrenos de la rumba un buen número de himnos rockeros españoles.
La alineación de este combinado tan pegado a la raíz es la siguiente: Juanjo Temiño (guitarra española y voz); Urba de Frutos (guitarra acústica y percusiones), Chema de Frutos (bajo y voces), Nico Cantalejo (cajón flamenco y voz), Julián Hernández (batería y percusiones), Juan Gómez (trombón de varas), Miguel Angel Tabasco (trompeta) y Paco Marquez (saxo). Su hombre en la sombra y director de orquesta indirecto es el productor e ingeniero Eugenio Muñoz, que ha pulido su sonido hasta acercarlo a los estándares de calidad que siempre caracterizan sus trabajos para la compañía.
A caballo entre Madrid y la provincia y ciudad de Toledo, donde son todo un suceso, este septeto llena los locales con la selección de clásicos ajenos contenidos en «Agradecido» (2014), su primer disco -y obviamente uno de los temas más conocidos de Rosendo-. El resto de sus adaptaciones corresponden a Asfalto, Leño, Alarma, Antonio Flores, Barón Rojo, Barricada, Extremoduro, Triana, Pata Negra y los siempre «sin fronteras» Mano Negra.
Los Lebreles encajan con todo…, desde la toma de la calle en plenas fiestas sanfermineras a su aparición sobre un escenario de la película «Tarde para la ira», del actor y director Raúl Arévalo. Su nuevo disco «Elemento» salió a la calle el pasado 14 de octubre y en él se contiene una rareza que fusiona el deporte con la música. Se trata de «Un club, un pueblo, una afición», el himno del Club Balonmano Nava, una localidad segoviana.