Hace un par de días falleció en Barcelona Jordi Sabatés, un histórico músico catalán al que artísticamente avalaron sus vínculos con varios estilos de la música popular contemporánea y de vanguardia. Según la etapa de su vida artística, el pianista se acercó al sonido progresivo, el jazz y la canción popular y autóctona.

Sabatés es un nombre propio ineludible en la historia de la cançó catalana más abierta a la modernidad instrumental, que comenzó su carrera con colaboraciones en Picnic y Om. Su biografía es un continuo de colaboraciones con formaciones como Jarka o individualidades notables como Pau Riba, Toti Soler, Tete Montoliú o los tótémicos María del Mar Bonet, Ovidi Montllor y Quico Pi de la Serra.

Mas que incidir en su biografía, que desde el lunes pulula por todo tipo de medios, LosMejoresRock.com quiere recordar una de las más insignes obras de su discografía en solitario: el disco ‘Ocells del més enllà’ («Pájaros del Más Allá»), editado en 1975 por Edigsa/Zeleste, una de las discográficas señeras de la música catalana. Este álbum de música instrumental contemplaba las tres partes de la pieza que le daba título -en tres partes de ‘Andante’, ‘Allegro’ y ‘Allegro ma non presto’-, y culminaba su cara A con una breve ‘Children’s song’ de un minuto y diez segundos de duración. El reverso se iniciaba con ‘Tryada’ (7′ 20”), “Acuario”, ‘Gingers’ y el “Tema para el Richmond’s” (1’ 44”).

Jordi fue el compositor y arreglista de sus propios temas, que contó en el estudio con la ayuda del ya citado Toti Soler (guitarra flamenca y palmas), Manolo Elías (contrabajo y bajo eléctrico), Iván Bargas (batería), Gustavo Quinteros (percusión) y la voz de Erica Norimar. Una portada doble arropaba esta libre creación del piano, piano eléctrico, órgano y Moog de Sabatés, quien desde luego hizo toda una obra de autor. Sabatés y Soler se entienden perfectamente en su desafío mutuo de preguntas-respuestas instrumentales, con el ocasional contrapunto vocal -no interpreta ninguna letra- de una dulce voz femenina.

La intensidad del Rock y el matiz del Jazz surcan los mares de esta fusión con lo mediterráneo, el flamenco y la Bossa Nova brasileira, en un permanente desarrollo y escalera de variaciones y aparentes improvisaciones. Hay punteos, compases rítmicos ad-hoc e incluso acompañamiento de palmas, que entre todo tipo de imaginativos recursos ayudan a construir un universo musical complejo y desafiante para el oyente. Efectos sonoros que emulan la naturaleza transmiten cierta espiritualidad propia de los territorios abiertos al mar, tal y como refleja la propia portada del vinilo. Otras veces el ritmo se desata y el wha-wah hace de las suyas… Hasta algo de Blues suena en la despedida. Fusión, es lo que tiene la Fusión.

Leo Cebrián Sanz