La música rock siempre ha sido un género de protesta y riesgo, una música que rompe las reglas y se rebela. Los rockeros siempre están al límite, tanto en su creatividad como en sus vidas, que difícilmente pueden considerarse normales. Su filosofía es darlo todo, y la siguen en todos los ámbitos de la vida. Por supuesto, es difícil imaginar que no les guste el juego, un pasatiempo en el que la confianza en uno mismo y la capacidad de tomar decisiones rápidas son fundamentales.

Lemmy Kilmister, de Motörhead, encarnaba la filosofía del rock. Cuando no estaba de gira, pasaba las tardes en el Rainbow Bar de Los Ángeles, en su máquina tragaperras favorita. Se podría pensar que era solo por aparentar, pero Lemmy tenía una relación especial con las tragaperras. Decía que le ayudaban a desconectar de todo y a concentrarse. Afirmaba que el ritmo de las tragaperras era similar al que sentía en el escenario, y Lemmy convirtió su afición en parte de su código cultural. Incluso hay una máquina tragaperras con temática de Motörhead, que cuenta con la banda sonora oficial de las canciones del grupo.

La historia de Slash, de Guns N’ Roses, es algo similar. Los conciertos le dan un subidón de adrenalina y, en lugar de irse a la cama, enciende videojuegos dinámicos y prueba suerte. Hay una anécdota sobre el guitarrista de la gira de 1991, cuando pasó toda la noche en un casino de Ciudad de México. Como hombre de extremos, este pasatiempo le impresionó mucho en aquel momento.

KISS incluso entró en la industria del juego, combinándola con la marca de la banda. En 2011 se lanzó una máquina tragaperras oficial. No solo tenía el logotipo, sino que encarnaba el estilo visual de KISS. Además, hay una versión digital de esta máquina tragaperras disponible en línea.

El juego está acompañado de canciones reconocibles y se utilizaron imágenes de conciertos como efectos visuales. Ozzy Osbourne también es conocido por su estilo de vida relacionado con el juego, que ha sido noticia en más de una ocasión.

En su autobiografía, menciona una gran pérdida: perdió 100 000 dólares en un casino en una sola noche. Dice que la imprevisibilidad del casino le recuerda la tensión que siente antes de subir al escenario. Por cierto, mucha gente habla de la conexión emocional entre la creatividad y el juego.

Aunque Queen tenía una imagen relativamente sobria, Freddie Mercury tampoco era ajeno a la emoción. Le encantaba apostar en las carreras de caballos y jugar al blackjack. «The Invisible Man» es uno de los vídeos musicales más famosos de la banda, con un estilo que recuerda a un juego de arcade. Esto no hace más que confirmar que el líder de la banda no era ajeno al espíritu del juego.

La conexión con el juego también se puede rastrear en el rock en español. Los miembros de la banda Maná solían jugar al póquer con fichas en sus habitaciones de hotel durante las giras. Esto les permitía mantener un espíritu competitivo y les servía para relajarse. Algunos músicos españoles no tienen tiempo para visitar establecimientos físicos debido a sus agendas de giras, por lo que prefieren el juego online.

La adicción y la imprudencia no siempre son compañeros inevitables del juego, son estereotipos. Muchos rockeros lo utilizan como válvula de escape emocional o como una especie de ritual. Ahora todo es mucho más fácil: no hace falta ir a Las Vegas para sentir la emoción del juego. Además, hay numerosos formatos online disponibles para aquellos que quieran probar suerte, desde máquinas tragaperras con temática musical hasta sencillos juegos de cartas. Para seleccionar estas plataformas se suelen utilizar sitios web con información específica y reseñas, siendo respin.mx el más visitado.

En México, al igual que en otros países latinoamericanos, el interés por el juego online ha crecido significativamente en los últimos años. Al mismo tiempo, los usuarios eligen cada vez más juegos de tragamonedas que se ajustan a sus intereses, incluidos los de temática musical.

La simbiosis entre el rock y el juego parece algo completamente natural. Son dos mundos en los que la energía y la improvisación son esenciales. Y ambos permiten sentir la energía de lo impredecible.