Con causa o sin ella, corren tiempos difíciles para los rebeldes. La transgresión convertida en moda ha tornado la denuncia social y la libertad de expresión en meros reclamos publicitarios. La rebeldía, desnaturalizada, nunca fue tan mainstream. La rebeldía es una buena técnica de marketing. ¿Dónde queda la esencia del rock?

Es algo que muchos nos preguntamos, y que me hizo conectar desde el primer momento con Raúl González, nuestro invitado de hoy. Con él mantuve una conversación muy agradable. Ambos procedemos de la misma época ochentera, cuando vivimos en pleno apogeo las bandas y actitud propias del mundo del Heavy Metal. Hablar con este hermano del Metal fue retroceder en el tiempo. Claramente, se podían sentir en sus palabras la rebeldía y actitud propia de un metalero, que ni el tiempo ni las modas han conseguido doblegar.

Cantabria infinita, sí. También, obrera y rockera

Resulta indudable que el mediático presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, sabe vender bien su comunidad. Sus tremendas anchoas, la buena leche con sobaos pasiegos y sus bellísimos paisajes confieren a este territorio unas señas de identidad de primerísima categoría. Sin embargo, éstas no son capaces de ocultar la decadencia de un pasado industrial que vivió tiempos mejores y que poco a poco se va desdibujando, dejando a su paso la sombra del paro y la precariedad laboral.

Raúl González Gallardo (1983) es nuestro invitado en el monográfico “La Pluma Rockera”, y a él le dedicamos esta publicación. Reside en esa parte del país, donde predominan los días grises y el olor a tierra mojada. Natural de Los Corrales de Buelna, una bonita localidad industrial muy próxima a Torrelavega, regada por el río Besaya y situada a 42 km de la capital, Santander. Raúl nos confiesa que le encanta su clima lluvioso y que una de sus principales aficiones consiste en disfrutar del entorno caminando a buen paso con su mp3, imbuido por ritmos musicales que le transportan a otra época.

Nos cuenta que a pesar de residir en una ciudad pequeña, le gusta el anonimato aunque con su pelo largo y las camisetas de sus bandas preferidas de Rock no siempre logra pasar desapercibido. Entre sus grupos de referencia están Iron Maiden, Saxon, Wasp, Judas Priest… y a nivel nacional Ángeles del Infierno, Pánzer, Sobredosis, Evo, Banzai, Barón Rojo… y un larguísimo etcétera.

Si algo podemos decir de Raúl es que se siente muy cántabro. Este vecino de diez, que paga religiosamente sus impuestos, se declara un fiel amante de su tierra y no duda en señalar los problemas estructurales de los que adolece. A sus recién cumplidos 38 años ha podido experimentar en primera persona cómo Los Corrales, contagiada en su día por la prosperidad de la vecina Torrelavega (conocida en su día como “la ciudad del dólar”) pasaba de ser una localidad llena de vida, ocio y proyección de futuro a formar parte de esa España (cada vez más) vaciada, condenada a un proceso de zombificación laboral progresivo resultante del continuo desmantelamiento de sus fábricas y su incapacidad para generar empleo. “En verdad” -añade Raúl- “Corrales podría ser cualquier ciudad del norte de España, donde cualquier tiempo pasado fue mejor”.

Raúl González, ni modas ni imposiciones

La adolescencia es una etapa difícil para todos, pero para un rebelde aún lo es más. Podríamos decir que Raúl no guarda precisamente un buen recuerdo. No es fácil salirse del molde y sentir que no encajas en una época en la que la necesidad de aceptación se torna fundamental.

Ya por entonces comenzaba a vislumbrarse ese rockero que no aceptaba nada de lo que estaba viviendo en su entorno. Muy frecuentemente sus greñas y su vestimenta peculiar eran interpretados como sinónimo de delincuencia, inadaptación social e incluso drogadicción, aspectos muy lejanos a la realidad de nuestro protagonista.

Sus primeros años de juventud pertenecieron a una época de cambios, y no sólo a nivel educativo (LOE, LOGSE, etc.), sino a nivel social y cultural. Las generaciones anteriores tenían la costumbre de asociar lo que era diferente a lo negativo y peligroso. Sus gustos no siempre fueron del agrado de su entorno; a esto había que sumarle que en poblaciones pequeñas resulta complicado encontrar gente con tus mismos gustos e inquietudes.

Un servidor asentaba con la cabeza al otro lado de la línea, en respuesta a cada situación u opinión que me transmitía. “Siempre he estado apartado de esas absurdas y ridículas modas de aquel entonces y ahora también”, me comentaba. Porque una cosa os voy a decir: Raúl no ha cambiado ni un ápice en su forma de ser. Eso le hace ser más valioso como persona. Aquí no vale la frasecita de “marras”, propia de aquellos que con el fin de encajar en sus familias han terminado aparcando su personalidad en una esquina:  “Yo en su día también fui Heavy”, frase que me produce una especial aversión. Que no, que no somos moda. No se trata de ser Heavy ahora y luego no.

Me vienen a la cabeza unas palabras muy actuales, difundidas en el comunicado de Óscar Sancho (Lujuria) y Fernando Madina (Reincidentes) sobre la campaña “Rock contra el fascismo”, que dice así: “No somos una moda, no somos una movida, ni una corriente, ni siquiera una contra-corriente, no estamos organizados. Aprendimos a vivir como una tribu (una comunidad hermanada). Aprendimos a vivir con el desdén de los que no nos importan porque no le importan los demás y estamos y somos personas orgullosas de ello”.

Fue en Torrelavega y Bilbao donde Raúl encontró a gente afín. Sus colegas de toda la vida, esos hermanos con los que se reunía en un local mientras bebían cervezas escuchando la música de un radiocassete en el que a menudo se enganchaban las cintas. El debate de esos momentos era a qué concierto iban a asistir en las próximas semanas.

“Sangre barriobajera” y “Pesadilla cronológica”. Dos libros, y el “no conforme” de un escritor

Como habéis podido percibir, he intentado plasmar la forma de pensar y vida de este escritor desde el punto de vista de no ser un “pluma” al uso. Su pasión por la música dura, junto a unos años pasados, son la clave de su personalidad.

Raúl no es un gran aficionado a la tecnología, ni tampoco acostumbra a prodigarse por las redes sociales. “Mantengo Facebook abierto básicamente por los libros”, nos comenta, y añade: “Me gusta más cómo eran las cosas antes. Ahora parece que vivimos por y para el móvil”. Y es que, aparte de su pasión por la música dura, es también un auténtico devorador de libros, afición a la que dedica gran parte de su tiempo. También con el tiempo fue como comenzó a escribir. A mano, por supuesto. Aún guarda los primeros manuscritos que posteriormente pasarían a formar parte de sus obras.

A día de hoy ya tiene dos novelas en el mercado: “Sangre barriobajera” (2019, Álter Ego Ediciones) y “Pesadilla cronológica” (2020, Álter Ego Ediciones). Raúl colabora también con la revista Trinchera Cultural (www.trincheracultural.com), en la que podréis leer “Kamikaze escolar”, que narra las vicisitudes de un adolescente obligado a regresar a las aulas.

Si algo le define como escritor es la sobriedad y ese punto de “no conforme”. No le gusta “escribir de más”, ni recurrir al adorno ni a los excesos literarios. Sus novelas, todas de corte tremendamente realista, nos trasladan a un mismo escenario, aunque nunca detalla exactamente cuál: la España industrial del norte, en la década de los años ochenta.

“El odio a la vida de quienes en vez de con estrella nacimos estrellados. Cuando la marginación, el chabolismo y la represión es lo que te rodea al llegar a este mundo, a medida que vas haciendo los primeros años vas viendo que, con las cartas con las que te ha tocado jugar, tienes la partida ya perdida de antemano”. (Sangre barriobajera, 2019. Álter Ego Ediciones).

“Sangre barriobajera” (2019), su primera novela -que ya va por la tercera edición-, se adentra en un mundo que la sociedad aún recuerda pero se empeña en olvidar: el de la heroína. Recrea esa atmósfera irrespirable que rápidamente atrapa al lector para hacerlo protagonista de una historia que posee una marcada influencia del cine kinki, con el que comparte lugares comunes tales como la marginalidad, la delincuencia y la estigmatización. “Sangre barriobajera” no es una historia optimista, pero sí muy necesaria, en un país donde las drogas causaron auténticos estragos en toda una generación.

“A mediados de los años ochenta, tras haber dado por finalizada hacía tiempo la época de la represión, la población se movía bajo unas pautas marcadas por la hipnosis que con la llegada del UHF, transmitían a color los televisores ya instalados en todos los hogares”. (Pesadilla cronológica, 2020. Álter Ego Ediciones).

“Pesadilla cronológica” (2020), su segunda novela, está plagada de tintes autobiográficos. Nos hace viajar a 1986, un momento en el que el panorama social y cultural se encontraba en plena ebullición. Mucho menos amarga que la anterior y con alguna que otra clave de humor pero sin alejarse nunca del realismo, la novela nos presenta la época de los auténticos rebeldes del Rock, aquellos que con su estética agresiva y su música “dura y potente” que llenaba pabellones, desafiaban todos los estándares establecidos. Siempre actitud, una forma de vida. Nunca una moda. “Pesadilla cronológica” es un grito contra la hipocresía social y una crítica contra la industria musical.

“Sólo rompía el silencio el goteo del agua y el ruido de motor de algunos coches al pasar que iluminaban con sus luces la inundada bolera que ya casi parecía una piscina”. (Sangre barriobajera, 2019. Álter Ego Ediciones).

Si algo tienen todas estas historias en común son sus verdaderos protagonistas, casi imperceptibles pero que están por todas partes. La lluvia, el frío y esa humedad que se cala hasta los huesos, las calles mojadas y los sueños rotos. La música, siempre presente.

En todas ellas son una constante la denuncia social, la crítica al orden establecido que beneficia sólo a unos pocos y el pesimismo de una sociedad que ya no cree en la meritocracia, en la que el momento y el lugar donde uno nace marcará su sino para siempre.

Llegados a este punto, no podemos dejar de recomendar estas fantásticas lecturas. Y parafraseando a Raúl, recordad:

 “Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Si usted se identifica con alguno de los personajes de este libro (o artículo) no es culpa mía, es culpa suya”.

José Ramon Nieto “Kema Púas”

“Escuchar música te hace ser mejor persona y te limpia el alma. Si es Rock, mejor”.