Como colofón del despliegue fotográfico de la premiere del documental, toca ahora escribir sobre el audiovisual que pone a Robe en pantalla grande. «Bienvenidos al Temporal» es un largometraje en el sentido estricto de la palabra, ya que dura tanto o más que una película normal. Nada parece haberse sacrificado en un repertorio que aborda generosamente los dos discos «en solitario acompañado» del líder de Extremoduro: «Lo que Aletea en Nuestras Cabezas» (2015) y «Destrozares. Canciones para el Final de los Tiempos» (2016).

Según explicó durante la rueda de prensa con la que presentó el futuro DVD, la premisa fue «no trampear» el sonido en ningún momento, por lo que El Dromedario Records afrontó los gastos de la grabación en audio y vídeo de tres de los conciertos de la última gira: Wizink Center, en Madrid; Palau de la Música de Barcelona y Teatro Romano de Mérida, en la provincia de Badajoz. La espectacularidad de los dos últimos convierte los conciertos de la banda de Robe en sendos recitales de tintes mágicos, casi religiosos en varios de los temas.

La silueta de Robe sentado en una metáfora de trono imaginario, presidiendo la ceremonia de sus «apóstoles» -cinco en este caso-, resulta estremecedora por momentos. El misticismo de algunas escenas se acrecienta con una iluminación tenue y cargada de intención, que convierte al protagonista en todo un profeta del amor y el desamor. El que un día fue «Jesucristo García» no parece haber buscado ese efecto de forma consciente, pero realmente llama la atención la gestualidad casi esotérica de buena parte de su lenguaje no verbal. Robe mira al cielo, recoge sus manos en señal de pagana oración y hasta admoniza a las masas con una cariñosa reprimenda cuando ve que no escuchan su palabra.

Nada de esto pesa en una narración fílmica que pasa de una actuación a otra sin solución de continuidad, incluso dentro de la misma canción. La tierra de promisión que supone el Teatro Romano de esa Extremadura con la que se ha reconciliado adquiere una magnitud monumental impresionante. Tres días antes, los indies Izal manifestaban su deseo de poder actuar en este mismo entorno como una hipotética gesta para su meteórica carrera. No nos extraña…

«Bienvenidos al Temporal» es pues una experiencia sensorial completa, que incluso comienza con una nota de humor: la del propio Robe contradiciéndose respecto a la posibilidad de grabar un disco en directo…, ¡¡a preguntas de nuestro compañero Fran Llorente!! Tras afirmar que lo dudaba, el otro «Iniesta de mi vida» reaparece de camino a ese triple escenario en el que despliega su nuevo cancionero en el mismo orden que figura en el documental.

La realización de Diego Latorre nos descubre a un autor cinematográfico excelente, cuya timidez y discreción nos hurtó de su testimonio en la jornada promocional del pasado miércoles. Oculto a un lado del patio de butacas, el director ha preferido hablar con su trabajo, impecable sin ningún género de dudas. Salvando las distancias, el resultado de «Bienvenidos…» es propio de las producciones de gran presupuesto, al estilo de las que podrían firmar unos Muse o Coldplay, por poner dos arbitrarios ejemplos.

En su comparecencia ante los medios, Robe se manifestó satisfecho por casi todo: desde la conquista para el Rock en directo de nuevas localizaciones hasta ahora reservadas a la cultura de élite hasta la complicidad de los espectadores a la hora de respetar su fobia a los móviles. Con su sinceridad habitual, el protagonista reconoció sin embargo que su público había cambiado en según qué ciudades por el alto coste de las entradas (más adulto, con mayor poder adquisitivo), por lo que difícilmente podrán volver a pisar determinados teatros o entornos.

Leo Cebrián Sanz