En los últimos tiempos me he cruzado con aficionados al Metal Extremo que lucen una sonrisa de oreja a oreja cuando se les cita a Machetazo. El prestigio de la banda es tal en este tipo de ambientes proclives a la oscuridad sonora que la participación en Ruinas de Rober, uno de sus componentes, resulta de por sí un atractivo imán para la curiosidad de quien se acerca al proyecto. Esta banda de sólo dos integrantes nació a finales de 2018 y en el famoso mes de marzo del año de la pandemia editaron uno de esos discos que merecerían tener una segunda vida.

Spikerot Records publicó ‘Ikonoklasta’, un debut basado en los postulados clásicos del Death Metal y parte de ese Grind que ya hiciera grande a la formación de referencia. Para ello Rober se hizo acompañar de Ángel, otro músico de Ferrol, con el que dar rienda suelta a un Metal «rápido y agotador, a veces lúgubre, a veces Punk, a veces fangoso», con coordenadas como las marcadas por Rotten Sound, Incantation o Wolfpack. No menos significativa es su fascinación por «gusanos, arañas, ratas y calaveras». Todo un «sucio himno a la miseria» que pasó por los estudios The Ocean de su ciudad natal para el proceso de grabación y mezcla del que se encargó Brais Landeira.

Su siguiente capítulo ha sido el EP «Resurrekzión» (2022), del que se han destacado el vídeo textual de «Instinto genozida» y una auténtica producción cinematográfica denominada «Lázaro», el tema de casi dieciocho minutos que cierra esta última obra de Ruinas compuesta por seis guturales y dos instrumentales. La inspiración del ambiente recreado procede de estilos como «el Dark Synthwave, el Prog» y las clásicas bandas sonoras de las películas de terror firmadas por John Carpenter o compuestas por «Goblin y similares» (cómo no, ‘Suspiria’ siempre en la memoria).

Leo Cebrián Sanz