Este artículo resulta tan clarificador que sin duda merecía el avance en exclusiva del «Especial Valencia» de la colección «Condenados al Olvido» que nos han hecho llegar los responsables de los sellos editores Gadir Records y Héroes de Culto. Esta introducción al libreto de biografías y aparato gráfico de su novena entrega sitúa en su contexto histórico todo lo sucedido en la Comunidad Valenciana durante un par de décadas en las que el Rock Duro se las vio y deseó para ser respetado y valorado en su propio territorio. Desde LosMejoresRock.com queremos hacernos partícipes de un acto de justicia tan loable como necesario:
“La capital del Turia, sin lugar a ninguna duda, siempre ha destacado como una de las de mayor importancia musical de nuestro país, aunque en lo que respecta al Heavy Metal durante los años 80 no fuese tanto así, y no por falta de buenas bandas, sino por escasez de oportunidades y poco reconocimiento “doméstico”. Valencia, junto a Madrid y Barcelona, se situó a la cabeza del rock cuando dicho estilo hizo acto de presencia en España a finales de los 50.
Al comenzar la siguiente década ya sobresalían proyectos pioneros como Los Pantalones Azules o esos Milos de los que surgieron Top-Son y el histórico y malogrado “rocker” Bruno Lomas (primero junto a “sus Rockeros” y luego en solitario), todo ello sin olvidar a otros grandes grupos de la época como Los Huracanes y tantos otros. También en aquellos 60 surgieron inmensas figuras de nuestro panorama musical como el contestatario Raimon o Nino Bravo con un asombroso poderío vocal que crearía escuela. Llegados los 70, continuaron brotando apabullantes propuestas bajo una avanzada onda progresiva tales como Eduardo Bort o Tarántula, que se estrenaron discográficamente coincidiendo con el final de la dictadura.
A medida que avanzaba la segunda mitad de dicha década y de acuerdo con los nuevos tiempos de recuperación democrática, fueron viendo la luz trabajos de diversas formaciones rockeras valencianas, unas bajo cierto carácter identitario y mediterráneo como Cotó-En-Pèl, Cuixa o Pep Laguarda&Tapineria, u otras claramente enfocadas hacia el rock duro, como fue el caso de los renovados Tarántula con su 2º LP, Doble Zero o Zarpa Rock (aunque lo que iba a ser el primer LP de éstos, “Los 4 Jinetes del Apocalipsis”, sólo pudo ver la luz en forma de una humilde k7). No obstante, con el paso de los 70 a la siguiente década, ciertos “profesionales” empezaron a vender de manera interesada “su modernidad” a través de la llamada “nueva ola”, lo que enseguida derivó en la denominada “movida” y que, partiendo de Madrid, tuvo su reflejo en diferentes puntos del país, también y muy especialmente en Valencia.
Enfrentados a aquel artificioso y hedonista movimiento y por citar el conocido caso madrileño, una serie de grupos hard-rockeros de los 70 endurecieron su propuesta hacia el pujante Heavy Rock (Magerit derivando en Pánzer o en Huracán como paso previo a la creación de Santa, Union Pacific como germen de Obús o Coz respecto de Barón Rojo). En cambio en Valencia, mientras que algunas bandas rockeras desaparecieron, las hubo que cayeron en aquella moda del “tecno-pop”, caso por ejemplo de los duros Doble Zero o de los rockeros Albatros, reconvertidos en grupos como Glamour o Vídeo.
De tal manera, los 80 comenzaron con serias dificultades para los grupos locales que decidieron mantener su esencia rockera como Zarpa Rock u Orca Rock (que en seguida perdieron ambos su “apellido”) y, por desgracia, la década entera se convirtió en una travesía por el desierto para los grupos metálicos levantinos. Sin demasiado recorrido ni en su propia tierra, ni tampoco en Madrid o Bcn como focos principales para el rock duro de aquellos años, los más afortunados apenas pudieron asomar la cabeza a través de humildes sellos independientes. Tan crítica situación contrastaba, por un lado, con la de la bulliciosa escena local del “tecno-pop” (que de algún modo sería el caldo de cultivo para el nacimiento y triunfo del “bakalao” como abrumador movimiento de música electrónica), y por otra parte, respecto de la inevitable música “comercial” que lanzó conocidos nombres a nivel nacional (los ex“punkeros” Seguridad Social, Revólver, los “adoptados” Presuntos Implicados, etc). Tal fue aquella encrucijada, que el disco más conocido de la banda más puntera del rock duro valenciano, “Herederos de Un Imperio” de Zarpa que se publicó en 1985 a través de Twins -la compañía madrileña que aupó a los Hombres G-, fue catalogado de “semi-sinfónico” debido a sus arreglos de teclado (Rock de Lux nº6), ante lo que el propio grupo afirmó que “nosotros jamás hemos sido heavys”.
De hecho, los titubeantes Zarpa no tardaron en grabar un siguiente álbum, “En Ruta Hacia Europa”, una suerte de moderno A.O.R. “sintetizado” que por algo quedó en su día inédito y que les abocó por entonces a tirar la toalla…
Otra cosa que llama -¡y mucho!- la atención es el poquísimo aprecio (¿alguno?) mostrado desde siempre por los gurús mediáticos de la cultura valenciana hacia el rock duro local, tanto aquellos enfocados hacia el rock de los años 60 con el veterano locutor Enrique Ginés a la cabeza seguido de “Fabueles” y compañía, así como en el caso de agitadores del rock “callejero” como Manolo Rock (véase que en su divertido libro “Yo, M. Rock en la Valencia Subterránea; 1980-2000” poco hueco hay para el Heavy Metal).
Es más, en ambiciosas guías como el súper-tocho “Historia del Rock en la Comunidad Valenciana; 50 Años en la Colonia Mediterránea” de 2004, apenas si se incluye una mínima información sobre algún contadísimo referente metálico como Sable, L´Avió Roig o Zarpa. De ahí la acuciante necesidad histórica de reivindicar la riqueza objetiva de un estilo que por desgracia nunca fue profético en su propia tierra.
Huyendo de la falsa modestia, a lo largo de esta última década (aunque “en clamoroso silencio”), hemos venido rescatando fantásticos trabajos retrospectivos de grandes “clásicos” valencianos como Sagrat, Sable, Zarpa, Yunque o Atila. También hemos hecho lo propio dentro del necesario proyecto “Ellas Son Eléctricas” con el que dimos la mayor de las canchas posibles a Ana María González Pazos, la pionera absoluta en plastificar rock duro en España al frente de Tarántula (la figura de la mujer seguiría muy presente en la escena musical levantina de los años 80, pero lo fue bajo aquellos modernos parámetros del “synt-pop” o bien del pop-rock al uso a través de bandas femeninas como Mamá Ya Lo Sabe, Primer Aviso o Las Cinco en Punto o con formaciones mixtas como Betty Troupe, Vídeo o Manía). Aparte de haber reivindicado a diversos grupos como Trull o Leviatán de la vecina Alicante, ya en anteriores volúmenes de “Condenados al Olvido” fuimos rescatando demos de bandas “duras” locales como Hal o Nova… y es ahora cuando al fin ha llegado el momento de consagrar todo un volumen de “Condenados” a la sufrida escena del hard&heavy valenciano de los años 80. ¡Che, amunt!”.