Durante las semanas previas al Viñarock son decenas las bandas que optan al certamen Viña Road para tener la oportunidad de entrar en los carteles de Villarrobledo. Los madrileños Calibre 91 inauguraron la jornada del sábado en la Carpa del festival, por lo que pueden considerarse unos afortunados pese a la ligera y mágica lluvia que caía sobre los campos manchegos. ¡Cuántos no habrían querido disfrutar de esta oportunidad!

Una semana antes habían estado en Madrid presentando su nuevo disco, «Que Empiece el Baile», y los navarros Cobardes aprovecharon la buena gestión de su discográfica (El Dromedario Records) y agencia de contratación para entregar sus credenciales a examen del especializado público del Viñarock. Se busca así un efecto promocional similar al logrado con los Ciclonautas del jefe del sello, Alen Ayerdi.

En esta misma línea de Rock de apasionadas letras vivenciales en castellano se encuentran los sevillanos Gritando en Silencio, a quienes la ausencia de un disco reciente -el anterior «Material Inflamable» data de 2018- relegó a un horario de sobremesa y descanso de media tarde. El pasado febrero estrenaron su nuevo sencillo -«Calendario»-, así que se avecina nueva obra completa.

No recordábamos que Dakidarría estuviera tan cercano al Hip-Hop, pero la realidad es que los gallegos se desenvuelven ahora con enorme facilidad en los pagos del rapeado y la alternancia de versos. Antes de que Tanxugueiras rompieran el tabú del gallego como lengua vehicular para el éxito fuera de su territorio, estos combativos chicos y chicas de DKR ya cantaban sus cosas en el idioma que más les identifica. Han ampliado formación y por fin vimos mujeres sobre el escenario.

Una pincelada de apenas unos segundos para mostrar lo animado y nutrido que se encontraban los alrededores del escenario Babilonia, ese otro que no suele concitar la atención del rockerío, pero que siempre está hasta arriba de colorido y fiesta popular. Algunos lo llaman el escenario Green Valley, banda emblemática del mismo, pero esta vez fueron los vascos En Tol Sarmiento quienes disfrutaron de la experiencia.

Los vallisoletanos Celtas Cortos son de algún modo una de nuestras pocas «bandas de estadio», entendidas éstas como los nombres transversales que pueden actuar ante una audiencia de muy distinto signo. Salieron bien librados de su coincidencia horaria con dos competidores duros: sus vecinos burgaleses de La M.O.D.A. y el fenómeno de los gemelos granadinos Ayax y Prok.

Uno de los grandes clásicos del Viñarock es este «Qué güeño que estoy» de los siempre efectivos Mojinos Escozíos, la típica experiencia artística a caballo entre el humor y la música a la que uno/a siempre vuelve pese a la reiteración de la fórmula. Qué lejos quedan aquellos tiempos de antaño, cuando en alguna edición de hace ya muchos años fueron recibidos de forma hostil por una parte del público habitual de la cita manchega.

Todavía nos duele recordar la participación de Andreas Lutz en el humillante concurso de «La Voz», pero en el Rock somos de quedarnos siempre con lo bueno y lo bueno es ver a O’Funkillo volver a las andadas del loco mestizaje. Echamos de menos a su singular vocalista titular, pero la vía para su sustitución parece haber dado con la tecla del piano del éxito. Voz femenina, voz masculina… y un penacho de plumas para Pepe Bao, el mejor bajista del país.


Seguimos a la espera de que un festival de las características del Viñarock procure dar oportunidad a las cantantes e instrumentistas de la escena -consulten el Censo Riot Girl para resolver sus dudas-, pero mientras llega ese momento nos emocionamos con este pogo femenino animado desde arriba por los componentes de Segismundo Toxicómano. Compañeras, es vuestro turno.

Si bien habrá quien piense que Sínkope son de esos grupos a los que un meme de hace años calificaba como «los de siempre» en la selección del Viñarock, su inclusión en el cartel siempre cuenta con el beneplácito general. Tocar con el sol de media tarde es aprovechar uno de los mejores momentos del día, cuando el alcohol aún no ha desatado la euforia y la escucha de sus poéticas letras se revela más apetecible.

Grupos como los valencianos Los de Marras tienen en el «Viña» la oportunidad de tocar frente a una enorme audiencia al menos una vez al año, por lo que aprovechan para entregarse a fondo en la fiesta colectiva compartida con su público. Empezar un concierto a las doce menos cuarto de la noche es lo que tiene: un impacto directo, ya sea entre quienes te conocen de sobra o quienes te escuchan por primera vez.

El «momento Porretas» nunca puede faltar en esta masiva convocatoria de la música en la que el único idioma que nunca suena es el inglés. Por mil veces que escuchemos las mismas canciones, mil veces que nos quedaremos satisfechos con el «lo, lo, lo, lo, lo» de estos hortalinos que ya forman parte de la historia de nuestro Rock.