Fueron dos días de ensueño para la comunidad heavy de la capital, que por fin podía presumir de tener tanta capacidad de convocatoria como para justificar dos días seguidos de concierto por parte de una de las grandes formaciones europeas. La gira ‘Savage Amusement’, título del disco que presentaban los alemanes Scorpions, les trajo a España entre el miércoles 25 y domingo 29 de enero de 1989, con inicio en el Palacio de los Deportes de Montjuich -Barcelona-, y final en el Velódromo Anoeta de San Sebastián. Entre medias, los días 26 y 27 de enero la banda más grande del Hard Rock alemán hacía parada en el Pabellón de Deportes del Real Madrid, con las estadounidenses Vixen de teloneras.

El primer día de actuación se rozó el lleno en el santuario de los sonidos duros en Madrid, como comprobamos aquellos que esperamos en el exterior a que los encargados de seguridad abrieran las puertas y nos dejaran entrar para por lo menos ver parte de los bises. La profesionalidad y puesta en escena de los Scorpions rayaba ya a un nivel máximo de eficacia, que por momentos nos hizo olvidar el amargo sabor de la muerte de un espectador en su festival del estadio del Rayo Vallecano, tres años antes.

El sombrío recuerdo del desastre que había supuesto para el Metal nacional el asesinato de Miguel Ángel Rojas resultaba tan demoledor que la relación de Scorpions con España se había enrarecido y enfriado. Sin embargo, el planteamiento de su regreso a la península no pudo ser más acertado, con una gira claramente triunfadora, en compañía de una de las sensaciones de la temporada: Vixen.

Los vídeos del cuarteto se programaban «sí o sí» en las discotecas especializadas, consiguiendo por unos momentos el consenso de las facciones más melódicas y duras. La comercialidad y calidad de las canciones de Jan Kuehnemund, Janet Gardner, Share Pedersen y Roxy Petrucci venían acompañadas de una estética poderosa, indiscutible de glamour y atracción sensual, sin que su despliegue de cardados, cuero y botas altas resultase en ningún momento autoparódico o exagerado. Sus vídeos para la MTV y las entrevistas para Super Channel popularizaron su estilo y actitud, siempre positiva y sin seguir el juego de las limitaciones que suponía ser mujer en un estilo musical tan masculinizado.

Su segunda apertura para Scorpions en el Pabellón del club madridista fue un bálsamo de Rock melódico con un set imbatible de grandes éxitos, pese a contar con un sólo disco en ese momento. Un año después llegaría su segunda gran obra: ‘Rev It Up’, pero ya no regresarían a España hasta muchos años después, en un formato de primera reunión que no convenció a nadie.

Aquella noche de 1989 se vivió uno de los primeros momentos dulces en que los jebis madrileños demostraron haber evolucionado en su visión del Rock femenino. Cinco años atrás, lo propios Scorpions habían llevado a Joan Jett como telonera junto a la banda local Rosa Negra. Mariano García, uno de los locutores rockeros de referencia, tuvo la desafortunadísima idea de boicotear a la ex-Runaway para que el protagonismo se lo llevara el grupo español. Lo hizo desde el poderoso altavoz de las ondas y el llamamiento tuvo su efecto. Joan Jett tampoco lo pasó precisamente bien en su fecha de Barcelona en aquellos mismos días (¡le arrojaron al escenario una batería con su cable!), por lo que la rockera se juró a sí misma que jamás regresaría a un país tan cafre y machista.

Un lustro después, los bravucones macarras que habían humillado a Joan Jett se habían convertido en un público mucho más abierto y tolerante, capaz incluso de obsequiar a las autoras de ‘Edge of a broken heart’ con un entrañable osito de peluche en pleno concierto. El regalo llegó desde las primeras filas y alcanzó el escenario en un vuelo perfecto, sorprendiendo a las agasajadas por la ternura del detalle. El peluche fue colocado durante unos minutos en un lugar visible, como prueba del romance artístico que las cuatro Vixen estaban teniendo esa velada con los seguidores de los Scorpions y sus propios fans. Seguro que cuando se lo contaron a la jefa de ‘I love rock’n’roll’, ésta ni se lo creía…

Leo Cebrián Sanz