Ignoto cuarteto con una mujer música en la batería y los coros -Rosa María Gil- y un cantante y guitarrista, J. Joaquín Pérez Paredes, autor de la letra y música de todas las canciones de su único álbum: “Camino Sin Retorno”, editado en 1988 por NGP (Negotius Preambulans In Tenebris). Lo grabaron en los estudios madrileños Kirios y es todo un ejemplo de independencia, ya que su Rock Duro y Progresivo no encajaba en la escena musical del momento. El repertorio de Lovecraft estaba lleno de originalidad, pero resultaba difícil de entender para un oyente poco propicio. Tras los restantes instrumentos estaban Emilio Puente (bajo y coros) y Julián Moreno (teclados y coros). Cuerdas eléctricas y acústicas acompañaban a las ocasionales flautas en un maremagnum bien curioso.
En su perpetua mezcla de elementos dispares, igual combinaban una «chapucera» portada de tintes infantiles con un reverso que parece sacado de la mejor iconografía de Obituary. Creativamente hacían lo propio, alternando tomas de saxo y flauta con ambientes lúgubres y algo siniestrillos, seguramente deudores del escritor que les dio nombre: H.P. Lovecraft. Temas instrumentales completaban esta obra de tintes góticos y psicodélicos, casi ácidos en ocasiones, cuya recreación argumental parecía apuntar al Medievo más tenebroso. Como dirían los inefables mexicanos, «una onda un poco oscurona» y una atmósfera bien cargada…
No faltaban las parrafadas dramatizadas de su líder y vocalista, quien se rodeó de referencias ocultas e históricas para dar salida a una inquietante creatividad. Con la prevención que da el desconocimiento directo de su historia, este compositor de agónica voz podría ser equiparado en genio y figura a un Robe de Extremoduro, un Xaime Noguerol o incluso un Corcovado rockerizado. Interesante.
Leo Cebrián Sanz