Sigue aumentando la nómina de escritores rockeros con talento y el último que hemos conocido ha sido Carlos Arroyo, compañero en los medios desde el digital Esfera Rock. Este vecino de la localidad madrileña de Leganés nacido en 1974, que desde los dieciséis años escribe relatos y suele ambientar sus historias en su propia ciudad, al sur de la Comunidad. Así fue con su primer relato premiado, “La colegiala”, que data de 2010.
Cuatro años después llegó su debut en la novela: “El adolescente que lloraba con las películas de kárate”, a la que en 2015 sucedió “Todo está bajo control”. Más tarde han llegado la novela “El reflejo infinito” y los poemarios “Qué significa un año de amor” -parte del título de una canción que versionó Luz Casal- y “Solo Rock and Roll (y otros seres solos)”. En este último hay numerosas referencias a temas de Rock, al igual que en algunas de sus otras obras incluyen referencias a Ángeles del Infierno y otras bandas similares .
La actualidad apunta a su última ficción de suspense, “Hiperosmia”, que desarrolla las tramas de varios personajes por las calles leganenses en dos épocas diferentes y un margen de veinticinco años de diferencia en el argumento. Esto convierte los escenarios de la ciudad en un personaje más de la narración. “Es espeluznante transitar a diario por algunos de sus escenarios. Ahora mira a tu alrededor. Cualquiera podría ser el asesino”, revela su reseña de presentación.
Así es como se distingue la obra a modo de pequeña introducción a su universo de situaciones y personajes:
«Bajo la trama principal de suspense, una serie de subtramas con todo tipo de emociones abundan en Mentiras, abandono, depresión, valentía ante la vida y sororidad… El protagonista principal masculino, Francisco Valdivia, es el enlace que permitirá al lector ir descubriendo todo un elenco de personajes femeninos que van ganando protagonismo según avanza la historia.
Los vínculos entre Julia, Rosa, Milagros, Asunción y otros personajes femeninos le dan un prisma más humano, emocionante y poliédrico a una trama en apariencia sencilla. A la postre, son las mujeres las que marcan el ritmo de la novela y hacen que ésta resulte diferente y singular».
Rockero desde los dieciséis años, la música ocupa buena parte del tiempo de atención de Carlos Arroyo, que ha dirigido y presentado varios programas de radio. El último de ellos fue “233 Grados”, que realizaba junto a su esposa. Se trataba de un espacio cultural en el que sonaba música selecta y se charlaba sobre literatura y agenda cultural.
En cuanto a Esfera Rock, sus redes sociales echaron a andar “hace menos de un año”. Carlos nos comenta cómo están siendo estos primeros pasos: “En esta cuenta del proyecto no me gusta hacer crónicas de conciertos al uso y espero que se note el oficio de escritor cuando se leen. Además, el compañero en este proyecto controla mucho de música y disecciona los discos y canciones con tanta meticulosidad que siempre aprendo algo leyéndole.
Luego está el osito Teddy Rock [nota: un peluche que llevan a cada concierto] que nos gusta que pose con las bandas y amigos. Es una pequeña distinción o una gran locura. Ya veremos.
Hace unos meses, publicamos un artículo sobre la NWOBHM que me ha dejado tatuado por dentro. Me he quedado prendado de una docena o más de bandas de la época que apenas conocía y llevo dándole vueltas desde entonces a hacer una sección en un programa de radio o una serie de artículos sobre bandas concretas… O lo que salga al final”.
Como el escritor emergente que es, Arroyo no para y ya está inmerso en una nueva novela, cuyas referencias musicales remiten principalmente al mundo de los cantautores.
Leo Cebrián Sanz