Los madrileños Higgs son una de las formaciones que más están dándose a conocer en lo que llevamos de año. Han llevado a cabo una inteligente y sobre todo persistente campaña de autopromoción y su música ya forma parte por derecho propio de los nuevos nombres de la música dura nacional. Su estilo es denso y robusto, casi pétreo, con un sonido «gordo» -como diría la gente del Hip-Hop- y unos recursos propios que les hacen bastante peculiares.
Su «Preludio» instrumental de piano y teclado es un verso suelto respecto a lo que llega después. Higgs tan pronto se mueven en postulados propios del Hard Rock de los años setenta -como en el interludio del tema «Involución»- como entran en el terreno del Rock Urbano más endurecido («No queda»), cual cruce de Leize con Black Sabbath y Ozzy Osbourne -una cosa rara, pero resultona-. «El clan» les muestra más broncos y aplastantes, en tanto «Agujero de gusano» tiene algo de los Barón Rojo más duros, los de Carlos a la voz…, y eso nos gusta.
El disco con el que debutan, «Involución» es un EP de siete canciones y 26 minutos de música, en el que incluyen el ya citado prólogo «sin palabras», la versión en inglés de ‘Born to be wild’ -original de Steppenwolf-, o la adaptación al castellano de un clásico de AC/DC: ‘Rock and Roll damnation» -aquí convertida en «Rock and Roll por dentro»-. Mucho más interesante y original es este segundo tributo, ya que del himno universal de los moteros poco hay que añadir que no se haya dicho antes con las mil y una versiones harto conocidas.
La banda está integrada por Fran Paredes (voz, bajo y teclados), Gonzalo Rodríguez (bajo y teclados) y F. Miguel Alonso (batería). Todos ellos han ejercido como productores de su propia obra, que han grabado en los Pantumaca Sound Studio de Madrid el pasado mes de mayo. La autoría de sus composiciones originales también está compartida por los tres músicos, que en los casos de «No queda» y «Agujero de gusano» han contado con la colaboración de J. Cárceles.
Las letras de Higgs son justicieras y combativas, sin mascarilla de censura alguna, pero respetando las formas para que prevalezca el mensaje sobre el puro desahogo. Por cierto, que en los últimos tiempos es el segundo disco que recibimos con el mismo título, tras el «Involución» publicado en 2019 por los thrashers castellano-manchegos Vinodium. Será que la evidencia comienza a estar generalizada… y que este fin de semana hay convención en el partido.
Leo Cebrián Sanz