Una de las características más valiosas del festival que por cuarta vez se ha celebrado en Retuerta de Bullaque es que se trata de uno de los pocos eventos que concede igual trato de sonido y luces a todas sus bandas. Lo de la duración de los conciertos es otro cantar, pero no así la cobertura técnica de la actuación, que iguala por arriba a todos los grupos que pisan su escenario.

En esta misma línea de no perjudicar a los pequeños y dar oportunidad a los emergentes, la organización celebró hace algunas semanas una Batalla de Bandas para elegir a las dos formaciones que acompañarían al resto del cartel. Uno de los nombres seleccionados fue Fuck Division, desde el eje Madrid-Toledo, que acudieron al Rocka Way Klub con una propuesta muy agresiva y oscura. Fueron los primeros en disfrutar del manto de la noche, aun cuando su espectáculo no es precisamente pirotécnico ni luminoso.

Muy al contrario, el quinteto apuesta por la violencia conceptual y sonora para dar algo más que un pescozón a la audiencia. «Hostias como panes», que dirían algunos castizos. Su único álbum transmite desazón, pero también una interesante canalización de la ira -sobre todo contra la Iglesia católica, para la que «sólo» tienen palabras bonitas, también en su discurso de directo-. La irreverencia y el Groove más extremo encharcaron de sangre sonora el escenario, pero allí nadie se quejó… Durante su actuación hubo movimiento de cámara profesional de vídeo para lo que suponemos serán los insertos de un futuro videoclip.

La tensión sonora continuó con el Street Punk de Kaos Urbano, que en mi opinión fue el aliciente que más público específico atrajo al festival. El quinteto actuó bajo su ya tradicional pancarta gigante en la que se puede leer «De Madriz al Infierno» y el escudo de siete flechas que adornará la portada de «Suburbiales», su nuevo disco de inminente salida. La hermandad del Punk-Rock más político reinó en una noche mucho más entregada y bien resuelta que la tarde que les vimos en el Viñarock de hace tres años.

Esta moderna y dignísima versión del clásico espíritu Oi! transmite una unidad y coherencia ideológica que para sí quisieran otras escenas musicales. No nos extraña que arrasen en Latinoamérica y no tanto en España, donde en estos momentos los «ofendiditos» y blandos se multiplican como esporas. Su combativa audiencia se pone a cien con temas como «Nuestros mejores momentos» o ese cabezazo sonoro que es «Como Cantona», su nuevo single, en el que tributan a un jugador de fútbol emblemático por su visceral forma de ver la vida.

Su vocalista Sku se quejó de la existencia de vallas y la distancia que le separaba de sus seguidores, lo que motivó un refuerzo del personal de seguridad en el foso. No pasó nada que no fuera la prolongación natural de la fiesta… en la que por fortuna no vimos ni una sola de esas dichosas bengalas que un día nos van dar a todos un disgusto. Sí hubo en cambio un recuerdo para Iñigo Muguruza, músico de Kortatu y Negu Gorriak, fallecido apenas unos días antes por esclerosis múltiple.

A estas alturas de la noche los retrasos se iban acumulando, por lo que fueron Vinodium quienes pagaron los platos rotos de los desajustes. Los de Tomelloso, ganadores indiscutibles de la Batalla, siempre recordarán haber tocado antes que Koma…, aunque no el tiempo deseado. Tan conscientes eran de ello que salieron en tromba para  aprovechar del primer al último minuto. Lo hicieron además con su habitual y maravillosa disfunción estética y musical, con un bajista que vestía falda multicolor, su guitarrista de dos metros y un compañero a las seis cuerdas que parece el primo manchego de Lemmy Kilmister.

Justo en estos momentos están presentando su nuevo disco, «Involución», que por lo escuchado sobre las tablas suena más técnico e instrumental que sus anteriores canciones. Su fiel armada de seguidores volvió a hacerse notar, encantados como estaban de acelerar junto a sus paisanos la máquina de esta trituradora de Thrash Metal, Speed Metal y su propio Vinodium Metal. Yo creo que si el promotor de turno les pusiera a tocar mañana en Madrid junto a Overkill, Destruction y Flotsam & Jetsam, seguro que no desentonaban nada y demostraban el nivel de las bandas nacionales. ¡Ah, no, que Madness Live no contrata a teloneros del país….! Al final de show recibieron la visita del personaje teatral que siempre les acompaña en estos trances, un extraño doctor de bata blanca con los brazos llenos de muñequeras y tachas.

No sabemos si fue porque estaban delante los primos de Brigi que viven en la cercana localidad toledana de Los Yébenes -familia a la que saludó y citó un par de veces-, pero Koma se tomó muy en serio su participación en el IV Hell Rock Fest. Me recordaron a Soziedad Alkohólika en ese «nunca fallan en directo» que reconoce su pericia y exactitud en la interpretación de los temas. Su sentido del humor puede ser o no compartido -a mí a veces se me escapa-, pero menuda demostración de calidad indiscutible la de esta cuadrilla navarra que ha vuelto al circuito tras años de descanso…

La lista de títulos de su repertorio fue el «grandes éxitos» que se demanda y desea de una formación que vuelve a la arena de los directos. Miren el listado de su recopilatorio «La Fiera Nunca Duerme» y conocerán lo que sonó en esta nueva fecha de la gira del mismo nombre. Sólo sobran esos experimentos e interludios tan pintorescos en los que ralentizan y «metalizan» ritmos y estilos que nada tienen en común con el resto de su repertorio. Pero Brigi parece cantar ahora mejor que nunca, tras haber descansado la voz en la batería de El Drogas y, por cierto, haber ensanchado unos cuantos centímetros de saludable orgullo pamplonica.

La estática escultura que configuran bajista, guitarrista y cantante no es en este caso problema alguno. Koma aplasta a la audiencia sin necesidad de levantar los pies del suelo, centrados como están en cuadrar cada nota y que no haya descanso en este bucle continuo de Metal libre de patrones. Si un grupo titula algunos de sus mayores éxitos con los elocuentes nombres de «El Marqués de Txorrapelada» o «Aquí huele como que han fumao», es que les importan tres pimientos del piquillo de la Ribera los clichés del Heavy clásico o prefigurado. Para compensar tamaña «herejía», atacan a la yugular del sistema con auténticos himnos de la disidencia inteligente, ya sea con loas a «Mi jefe» o ese «Imagínatelos cagando» que tan bien nos vino a todos cuando lo escuchamos por primera vez. Purgante sí que fue…

Leo Cebrián Sanz