En su nueva casa de DRO, los serranos extremeños recibieron un apoyo generoso, como lo prueba la edición de las doce canciones de «Deltoya» (1992) en un lujoso formato de doble vinilo. El álbum incluyó «Ama, ama, ama y ensancha el alma», para muchos la canción más bella que jamás compusiera Robe. Fue la primera colaboración lírica del poeta Manolo Chinato, un personaje inspirador que con el tiempo resultó básico en la definición completa de la banda.

El histórico guitarrista Salvador Domínguez puso su guitarra en “De acero” y “Relación convencional” y hasta un inesperado Ariel Rot tocó la suya al servicio de este disco. Robe se acababa de separar y volcó su rabia y decepción en temas de puro desamor como “Lucha contigo”. Otro tipo de furia arremetía contra el “Estado policial”. Su libertad para combinar pasión romántica y denuncia social era marca de la casa, aunque esta vez fueron sus fantasmas personales los protagonistas de su creatividad.

Robe se instaló en Madrid y se sumergió en la noche de la capital para apurarla al límite. Posteriormente hizo compatible su vida en el Foro con temporadas en Barcelona o Bilbao, sin plantearse nunca un posible regreso a Plasencia. Fue el inicio de lo que el propio Iniesta denomina «La era del caos».

En la Ciudad Condal formó un grupo paralelo y experimental, Los Q3, junto al guitarrista Eugenio «Uge», el bajista Ramón Sogas «Mon» y el batería Jorge «El Moja». Ellos fueron los sustitutos respectivos de tres miembros históricos que abandonaron por distintos motivos tras la edición de «Deltoya»: «Salo», Carlos «El Sucio» y Luis «Von Fanta». Un segundo bajista catalán, Miguel, también formó parte de la historia de Extremoduro en esta etapa.

En 1993 el grupo llenó por primera vez la madrileña sala Canciller, mientras Robe pergeñaba lo que habría de ser su «Pedrá» particular contra el repetitivo Rock español. Fue un experimento muy arriesgado, que inicialmente se concibió como un proyecto de Robe en paralelo a Extremoduro. Él fue quien compuso la música y letra, aunque se dice que fue Selu, de Reincidentes, el creador de la idea. La cuestión era: ¿quién querría editar treinta minutos de una única canción bajo una denominación desconocida para todos? Y justo eso fue lo que ocurrió. El álbum tardó dos años en ser editado, una vez se comprobó que DRO no estaba dispuesta a afrontar el riesgo mercantil si no era con la garantía del nombre comercial de Extremoduro. Robe lo explicó a su manera en el libreto, pidiendo perdón «a quien de alguna manera se sienta engañado». Pese a sus reticencias iniciales, DRO hizo una buena pegada publicitaria en las calles y el disco se vendió como rosquillas.

La obra tenía su riesgo, pero ahí radicaba precisamente su enorme atractivo y originalidad. Se trataba de la primera obra conceptual del Rock Urbano español, en una única pieza y con el concurso de algunos notables del género, como Diego al bajo, Gary -batería de Quattro Clavos-, Selu «Reincidentes» dando un rol protagónico a su saxo y ocupándose del «canto jondo» e Iñaki “Uoho” Antón -guitarrista de Platero y Tú-, que aquí se multiplicó con los teclados, percusiones y el trombón de varas, además de coordinar la producción artística. También colaboraron Fito «Platero»… ¡a la guitarra flamenca! y el portadista y cantante Ramone, de Capitán Kavernícola.

«Pedrá» era un tema único que adquiría tintes de composición clásica para deslizarse por un vaivén de ambientes y partes individuales. Lo instrumental se sucedía a lo cantado, en un viaje surrealista por el monólogo interior del protagonista de la trama. Distintas velocidades, distintos pulsos y un único y brillante artefacto. Muchos se quedaron sólo con el archisabido «Hijos de puta, hijos de puta», pero «Pedrá» era una auténtica Biblia de la poesía bruta. Lo prepararon en Bilbao, se grabó en los Lorentzo Records de Berriz (Vizcaya) y no vio la luz hasta 1995 por los motivos referidos.

Más fácil lo tuvo el cuarto manifiesto anarquista de Extremoduro: «¿Dónde Están Mis Amigos?» (1993). Los conciertos del momento eran un prodigio de informalidad, falta de profesionalidad y muy ocasional inspiración, pero afortunadamente el descontrol no llegó hasta el estudio. El disco ofrecía una madurez y equilibrio envidiables, con más lírica y melodía que nunca. Las canciones se enlazaban del tirón y en ellas colaboraron varios de los habituales del entorno de Robe: Belén a los coros, el «Uoho» a la guitarra y Selu con el saxo.

Dividido el álbum en dos actos, esta nueva obra incluyó títulos extravagantes y muy personales como «Bribribliblibli (En el más sucio rincón de mi corazón)», «Islero, shirlero o ladrón» o «Historias prohibidas (Nos tiramos a joder)». La confesión de sus neuras y momentos lúcidos tuvo casi carácter monográfico, con reflexiones sobre las drogas (“Pepe Botika”), el amor (“Estoy muy bien”) y la soledad (“Posado en un nenúfar”). Robe siguió jugando a ser el malo de la película, cuando ya su fama de personaje difícil e imprevisible se había extendido por los circuitos alternativos del país.

Así las cosas, en 1994 Iniesta tomó la decisión de centrarse un poco y se instaló en La Zubia (Granada). Venía de reformar la banda tras el plante de tres de sus músicos por motivos laborales. Durante un par de conciertos fue la formación que grabó «Pedrá» la que hizo la transición hasta la contratación de nuevos refuerzos: el guitarrista Iñaki Setién «Milindris» y el batería Alberto Capi. Ramón Sogas pasó a tocar el bajo.

1995 supuso un descanso relativo, ya que fue cuando por fin se editó «Pedrá». Casi al tiempo apareció una cassette recopilatorio exclusivo para los fans: «Robe, Mi Pequeña Historia», que dignificaba el sonido de sus canciones gracias al tratamiento y retoque de guitarras de su inminente hombre de confianza, Iñaki “Uoho” Antón. Cuatro temas inéditos que luego no lo serían tanto se escucharon aquí por primera vez: «Autorretrato (a que te muerdo la hería)», «Caballero andante (No me dejéis asíiiii)», “Lucha contigo (Hoy sólo quiero ganar una batalla y sólo una para empezar)» y «Te juzgarán sólo por tus errores (Yo no)».

Leo Cebrián Sanz