Salvador Godoy, protagonista de esta entrevista, se presenta ante quienes van a escuchar su testimonio con el aval de una persona trabajadora desde muy joven, que pronto encontró en la música una fuente inagotable de satisfacción artística y personal. Profesional de la cantería como su hermano, este jiennense de la localidad de Torreperogil se formó culturalmente a sí mismo con una voluntad y determinación admirables, sin apenas referentes o medios que le facilitaran ese proceso de crecimiento vital.
Sus primeros recuerdos apuntan a la radio del tiempo de las canciones dedicadas y a su gusto natural por la lectura y especialmente el cómic, otra de sus pasiones. En su casa no había medios ni un ambiente cultural proclive, lo que no impidió que Salva se hiciera socio de dos emisoras locales y comenzara su desarrollo personal como amante de la buena música y el mundo de la viñeta, entre otras inquietudes.
La lectura de prensa musical fue una de las claves en la formación de Salva como aficionado a la buena música. Comenzó comprando la legendaria Fans, una publicación dedicada a la actualidad de los conjuntos españoles, los grupos británicos y los solistas internacionales de más éxito.
Muchos años después han sido cabeceras especializadas como Ruta 66 y This Is Rock les que le han fidelizado como lector. Con la primera mantiene incluso una relación de trato con uno de sus responsables y a buen seguro que se trata de uno de sus suscriptores más antiguos. Que no haya un quiosco en su localidad no ha impedido a Salvador seguir bien informado de los estilos musicales que más le gustan.
Los discos que sonaban en los guateques en las casas y los programas de radio fueron dos de sus primeros recursos musicales. Entre sus gustos iniciales destacan solistas como Antonio Molina, Adamo, Nino Bravo o los cantantes e intérpretes que concursaban en los festivales de Benidorm o San Remo.
Era también la época de las orquestas o conjuntos de versiones, otra fuente de conocimiento a la hora de ir forjando un gusto propio. Salva no reniega de la música melódica, aunque no tardó en encontrar a grupos que dignificaban ese enfoque, como The Moody Blues o Procol Harum. Capítulos aparte son el flamenco, género del que atesora unos cien discos de referentes como Juanito Valderrama, o el Jazz, otra de sus debilidades artísticas.
Salva recuerda con emoción y admiración a Juan Francisco Peláez “Frank”, la persona que tras su fallecimiento dio nombre al evento de Blues más prestigioso de la comarca (el propio Frank Rock & Blues Festival) y uno de los personajes más carismáticos y a la par enigmáticos de la escena nacional del estilo. Este maestro de oficio y dinamizador cultural en sus ratos libres dejó una profunda huella en la comarca de Torreperogil, donde hizo una gran labor de pedagogía y proselitismo musical entre su vecindad. Salva destaca su generosidad y empatía con sus alumnos, a la par que rememora el destino de aquellas entradas que le regaló a él y a un amigo con motivo de la primera visita de los Rolling Stones a España.
A pesar de tratarse de un pequeño municipio, “la Torre” siempre ha contado con un activo reducto de apasionados aficionados al Blues, entre los que Salva Godoy es un buen ejemplo. Al igual que muchos de sus compañeros de gustos artísticos, su criterio ha sido siempre el de la calidad, ya se encarne ésta en la obra de Allman Brothers, Canned Heat, Creedence Clearwater Revival, Grateful Dead, Pink Floyd o Ten Years After. No se considera una eminencia, sino simplemente una persona con inquietudes culturales, que además de la literatura y el cine ha procurado la formación de un juicio propio en lo relativo a sus preferencias musicales.
Leo Cebrián Sanz