Los abajo firmantes no pudimos estar presentes el jueves, primera jornada del festival que se nos antoja más simpático, querido, agradable y encantador de cuantos se celebran en España, pero por lo que nos cuentan nuestros compañeros madrugadores y algún que otro leyendero de a pie al que preguntamos, vamos a empezar a conceder medallas:
Steel Horse estuvieron inmensos -esto sí que es buen Heavy Metal- a pesar de que el equipo de sonido general no quería acabar de arrancar a esas tempranas horas. Barbarroja, con el mismo problema encima, lo dieron todo. A Leyenda les sonrió la suerte y pudieron tocar sin problemas de técnica; se lo merecía esta gran banda luchadora donde las haya. Rainbow in the Black encandilaron con las versiones de la carrera del añorado Dio; hay coincidencia general en que estuvieron de maravilla. The Storm dieron una lección de sabiduría y experiencia. Medina Azahara cumplieron y ya, o sea, lo habitual, y el concierto de exKISSitos fue una fiesta para todo el público y un regalazo para los amantes de Kiss. Se convirtieron, además, en el mejor y mayor espectáculo de todo el festival, pues cada dos canciones había petardazos y fuegos de artificio. Muy divertidos.
El viernes, con el sol apretando, empezaron Cuatro Gatos y Beethoven R., dos grupos que merecían estar mejor situados en el cartel por su profesionalidad y lo bien que lo hacen siempre sobre el escenario; esta vez no hubo excepción y también hay que mencionarlos entre Los+Mejores. Picture decidieron no aparecer por allí y los sustituyeron Angelus Apatrida, que tampoco es que sea muy de nuestro gusto. Panzer nos aburre, pero tocaron y pasa lo que pasa: empezó a lloviznar, a llover, a diluviar… y hasta mañana, amigos.
La organización se movió lo mejor que pudo a contrarreloj (un aplauso para ellos) y se llevó a los que estaban acampados a un polideportivo. En el recinto metieron camiones de gravilla para tapar ¿charcos o piscinas? No sabemos cómo se las ingeniaron los técnicos para salvar el equipo de sonido (otro aplauso) y se reubicó en el cartel del sábado a todo el que quisiera o pudiese tocar en esa jornada. De este modo, nos quedamos sin Korpiklaani, Lizzy Borden y Muro (una lástima, sobre todo por los dos últimos).
El sábado nos encontramos en taquilla fotocopias de los nuevos y remozados horarios (más aplausos para Sufriendo & Gozando). Abrió Lujuria bajo un sol de aúpa, Centinela dieron un gran show y lo de Easy Rider fue de chapeau, grupazo y conciertazo que encandiló a todo el mundo. ¿Por qué no seguís, amigos? Los británicos clásicos Tygers of Pan Tang demostraron que el que tuvo, retuvo; muy bien. Warcry decepcionaron. Lo de Los Suaves es lo de siempre, ni fu ni fa. Lo mejor estaba por venir y se convirtió en algo histórico: Los auténticos Barón Rojo, y Obús a continuación y en el escenario paralelo. Con Sherpa, Baron Rojo es otro grupo, se hace mucho más ameno que la versión de los De Castro y vuelve a tomar toda la grandeza de antaño; su voz y su presencia se hacen imprescindibles en casi todos los clásicos. Precioso concierto, para recordar. ¡Ah! y Hermes… bueno, está ahí porque tiene que estar. Obús salió a comérselo todo, a demostrar que antes, hoy y después quieren estar en paralelo al Barón, ni más ni menos. Derrocharon fuerza, energía, buen rollo… y se comieron al público. Los cuatro músicos, encabezados por un Fortu arrasador, estuvieron de órdago. Otro conciertazo con mayúsculas. A José Carlos Molina le tocó bailar con la más fea, que no es Judith Mateo sino la hora de cierre del festival y salir detrás de las dos apisonadoras de las que acabamos de escribir. Con todo, su rollito Folk fue un buen carpetazo a un festival que –para qué buscar palabras bonitas de diccionario- fue cojonudo en todos sus aspectos.
Marta M. Crisol, Fernando S. Pérez, Jon Marin
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