Desde hace unas semanas no dejamos de frotarnos los ojos con una noticia que llevábamos años esperando: el rescate de los vídeos de algunos de los conciertos celebrados en la histórica sala Canciller, en Madrid. Los archivos que se han hecho públicos hasta ahora son como para no levantarse de la silla hasta haberlos disfrutado una y otra vez, tras repasar y disfrutar de cada uno de sus detalles.
Los documentos están siendo publicados en la página de You Tube de Manolo Sonseca Ajo, quien estuvo trabajando en ambas salas Canciller (Quintana y San Blas) y otros locales del grupo empresarial además de ser redactor de Los+Mejores en su primera etapa, la de formato fanzine, y de momento podemos disfrutar de canciones sueltas de Badana, Barricada, Pánzer, Sangre Azul, Santa con la cantante Leonor Marchesi, Topo o la escuela de música La Factoría. Incluso hay espacio para la presencia internacional, que por ahora se limita a Paul Di’Anno en su etapa Battlezone, el grupo del músico Bernie Tome e incluso la prueba de sonido y los prolegómenos del directo de los norteamericanos King Kobra -con tema incluido- y sus teloneros Niagara. Todos los conciertos están perfectamente fechados y abarcan de 1985 a 1987.
Cada uno de los fragmentos está precedido de la entrada del concierto en cuestión. La realización es a una sola cámara, pero no resulta estática. Algunos zooms y barridos de perspectiva dan variedad a la precaria realización, que en todo caso cuenta con una calidad acústica propia de mesa de sonido.
En práctica coincidencia con la apertura de esta auténtica «cueva de Ali Babá» musical, cabe destacar el llamamiento efectuado desde la página oficial del grupo Topo en Facebook el pasado 18 de febrero. Quien lo firmaba era el propio José Luis Jiménez, cantante y bajista de la histórica formación de la capital, quien de algún modo aventuraba que algo así podía estar mascándose en la red. El texto que se publicó fue el siguiente:
«SÓCRATES Y CANCILLER
Hola, ciudadanos universales. Mucho tiempo desde que no hablamos. Hoy me quiero dirigir a vosotros, rockeros incombustibles, porque me ha ocurrido algo que me dejó una sonrisa de buen rollo para todo el día y ya sabéis lo que cuesta mantener una sonrisa con la que está cayendo.
Hace unos días recibí una llamada inesperada de un gran amigo, que el tiempo nos había hecho perder el contacto. Se llama Sócrates y no es filósofo (aunque quién sabe). Es una gran persona que ha hecho mucho por la música en directo de este país y seguramente a la mayoría de vosotros no os sonará de nada. Él era uno de los directores de la Sala Canciller de Madrid, esa venerable, auténtica e irrepetible Sala por la que pasamos todos los grupos de rock españoles e internacionales durante casi dos décadas y que forma parte de nuestra cultura, contracultura o lo que sea: Música rock. Para los que no conocisteis Canciller, era una vieja Sala de baile de los años 60 y 70, en la calle Alcalde López Casero, cerca del metro de Quintana, en Madrid. José Antonio y Sócrates, hermanos, eran los dueños de la Sala Barrabás, en Vicálvaro, por la que también pasamos muchos de nosotros y decidieron meterse en la aventura de crear una Sala de Música de rock, ya en los 80 y eligieron este local, conservando su antiguo nombre, ya que estaba en los bajos del cine Canciller.
Convirtieron esta Sala en el local más importante de rock de Madrid. En aquel momento predominaba el Heavy y todas las semanas había uno o varios conciertos de los grupos más importantes del país o del extranjero. Allí siempre en los conciertos había un montón de gente conocida, era un magnífico lugar de encuentro para colegas de nuestro rollo y un espectacular pase de modelos de alta peluquería de tíos y tías, heavys y rockers, todo esto entre decibelios, efluvios de alcohol, humos penetrantes, quien sabe de qué sustancia; ego y amor se mezclaban. Cuando las bandas potentes tocaban hacía un calor sofocante y la gente llenaba los servicios en busca de agua fresca del grifo que mitigara un poco ese calor, dejando un rastro de agua tal, que cuando acababa el concierto, la pista parecía una piscina de barro. Allí pudimos disfrutar de conciertos inolvidables, algunos como Paul Rodgers, Blues Brothers, Platero y Tu, Wishbone Ash, Def Leppard, Green Day, Black Crowes, Dream Theater, Scorpions, Peter Hamill, Rage Against The Machine, Iron Maiden y muchísimos más. Total, que era una Sala que reflejaba el ambiente musical que podrías tener en Nueva York o en Londres (Lele y yo compusimos un tema titulado «Canciller», dedicado a la Sala y vió la luz en nuestro disco CD de 2010 «Prohibido Mirar Atrás»).
Pues sí, el famoso “Canci” está en nuestro ADN como si fuera parte de nuestra familia, la gran familia del rock & roll.
Más tarde, el Concejal de turno del Ayuntamiento de Madrid, del PP, año 93 (conocido como el Carnicero), cerró esta Sala junto con otras y entonces José Antonio y Sócrates decidieron trasladar el “Canci” a la Sala Argentina, de San Blas, conservando el nombre original Canciller, volviendo a ser la Sala más importante de Punk, Trash Metal, Hard, Heavy, Pop, radicales, etc. etc., o sea, Rock & Roll, hasta que en el 98 cerró sus puertas definitivamente, una semana después de que Topo tocara allí.
Volviendo a la llamada que recibí de Sócrates, me ha contado que tiene un montón de material almacenado de los increíbles conciertos que allí se hicieron, fotos, vídeos y curiosidades. La historia del Canci, en cajas y cajas en una habitación y yo le he animado ¡cómo no!, a que escriba las miles de anécdotas y detalles de tantos años, tantos grupos, y tanto público que por allí pasó y que sin duda han dejado una profunda huella en todos los que lo vivimos. ¿No os parecería buena idea hacer un documento gráfico de todo esto? Animo a Sócrates para que lo haga.
Quisiera también nombrar aquí a José Antonio, Hipólito, Charo, Juan Carlos y tanta gente que hizo posible este sueño hecho realidad en Madrid, y que pusieron en órbita esta Sala conocida en todo el mundo a través de los grupos que tocaban en ella. Un abrazo muy fuerte para todos ellos.
“CANCILLER FOREVER”
José Luis Jiménez».
Texto de Leo Cebrián
(Publicado el 10 de abril de 2021)