Hace unos días descubrimos en la sección de discos de los grandes almacenes más poderosos del país una oferta que no podíamos desaprovechar: «Tres CDs por quince euros». El pequeño contenedor estaba lleno de títulos interesantes de Rock clásico internacional y una buena representación del catálogo de discográficas potentes como Warner, pero lo que inicialmente llamó nuestra atención fue la existencia de algunos compactos de Rock Duro español. La sorpresa fue mayúscula al comprobar que se trataba de portadas que no conocíamos, de grupos como Barón Rojo, Ñu o Bella Bestia.

Deseosos de completar colecciones, no dudamos en hacernos con unos cuantos títulos del sello Avispa o su subsidiaria Foque, que parecen haber puesto a disposición del público en el formato de las series baratas su rico fondo de archivo. Por desgracia, al efectuar eso que ahora se denomina unboxing (literalmente, «abrir la caja»), lo que comprobamos fue que la discográfica citada ha optado por unos lanzamientos carentes del más mínimo rigor e interés. El primer disco de Bella Bestia ha visto modificada su portada y el orden natural de sus temas, mientras que como únicos créditos incluye una foto de la formación en los tiempos del muy posterior «Lista Para Matar». Por su parte, el álbum «Desafío», de Barón Rojo, se ha convertido ahora en «25th Desafíos». No nos parece mal celebrar el cuarto de siglo de un disco tan injustamente infravalorado como éste, pero el supuesto homenaje se frustra al comprobar que se ha modificado el orden de las canciones y que una vez más se ha alterado la imagen de la cubierta.

Los ejemplos citados podrían resultar poco significativos, pero hemos preferido cesar nuestra investigación documental al comprobar que la práctica se extiende a otros lanzamientos… y así hasta no sabemos -ni queremos saber- cuántas referencias más. «Dos Años de Destierro», de Ñu, es en 2018 un disco titulado «Conjuros», con una portada que nada tiene que ver con la original y la variación total en el orden de las canciones. Por supuesto, nada de esto se especifica en unos créditos que brillan por su ausencia.

Nos hacemos eco de esta noticia por cuanto recuerda lo sucedido en su día con el catálogo de Zafiro, objeto de mil y una reediciones ventajistas, que tan sólo mareaban al aficionado y le inducían a una compra sin criterio de la que siempre salía defraudado. La desaparición física del CD se acelera con este tipo de prácticas, que en nada favorecen a artistas o consumidores. Muy distinto sería si esas mismas y deseadas reediciones tuvieran un precio acorde a la incorporación de textos biográficos o de interpretación, temas nuevos, imágenes inéditas o algún tipo de material visual de archivo desconocido de sus protagonistas. Incluso bastaría que se respetasen las ediciones facsímiles de lo que se ofrece para inducir a una adquisición que en el fondo ya está ganada de antemano.

Leo Cebrián Sanz