Hace algunos meses pudimos ver a Loquillo tomando una copa él solo en el bar del madrileño Hotel Fénix, aquel en el que estuvieron alojados The Beatles durante su visita a España. ¿Se trataba de su nuevo Balmoral, la coctelería de la capital a la que el Loco dedicó un tema y el título de todo un disco? En aquel momento no quisimos importunar a la estrella, por lo que nos quedamos con la duda… hasta que hemos podido resolverla.

Desde el pasado jueves sabemos que quizás su Balmoral en 2018 sea el bar clandestino del sótano del Hotel Suecia, donde tuvo lugar la presentación de su nuevo disco recopilatorio «Rock and Roll Actitud». Tiempo atrás una amiga me describió el sitio: un bar forrado de terciopelo desde el techo hasta el suelo, con una saloncito aparte aún más discreto revestido de animal print o «piel de tigre», para entendernos. Sólo Loquillo podía haber elegido un lugar así, al que se entra por la parte trasera de los baños de la cafetería del hotel y del que se sale atravesando el almacén de bebidas.

La personalidad de Loquillo, siempre tan afín a la polémica y proclive a hacerlo todo «a mi manera», volvió a hacerse patente en su comparecencia ante la prensa. José María Sanz no admitió pregunta alguna de los periodistas, lo que provocó la indignación de algunos de ellos. Quizás no quería explicar nuevamente su posición sobre el tema catalán, pero lo incomprensible o inusual de su decisión causó un cierto revuelo entre los compañeros presentes. No fue nuestro caso, que disfrutamos de sobra con las palabras previas de sus dos invitados de lujo: los columnistas y tertulianos David Gistau y Manuel Jabois, representantes de una generación silenciada por el poder hasta su asimilación por la radiofónica Onda Cero.

Otro de los representantes de esa quinta mediática es también Sabino Méndez, compositor de grandes clásicos de la casa como «Cadillac solitario» o ‘Rock & Roll Star’, con el que coincidimos en el ascensor que subió a los invitados a la terraza del Hotel Suecia. La presencia añadida de Gabriel Sopeña -el poeta que ayudó a Loquillo en su conversión a crooner literario- estuvo acompañada de algunos de los músicos del Loco. Todos ellos parecían formar parte de un curioso rat-pack local, como el original de Las Vegas integrado por Sinatra, Dean Martin y el resto de la cuadrilla, en una imagen perfecta de ese equipo de talentos al que Loquillo se refirió en su comparecencia. El Loco habló de su habilidad para rodearse de talentos con los que poder crecer artísticamente, cual si de un entrenador de baloncesto se tratara a la hora de fichar al mejor pivot y la mejor defensa del equipo.

La gira de 40 aniversario de su carrera artística era la justificación de este nuevo lanzamiento discográfico del hombre del barcelonés barrio del Clot. También se anunció la reedición de sus dos libros de autor, además de la próxima aparición de uno más titulado «En las calles de Madrid», sobre sus experiencias vitales y artísticas en la capital a comienzos y mediados de los años 80. No escuchamos canción alguna del disco ni se habló de las fechas de la gira, pero como se puede comprobar sí que tuvimos una completa inmersión en el siempre personal modo de hacer de Loquillo. Verle tomarse unas copas en una de las azoteas más glamurosas de Madrid fue una nueva demostración de cómo planificar las cosas «siempre con elegancia», como proclamaba en una de sus canciones.

Leo Cebrián Sanz