Sinceramente, no esperábamos menos del primer disco en solitario de Luis Cruz, guitarrista de Topo desde mediados de los años 80. Este libro abierto musical que es «Rocker» lo tiene todo para contentar al seguidor del grupo de José Luis Jiménez y Lele Laina -su residencia musical desde hace décadas-, el Rock Urbano clásico en castellano e incluso la independencia del cantautor eléctrico.
Este «Rock de la clase obrera» no es Punk ni falta que le hace. Canciones como «Currar» o incluso la propia «Rocker» son una proclama en defensa del trabajo honesto desde el sentido común y el instinto de supervivencia. Frente a ellos está ese eterno «Lobo con piel de cordero» en pleno «Baile de Carnaval», dos títulos que denuncian la hipocresía de las buenas formas y los malos fines.
Otro de los argumentos ideológicos de Cruz es su defensa del medio ambiente y las causas ecologistas, con un discurso muy propio de los años 70. «Soy animal» y «Hombres del nuevo siglo» son sendas reflexiones en torno a la fragilidad del planeta y el grito sordo que denuncia su destrucción diaria y constante. En fin, nada con mayor actualidad si recordamos que hasta hace diez días hemos estado vistiendo camiseta corta para adaptarnos a este verano prolongado…
Finalmente, un par de canciones de amor tocan la fibra sensible del romanticismo sereno y entregado, fraguado con los años compartidos en la complicidad y el apoyo mutuo. «Tu destino y el mío» y «Magia pura» son unas cartas manuscritas muy personales. La segunda está firmada por Luis Cruz y Helena Sueiras, la persona que suponemos inspira esta preciosa balada y a la que además podemos escuchar en la coda final de «Pá ná», la divertida pieza instrumental que cierra la experiencia Luis Cruz.
De «Bartolo» no sabemos qué decir… Nueve de cada diez encuestados afirmarían que está dedicada a José Carlos Molina, después de que el autor de la letra hubiera soportado uno de sus habituales berrinches unas horas antes de celebrarse el festival Rocktiembre. La ironía es tan directa que en cualquier caso queda como una fiesta del sarcasmo a propósito de la vanidad del protagonista…, sea cual sea el nombre propio de éste. Para suavizar la tensión, nada como la instrumental «Gallega, celta y meiga».
El disco está coproducido por Luis Cruz y Luis Rodrigo, un apellido al que no ubicamos definitivamente hasta que vimos en las dedicatorias del álbum una cariñosa mención a Teresa Rabal y el cantautor Eduardo Rodrigo. Éste falleció hace escasos meses, por lo que en los créditos no se recoge ninguna mención a la trágica pérdida.
A propósito de Luis Rodrigo, hace unos años le vimos anunciado en una noche de música al aire libre en un camping de la zona norte de la Comunidad. Ya entonces nos gustó que el joven artista hubiera tomado las riendas de su propia trayectoria sin la tutela publicitaria de sus progenitores, sendos artistas de peso y una pareja unida por su defensa y dignificación de la música infantil, entre otras muestras de su talento para la creación musical.
Rodrigo forma parte de esa Furgoband que acompaña al maestro en directo, y a la que también se han subido el bajista Francis García, Héctor López (órganos Hammond y Rhodes en cinco de los temas) y Miguel Ferreira (batería y ocasionales coros). Todos ellos participan en el disco, pero cediendo parte de su presencia a la entrada y salida constante de invitados. En el caso de Rodrigo su participación resulta muy relevante, por cuanto se escucha su voz en distintas partes del álbum, además de tocar la guitarra, la rítmica, el bajo, el Hammond y hasta la pandereta en según qué pistas.
En cuanto a la grabación en sí, la nómina de colaboradores es de las que quita el hipo de quienes amamos y valoramos en su justa medida todo lo relativo al Rock español. Los más conocidos son el bajista Rafa J. Vegas (Rosendo) -con dos pistas-, la flautista Judith Mateo y el teclista Sergio Cisneros «Kiski «-ambos con una- y su compañero Fernando Ponce de León -antiguo componente de Mägo de Oz-, que aporta su flauta, gaita y whistle en dos composiciones.
El batería Kacho Kasal, actualmente en Burning, golpea las baquetas en tres canciones, en tanto su colega Luis García (Sobredosis, King Kong, Dr. Blues) hace lo propio en un par de ayudas. El elenco de amigos ilustres se amplía con los baterías Angie Bao, Miguel Bullido «Bulli», Ángel Crespo y David Sánchez, los bajistas Nacho García y Javi Saiz, los teclistas Mariano López y Pablo Salinas -siempre Topo, por supuesto-, el percusionista Raúl Rico y el violinista Alberto Carrero.
Por cierto, nos ha hecho mucha gracia esta antidedicatoria que figura en el libreto: «No quisiera despedirme sin hacer una mención especial a todas las marcas de guitarras, amplificadores, pedales, etc., por la falta de apoyo en toda mi carrera». Luis Cruz, genio y figura, queremos un hijo tuyo. No, mejor, un nuevo disco en solitario que no tarde treinta años.
Leo Cebrián Sanz
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