Antes de que el tema se pusiera de moda como recurso argumental para todo tipo de documentales y ficciones, la editorial catalana Quarentena Ediciones se marcó un tanto con la publicación de un cómic sobre el Inner Circle. Esta historia real sobre los inicios del Black Metal y su consecuente deriva criminal en torno a la escena noruega del género formó parte de su colección “Mitos del Rock”, una serie sobre “Biografías gráficas de grandes bandas de Rock”.

El mini-álbum ilustrado de unas 125 páginas era obra del guionista Machison y el dibujante M.C. Carper, cuyo libro se adaptó al castellano en esta obra fechada en España en noviembre de 2009. La traductora de los textos fue Inma Acosta, documentalista de Off the Record, quien además elaboró un prólogo sobre la naturaleza de esta parte radical del Metal Extremo. Aunque el movimiento artístico tenía un origen estrictamente musical, pronto derivó en toda una visión filosófica del mundo, muy cercana al nihilismo. Para algunos, una secta; para otros, unos visionarios; para casi todos, jóvenes del primer mundo buscándose problemas en una fantasía de autodestrucción y violencia selectiva.

El subtítulo de la obra era “Los Señores del Caos” y en ella se reflejaban los episodios más impactantes de la locura desatada durante aquellos primeros años 90, como la quema de iglesias, el suicidio de Dead o la muerte de Euronymous a manos de Vikernes. La trama se abría a episodios cercanos al gore y a un tremendismo gráfico cercano al erotismo y el terror fantástico, sobre un retrato lúgubre de la ciudad de Oslo y algunos de los opresivos ambientes por los que se movía toda la cuadrilla blacker.

En ‘Inner Circle’ hay incluso ciertos elementos de esa novela negra nórdica que tanto éxito tendría apenas unos años después, con policías que tratan de resolver los casos provocados por los elementos más enloquecidos de esta especie de logia sociomusical. Se reproducen traducidas y en versión original algunas de las letras escritas por los gurús musicales del movimiento, mientras  Carper opta por una estética feísta en blanco y negro, con la que mezcla realidad y fantasía en una pesadilla casi onírica.

Leo Cebrián Sanz