Las convenciones de fans en torno a artistas o grupos admirados no son muy comunes en España, por lo que durante unos minutos quisimos estar presentes en una de las dos convocatorias organizadas por Pablo Selma para presentar su libro “Triana. A través del aire” el pasado fin de semana en Madrid. Esta obra definitiva sobre el grupo sevillano responde al subtítulo de “El origen y la esencia del grupo andaluz más universal” y ha sido editado por Almuzara.
El ensayo ha coincidido en el tiempo con la reedición de un libro similar de Luis Clemente. Háganos caso y adquiera el de Selma si tiene que decantarse por uno de las dos, ya que se trata de un estudio profundísimo sobre los antecedentes, hechos sucedidos y consecuentes del trío formado por Jesús de la Rosa, Eduardo Rodríguez Rodway y Juan José Palacios “Tele”. Está escrito con la pasión propia del amante de su música, pero también con el rigor propio de un estudio universitario.
Hace un par de años conocimos a Selma cuando la enciclopedia sobre el Heavy Metal incluyó un volumen escrito por él sobre Barón Rojo y ya por entonces nos alegramos de que un nuevo autor de ensayística musical valorase así a nuestros grupos y estilos más autóctonos. Su estudio de la vida y obra de Triana refrenda aquella primera impresión, más aún cuando Pablo trabaja la promoción de sus títulos a golpe de “pico y pala”.
El viernes 22 y sábado 23 se reunió desde las nueve de la noche con un selecto grupo de seguidores y seguidoras de Triana en la cafetería Río Azul, un pequeño bar situado muy cerca de la Ermita de San Antonio de la Florida, en Madrid. Allí explicó al público presente la génesis de su biografía, que por cierto ha sido refrendada por Rodway, único componente vivo de la formación y el heroico luchador que vela por la dignidad de Triana en su incansable campaña de denuncia del uso fraudulento del nombre.
Selma atendió también las preguntas y comentarios de la reducida pero apasionada audiencia, que escuchó sus explicaciones en un atento silencio mientras de vez en cuando miraban algunos de los pequeños cuadros con fotografías de Triana que ilustraban la charla desde las paredes. Una fórmula cercana y casi íntima, que nos sirvió de refugio cultural y nos ayudó a combatir el frío que empezaba a calar en la ciudad.
Leo Cebrián Sanz