Hace unos meses, LosMejoresRock.com pudo haber entrevistado a Camilo Sesto. Fue una idea que surgió de manera espontánea cuando tuvimos la oportunidad de conocer a Pepe Herrero. El guitarrista, productor, director de orquesta y mil facetas laborales más se había encargado de «Camilo Sinfónico», el último intento de la industria por reivindicar y recuperar el legado del músico fallecido durante este fin de semana. Herrero hablaba con mucho respeto y cariño del solista, al que había tenido la oportunidad de conocer muy de cerca en sus luces y sombras profesionales.

Aquella conversación con Camilo quedó en el aire con una premisa clara: hablar con él exclusivamente de su vinculación al Rock y el Pop de los años 60 y 70. Porque frente a quienes ridiculizan su figura pública o reducen su obra a una anécdota como «Mola mazo», hay que recordar que su aportación puntual a la evolución de la música popular contemporánea en España fue en algunos momentos muy relevante.

Camilo comenzó su carrera artística con Los Botines, una de esas formaciones de los años 60 que vivió de lleno la primera revolución juvenil musical en nuestro país. El vocalista se había estrenado con Los Daysons y en Madrid entró en uno de los conjuntos más populares del momento. Los Botines tuvieron la suerte de participar en 1966 en una película protagonizada por Miguel Ríos, la indescriptible «Hamelín», pero Camilo ya despuntaba como guapo y carismático y un año después formó parte del elenco de «Los chicos del PREU».

Sin ser consciente de ello, el joven «melenudo» representaba en el largometraje uno de los papeles que mejor definían la relación de la sociedad española del momento con los nuevos movimientos culturales. Poco se puede añadir a los desternillantes diálogos de José Luis López Vázquez, Margot Cottens, Rafaela Aparicio… y ese díscolo Lolo que sólo quiere tocar la guitarra.

Abandonado definitivamente el formato de grupo para asumir su nueva encarnación solista, Camilo Sesto iniciaría la década triunfando de manera aplastante como baladista. Sin embargo, la gran diferencia con otros colegas de lo melódico residía en que Camilo era autor de muchas de sus canciones, que ocasionalmente compartía con otros compositores. Sus grandes años de popularidad no saciaron sus ganas de seguir indagando en nuevas opciones creativas, como no tardaría en demostrar en un terreno por completo ajeno a su trayectoria artística: el teatro musical.

Camilo había visto ‘Jesuchrist Superstar’ en su versión original y había quedado fascinado con la Ópera-Rock, así que no dudó en ejercer de empresario y montar la adaptación al castellano para su estreno en Madrid. Todo esa gesta está retratada perfectamente en el documental «Jesucristo Superstar: un hito en la historia del musical español», de Marta G. Sarabia. El disco doble fue difundido en su totalidad hace algunas semanas en sendas ediciones del programa «Discópolis», de José Miguel López en Radio 3, cuya escucha recomendamos para poner en valor la valentía de su promotor y protagonista vocal e interpretativo.

 

Camilo aguantó con gallardía la campaña de acoso y derribo a que fue sometido por la ultraderecha católica del tardofranquismo. Las fuerzas vivas y más reaccionarias de la iglesia tildaron la obra de blasfema y provocadora, mientras determinados resortes de la oficialidad hacían todo lo posible por dificultar la carrera comercial del musical. Para colmo, Franco agonizaba en el Hospital de La Paz y el país entero se sumía en la incertidumbre. En marzo de 1976 caía por última vez el telón en el madrileño Teatro Monumental, donde por cierto se recibieron varias amenazas de bomba.

Sólo por esa audacia y ese arrojo Camilo Sesto ya merecería la consideración y el aprecio del mundo del Rock. El alicantino se volcó en la experiencia, bordando el papel del Mesías y alcanzando su mayor cota de calidad artística y vocal. No es casualidad que Leo Jiménez asumiera su rol en algunas de las funciones que precedieron al documental citado. Voces grandes de la música en castellano… hagan Rock o hagan balada, todas son bienvenidas y todas deben ser reconocidas.

Leo Cebrián Sanz

(Artículo publicado el 9 de septiembre de 2019).