A cuadros me quedé cuando me entregaron este libro de viajes tan particular. Lo primero que me llamó la atención en la portada fue la imagen de una calavera con gafas RayBan, cuyo bocadillo se preguntaba: “¿Qué hago yo aquí?”. Manel Prades Artigas, que es quien está detrás de esta autoedición, es un Heavy de la vieja escuela, que un buen día sintió la llamada del Camino de Santiago y quiso plasmar su experiencia en un divertidísimo ensayo sobre la ruta vivida.

“Siete días buscando el camino”… “Y siete canciones para entenderlo”, según afirma su subtítulo. ¿Uno más sobre la redención personal de la vía jacobea? Pues no, simplemente un relato sincero sobre lo vivido durante una semana de caminata entre la localidad francesa de Sant Pied de Port y Logroño, la capital riojana. Manel anda solo o en compañía de algunos peregrinos con los que coincide, pero toma sus decisiones de parar o continuar cuando el cuerpo le responde y la mente se lo pide.  

Cuando llega la noche -o incluso cuando tiene tiempo sobrante-, Manuel busca las referencias locales que apuntan a su pasado, como las tiendas de discos o bares que un día frecuentó. Se toma sus cervezas y socializa con los rockeros de la zona, mientras llena de argumentos su cabeza para volcarlos en el papel durante la madrugada en el albergue de turno. Busquen un mapa y señalen los restantes puntos de referencia por si quieren replicar la “ruta Prades”: Roncesvalles-Zubiri, Zubiri-Pamplona, Pamplona-Puente la Reina, Puente la Reina-Estella, Estella-Los  Arcos y Los Arcos-Logroño.

Al final de cada etapa, una canción que resume la catarsis de la jornada, con su correspondiente comentario: “Un camino”, de Perversión -banda a la que perteneció el propio Manel-, “Barrio conflictivo” -Barricada-, “No me rindo” -Tigres-, “Hierro a fondo” -El Sueño Eterno-, “Ella” -Ñu-, “Juego sucio” -Obús- y “Corazón de Heavy Metal” -Lujuria-. El autor introduce su peripecia con dos capítulos a modo de prólogo: “Vamos a ponernos en situación” y “Un poquito de historia (o cuento chino)”. Cada entrega incluye fotos del autor que reflejan algunos de los paisajes o fetiches más impactantes que se va encontrando en su paseo, dejando para el final una selección de 41 páginas con imágenes a color de esta intensa aventura personal.

Conocimos en persona a Manel durante la primera parte de la gira catalana de “Ellas son Eléctricas” y nos pareció un tipo estupendo, del que ya sabíamos por su faceta de artesano rockero. Prades es quien fabrica las “manos cornudas” que tan populares han hecho las entregas de premios de la revista “Heavy-Rock”. El lugar del encuentro fue el bar musical Minoría Absoluta, en la localidad de Vilafranca del Penedès, durante la proyección y posterior coloquio organizado sobre el documental. Joan Oliver fue quien nos presentó a este nuevo escritor vinculado al mundo del Metal.

Leo Cebrián Sanz