Durante su visita a Madrid junto a los navarros Sparto, el «agitador discográfico» Pako Mate nos mostró parte de la nueva generación del Metal mexicano que consideraba más interesante y atractiva. Uno de los grupos de los que nos pasó CD fue The Ripper, una banda de Heavy Metal absolutamente ortodoxo, que desde su propio nombre deja claras sus intenciones. La palabra ‘Speed’ asoma en algún punto de su promoción en redes, pero personalmente ni la vemos tan clara… ni de hecho la necesitan.

La formación está integrada por rostros que denotan una clara juventud y lozanía: Mr. Banshee (voces), Moy Hellripper (guitarras), Diego Bassbreaker (bajo) y Gus Helldrums (batería). En los créditos de su álbum de debut, los cuatro dan las gracias a algunos de los apóstoles de la música con la que crecimos: Deep Purple, Iron Maiden, Judas Priest y Lemmy (Mötorhead).

Dos de los ocho canciones de su estreno discográfico están interpretadas en castellano («Carroñero» y ‘Rock n Roll y Heavy Metal’), mientras que el resto opta por el inglés, incluyendo el tema que da nombre a la formación. Este ‘Hell Rising’ publicado a finales de 2018 nos recuerda mucho a esa corriente de reivindicación del Metal retro o vintage, que tanto juego ha dado en la última década a los clubes musicales especializados en este estilo.

Los riffs clásicos, las estructuras que nunca fallan y unas maravillosas voces agudas cual filo de hacha son algunos de los patrones de este grupo, que reza cada noche a los clásicos antes de irse a dormir. El trabajo de The Ripper honra con absoluta dignidad a sus referentes desde 2012, año de su creación. Incluso nos recuerdan muy favorablemente a nombres del Heavy español de los 80, como Ángeles del Infierno o Rosa Negra. Es como si hubiéramos encontrado en la bodega la botella de vino de una valiosa añada, que al ser abierta no hubiera perdido ninguna de sus virtudes al paladar.

Leo Cebrián Sanz