El Festival Viñarock, el primero de la temporada a efectos de la música que tratamos en esta web, arrancó el jueves 27 de abril con una jornada reducida de bienvenida para quienes quisieron vivir las emociones del evento desde el minuto uno. Un día después llegó el grueso del público, que disfrutó de la jornada inicial de un total de tres completas de música en directo. Tal y como hicimos el pasado año, este medio cuenta con imágenes exclusivas de buena parte de lo sucedido en los distintos escenarios del gran acontecimiento manchego de la música en directo. Lo que hoy ofrecemos es sólo una muestra, pero muy significativa de lo que se pudo vivir y disfrutar en tierras albaceteñas.

Una de las primeras sorpresas la dio una banda Punk de la localidad de Villarrobledo: Ratizida, que divirtió a la audiencia más madrugadora. Desde las cuatro y media de la tarde, la muchachada bailó a los sones de divertidos himnos como este ”No quiero tocar en una rave”, que ojalá llegara a los oídos del cercano campamento «anti-Viña» que año tras año tortura a los/las habituales del acontecimiento.

Justo a esa misma hora se subieron a uno de los escenarios grandes los catalanes Buhos, todo un fenómeno popular en su territorio natal y de algún modo la renovación que La Pegatina está pidiendo a gritos una vez alcanzado este grupo la primera división del negocio. El medley de tres de sus temas emblemáticos, dos en su lengua vernácula y uno en castellano, sorprende por su capacidad de entretenimiento y diversión.

Este tramo inicial caracterizado por el desenfado se bañó en las cervezas de los hinchables que portan los monjes de Lèpoka. El Folk-Rock de “Yo controlo” celebra el nombre de su gira: “10 años controlando”, con el público rendido a la alegría de lo celta y metalero.

Cuando El Niño de la Hipoteka tomó el micrófono ya eran miles las personas que tomaban sitio para lo que habría de llegar más tarde. Uno de los alicientes inmediatos era la actuación de La Fuga, una banda que vuelve a remontar tras la marcha de su vocalista Razkin, artista que por cierto actuó el pasado año en estos mismos pagos.

Otro de los atractivos del cartel eran los vizcaínos Parabellum, formación de culto donde las haya dentro del Punk-Rock norteño. Regresaron a la actualidad en 2017 y sorprende su buena forma y la permanente actitud provocadora de su cantante Josu, al que impresiona ver desprenderse de la máscara con la que comienza a interpretar su tema “Arráncame el bozal”.

Otro veterano con carisma a raudales es Josetxu, de esa banda Piperrak que hace unos años vio convertido su emblemático “Kualquier día” en todo un himno tardío para generaciones posteriores a la suya. Su tema “OVNI (Objeto Verde Nada Inteligente)” dio mucho que hablar por su ataque directo a la Guarda Civil, lo que provocó un conflicto directo con su discográfica El Dromedario Records.

Durante la interpretación de “Demokrazia” se produjo el momento más emotivo del festival, cuando una espectadora en silla de ruedas fue desplazada por varias personas hasta la parte delantera del auditorio. La imagen es parecida a la inmortalizada en el Resurrection Fest de 2019.

La gira de despedida de Barón Rojo, que sigue sin serlo realmente, congregó a gran número de curiosos y curiosas. Además de clásicos de la talla de “Cuerdas de acero”, el repertorio incluyó “El presidente”, un tema que ha resultado prácticamente imposible  escuchar durante las últimas décadas de su “vuelo”.

¿Dejarán alguna vez de tocar en el Viñarock los madrileños Boikot? No parece probable -ni tampoco hacemos votos para ello-, por cuanto su romance con ese horario de incipiente madrugada es consustancial a este puente musical de 1 de mayo (y el consecutivo Día de la Comunidad de Madrid para vecinos de la capital como ellos). Muchos y muchas lo ven por las pantallas digitales de vídeo dada la muchedumbre que concita su presencia, pero por fortuna las emociones siguen siendo analógicas.

Dejamos para el final de esta primera crónica de lo sucedido en el último Viñarock el recital de Smoking Souls, una de esas cuadrillas musicales que arrasan en la Comunidad Valenciana cantando en su lengua de referencia y que siempre tienen un hueco en la programación de la localidad albaceteña. Muchos abonos del festival se venden en esta parte del país, por lo que siempre conviene contentar a ese 20% de la clientela -y hasta nos quedamos cortos-.