Música de altura la de este apellido tan común en nuestro país, cuyo titular ha elaborado un álbum ambicioso de Classic Rock y sonido universal. A ello ha contribuido sin duda la larga nómina de colaboradores en distintas partes del planeta, para una lista que precisa de chinchetas en el mapamundi: Javea y Vergel (Alicante), Valencia, Londres (Reino Unido), Hamburgo (Alemania), California (Estados Unidos), Buenos Aires (Argentina), Cachoeiro de Itapermirim (Brasil) y Melbourne (Australia).

El trabajo colectivo de los doce implicados -uno más con Rodriguez como compositor único, productor y mezclador-, ha dado como resultado una selección internacional de intérpretes e instrumentistas de primera línea: Andy Wood (cantante), Simon Phillips (batería y percusión -Toto, entre muchos otros nombres-), Ronnie Silveira (percusión), Darrell Leonard (trompetas), Cecilia García (violines y viola), Lucas Argomedo (cello), Claire Virginia (segundas voces y coro), Chuck Fresh (voz superpuesta o sobrevoz), Ros Woodham (coros), Kirine (“cantos místicos y angelicales”) y Pablo Torres (¡“maniobras orquestales en la oscuridad”!). Rodriguez dirige la orquesta desde su posición de factotum absoluto, al ocuparse también de las guitarras y los bajos, el piano Hammond, los sintetizadores y el resto de las voces.  

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Rodriguez puede sonar a Pink Floyd, Marillion o Magnum, pero también a Queen, Supertramp, Boston, Thin Lizzy o Accept, es decir, prácticamente a lo que dé la gana dentro de un abanico de Hard Rock y Hard Melódico de exquisito acabado. La riqueza de matices convierte el álbum en una auténtica delicatessen, desgranada generosamente en sus once pistas -incluyendo la instrumental ‘Overture to Atlantis’ a modo de ‘Prelude’-. La música clásica también asoma con su sombra alargada, que se confunde en un bosque de influencias superpuestas pero nunca mezcladas, con copas de árboles de AOR y Rock Progresivo y/o Sinfónico.

El carácter conceptual de ‘Atlantis’ se reafirma con la apostilla o subtítulo que acompaña a cada una de las composiciones grabadas, cuya trama se desarrolla mediante unas letras que incluyen narraciones (la extensa ‘A force within’) e interludios (‘A new day just begin’). La conclusiva ‘The secret’ revela su contenido en siete minutos y medio de delicadas armonías y vericuetos muy compensados, que suena incluso a las escalas de Don Dokken pero sobre todo a las envolventes composiciones de UFO, Michael Schenker Group o los Deep Purple de su regreso con ‘Perfect Strangers’. Rodriguez incluso se reserva la bala en la recámara de un tema de impacto comercial muy directo, como es el single ‘A land free from war’.

Leo Cebrián Sanz