El pasado viernes 28 de octubre tuvo lugar en la madrileña sala Copérnico la presentación del nuevo y segundo disco de Pistol Packin’ Mama. Tras escuchar la canción popularizada por Bing Crosby que da nombre al grupo, el octeto (¡ocho sobre el escenario!) desplegó un show de apasionada música antigua, entendida ésta como una clase maestra de Rock & Roll de los 50, Rockabilly y Rhythm and Blues acelerado y bailable.

Horas antes de su actuación había fallecido Jerry Lee Lewis y unos días antes lo había hecho Robert Gordon, así que fue una buena oportunidad para que los seguidores del Rock de primera generación homenajeáramos a los referentes del estilo con esta hora y cuarto de intensa música de guitarras (seis y cuatro cuerdas), piano y sección de vientos (trompeta, saxofón y trombón). Ha habido cambios en la formación y por momentos parece que se trata de otra banda, ya que han relajado su código de vestimenta y ahora lucen más eclécticos y contemporáneos.

Su cantante Hugo Ventura se quitó la cazadora de flecos para agarrar un par de baquetas y sumarse al batería en una transición instrumental que propiciaba este tipo de interacción. Más tarde haría la propio con una pandereta, mientras una a una iban cayendo las canciones de su debut en flamance LP y CD -‘Wild Time’ (2019)- y su nuevo compacto: ‘Dumpster Diving’, de la que por supuesto sonaron los seis adelantos digitales: ‘I can hear you singing all night long’, ‘How you make me feel’ / ‘I’m lost without you’, ‘Keep it simple’, la balada ‘I’m home’ (con el vocalista acompañado únicamente del guitarrista Joss Cortez) y ‘Music industry sax’.

Los bises fueron sendas versiones, una de ellas ‘Tutti frutti y la otra un ‘Twist and shout’ de The Beatles coreada por todas esas personas que llevaban camisetas blancas de la banda con el motivo central de la portada de su nuevo disco. EL CD estaba disponible en el puesto de venta desde el que Hugo y su gente atendieron a sus familiares, amistades, medios y público curioso con ganas de ver una apuesta distinta por completo a cualquier otra oferta de la noche madrileña de directos.   

La única nota divergente de la noche hay que achacársela a la sala Copérnico, que flojeó como pocas veces en el tema de la iluminación e incluso la sonorización de algunos instrumentos o la propia voz. Cómo echamos de menos la antigua decoración de la sala, convertida ahora en una fría discoteca de diseño funcional, que entre otras cosas parece haber perdido parte de su competencia técnica de antaño.

Leo Cebrián Sanz