Los grandes festivales nacen cuando, entre otras cosas, la tecnología lo permite, pero también como un acto de convivencia entre gentes que disfrutaban con la música que se hacía y porque los músicos querían participar de esa experiencia. Así, el festival de Monterrey en San Francisco está considerado como el alma mater de estos festivales y se organizó de acuerdo a la forma de vida que se estaba implantando. Uno de los objetivos de la sociedad era la colaboración entre todos para sacar objetivos adelante y en contra de toda acción capitalista y de enriquecimiento de unos pocos. De esta manera, en este acontecimiento que marcó el camino a seguir los músicos no cobraron y se unieron a la fiesta y a la forma de vida de una comunidad.

Pues bien… Existe un pueblo de Jaén, Torreperogil, que cuenta con uno de los grandes festivales de Blues de este país, que tiene una historia muy interesante alrededor de él y que quisiera compartir con vosotros y animaros a que lo visitéis; además y aprovechando el viaje, podéis hacer turismo cultural y de naturaleza por sus cercanos alrededores, ya que el pueblo tiene un enclave privilegiado.

Todo comenzó hace 25 años, cuando Juan Francisco Peláez “Frank” decidió que había que dar el paso de montar un festival y así lo hizo, y curiosamente siguió las pautas de esos festivales primigenios. Para entender cómo se metió en esto, hay que conocer un poco a Frank y aunque es muy complejo describir a alguien con su personalidad, voy a intentar acercároslo un poco.

A primera vista parecía un hombre perdido en su mundo y, para qué nos vamos a engañar, de los que no sabe hacer la “o” con un canuto (para entendernos, era considerado el bicho raro del pueblo). Pero nada más lejos de la realidad; era muy inteligente, culto, amigable, con una dialéctica entre la retranca manchega -era manchego de nacimiento- y la ironía andaluza -andaluz de adopción-. Siempre estaba dispuesto a recibirte en su casa con un disco en el tocadiscos para una buena y animada conversación con un té en la mano. Si era verano en el patio y si era invierno junto a la chimenea.

Honesto. Fijaos hasta dónde llegaba su honestidad que, cuando se agobiaba en su trabajo como maestro, se pedía un mes sin sueldo para irse, generalmente a Londres, donde también tenía muchos amigos. Y no lo hacía como lo harían la mayoría de los pícaros habitantes de nuestro país, que a buen seguro recurrirían a una falsa enfermedad para seguir cobrando. En definitiva, un hombre humilde, cercano y siempre dispuesto a echar una mano.

Con este perfil se decidió a organizar su primer festival en 1999, al que bautizó como “Boina Blues Festival” y todo de manera artesanal. No quería apoyo de grandes instituciones ni marcas para que no alterasen su filosofía de vida sencilla y totalmente integrada. A algunos amigos nos encargó determinadas haciendas, como hacer el cartel o las pegadas de los mismos por diferentes localidades, grabar el CD promocional…

Pero a este primer festival acudieron como cabeza de cartel y único concierto en España en ese año nada más y nada menos que The Animals. Y lo mejor fue que como eran amigos suyos, de sus viajes a Londres, durante unos días se vinieron a hospedarse en su casa, donde fueron agasajados con la típica comida española. Ni que decir tiene que no cobraron, solamente se les pagó el viaje. A esta banda la acompañaron otras como teloneras. Comenzaron los Animals a tocar y después de más de dos horas aquello no parecía tener fin, estaban totalmente entregados.

Y los “Boina” continuaron sucediéndose un año tras otro organizados siempre de la misma forma, que era la siguiente: el festival se gesta y organiza en el bar Doble Cero más conocido por “farfolla” o “farfo” (mote por el que se conoce a Paco, su dueño).

Con todo ya organizado, de aquí se pasaba al festival propiamente dicho, que se ha celebrado en distintas ubicaciones: campo de fútbol de Torreperogil, plaza de toros de Úbeda en 2001 con motivo de la visita de Randy Hansen, Parque de los Pinos y el que más continuidad tiene y que podríamos denominar como la sede oficial: el impresionante y espectacular auditorio de las Torres Oscuras.

También hay determinados conciertos que se celebran en el bar “farfolla”, de manera que durante el festival este local sigue siendo un punto de encuentro entre las gentes que acuden al mismo. Cuando termina el festival, el cierre definitivo también se hace en el propio bar, donde de nuevo comienza el ciclo para el próximo.

A lo largo de los años, la organización ha continuado haciéndolo de esta manera y siempre con el mismo denominador común de su creación: pensar en un festival para, con y por la gente que acude a verlo y disfrutarlo en cada nueva edición. Pero a finales de 2007 Frank inició un viaje sin retorno. Le gustaba mucho viajar y conocer culturas diferentes, aunque nunca nos ha dejado del todo porque su presencia es evidente en las gentes que tuvimos la suerte de convivir con él y en los que no lo han conocido personalmente.

A partir de 2008 el festival cambió de nombre y pasó a denominarse Frank Rock and Blues Festival porque sus ayudantes apostaron por no perderlo e intentar mantener su filosofía de festival. Aunque evidentemente no puede ser exactamente igual, ahí sigue “el Frank”, cada vez con más presencia y siempre a mediados de agosto en un marco incomparable que os animo a conocer. Disfrutaréis de la mejor música rock & blues en un ambiente inmejorable y… ¿por qué no?, tal vez notéis que nuestro gran amigo, nuestro hermano Frank, nos acompaña siempre por estos lugares y en estas fechas.

Como podéis ver, una persona que hizo una gran aportación a la cultura en general y a la de Torreperogil en particular, a quien se miraba raro por su forma de ser y que a la vez coincide plenamente con la forma de entender y vivir la vida que formulaban los miembros de la generación Beat primero, los hippies después y todos los movimientos sociales de los tiempos primigenios de la cultura rock. No hace falta irse a los festivales enormes llenos de patrocinadores imponiendo sus condicionantes. Hay que procurar mantener toda la libertad que se pueda en estos tiempos y no tragar con todo lo que se nos quiere imponer para mantener la cultura y la honestidad dentro de esta sociedad materialista, consumista, aborregada y deshumanizada.

Miguel Luis Carrasco Ramo