El futuro del Rock étnico en Andalucía, también conocido como Rock Andaluz, no está desde luego en bochornosos festivales como el que va a reunir en Madrid a Raimundo Amador, Medina Azahara… y los falsos Triana. Ignorando nuevamente los deseos del único superviviente de la formación original de los autores de «Sombra y luz», Manuel Martínez y compañía vuelven a encabezar un evento que mancilla el buen nombre de ese trío que tantos «jurdeles» les ha proporcionado con las versiones de algunos de sus éxitos. A su vez, el guitarrista figuró en el homenaje cinematográfico «Todo es de color», por lo que tampoco hay quien entienda la felonía de traicionar la voluntad de Eduardo Rodríguez Rodway.
Completado el desahogo, cambio de tercio y ocupémonos ya de la nueva sensación del Rock aflamencado con tintes metaleros. Fausto Taranto recuerda en gran medida la unión de Lagartija Nick con Enrique Morente, pero también aporta su propia cosecha de mezcolanza y, como decía Pata Negra, «inspiración y locura».
Su fulgurante debut de 2015 fue «El Círculo Primitivo», al que dos años después siguió «El Reflejo del Espanto». En este nuevo repertorio de diez temas los arreglos autóctonos se han depurado, incluyendo de nuevo el taconeo de una bailaora flamenca, como prueba definitiva de su apego a la tierra que les vio nacer a la hora de actualizar el sonido de una cultura milenaria.
Esta peña flamenco-metalera de Granada está integrada por Ismael de la Torre (voz), Paco Luque y Quini Valdivia (guitarras), Miguel Martínez (bajo) y Adrián Barros (batería). Luque y Quini son miembros destacados de los siempre desconcertantes y geniales Hora Zulú, por lo que mucho de Fausto Taranto bebe de su exposición permanente al riesgo y la experimentación. Otros músicos implicados en su momento fueron Alberto Pinto, Chico Nar y Ernesto Cabello.
La portada de su última grabación parece un cuadro de Julio Romero de Torres y en su interior sonoro esconde una severidad acorde con la intención estética. Las letras acompañan el dramatismo de las composiciones, sin que por ello pequen de excesivas o crípticas. En realidad, la experiencia Fausto Taranto es global y, como se suele decir ahora, «orgánica». Resulta aconsejable acercarse a ella con el interés de un avezado musicólogo, pero también con la seguridad de que algunas de las sensaciones que proporciona el Metal están más que garantizadas.
Toda una paradoja que los medios hipsters hayan clavado su rodilla ante la fusión de Toundra y El Niño de Elche, al mismo tiempo que pasaban por alto este valiosísimo proyecto de mestizaje puro. Pero como suele suceder con los grupos andaluces, su promoción suele ser tan local que difícilmente se enteran los críticos de Madrid, que por desgracia al final son los que dicen por donde van o no las tendencias…
Leo Cebrián Sanz
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