José Luis Rodríguez Morcuende lo ha vuelto a hacer…, nos ha vuelto a sorprender con sus originales propuestas artísticas, en las que no caben las ataduras ni los «a priori». Justo al mismo mes que el gran guitarrista Carlos Santana ha publicado un disco titulado ‘África Speaks’, el músico madrileño  se descuelga con su propia «Pequeña Sinfonía Africana», un canto de humanidad y humanismo hacia el continente negro, tan poco de actualidad salvo cuando de contabilizar los muertos de su emigración forzosa se trata.

Precisamente es este el argumento que pone en marcha la obra de Isthar con una introducción instrumental titulada «Más allá del estrecho». La posterior «Un bosque artificial» parece el relato de un migrante en su odisea viajera en pos de una vida mejor. Y decimos parece porque los textos de Morcuende se prestan a múltiples interpretaciones vinculadas a la experiencia personal de cada lector u oyente. Para quien esto suscribe, existe un componente ecologista muy marcado en varias partes del disco, con una visión global de amor a la Tierra que llama poderosamente la atención. Esta visión conjunta del ser humano y el planeta que habita caminan de la mano en una misma interpretación de la realidad, casi religiosa en algunos casos cuando no de una fuerte espiritualidad.

La duración de las piezas dibuja inicialmente una curva ascendente, desde la convencional de la primera a los casi ocho minutos de su consecuente y los once de la posterior «Africa». Esta composición de marcado carácter étnico antecede a «No hay dos sin tres» y «Cacería a un ser humano», dos temas de casi seis y siete minutos respectivamente, que culminan la primera parte de esta ambiciosa obra. En «Cacería…» es José Luis quien recita la práctica totalidad del texto. «África» volverá a aparecer al final del repertorio, aunque en una versión corta de extensión más medida (04′ 44″).

La «Pequeña Sinfonía Africana» como tal consta de cuatro movimientos, nuevamente generosos en tiempo de desarrollo. Los tres primeros son instrumentales, estando dividido el segundo en cinco partes: Mediterráneo / Sentimientos / Nostalgia / Supervivencia / Renacimiento. Morcuende introduce cada elemento con el enunciado de su título. El cuarto movimiento tiene letra y comienza con un párrafo que define a la perfección la intención crítica del proyecto: «Clamo al cielo y pido ayuda / por el mal olor del aire / producido por los miles de cadáveres / que se pudren en las calles de África».

 

En toda esta lluvia generosa de creatividad hay espacio para el Rock Progresivo y Sinfónico, el Hard-Rock, el Jazz, la experimentación instrumental e incluso se diría que algo de buscada improvisación en el estudio, donde quién sabe si se ha dejado que fluya libre la inspiración. Desde luego, una forma poco habitual de libre creación en pleno 2019, que remite directamente a los primeros años 70 como patrón de expresión musical. No hay límite para el torrente musical de Isthar, que puede presumir de atreverse a desafiar las leyes del mercado con un producto de una exquisitez manifiesta. Singularidad consciente, pero con resultados interesantes, que es lo que al final prevalece.

El disco fue grabado entre noviembre de 2016 y febrero del presente año, por lo que se trata de una obra de lenta elaboración, madurada entre otros proyectos simultáneos (libros, discos…) hasta que a la postre ha podido culminar su propio destino autoral. Lo ha editado Rock CD y está disponible en las redes sociales de Morcuende (joseluisrodriguez114@gmail.com), las habituales plataformas digitales, la tienda de venta postal La Casa del Disco y el Facebook de Isthar.

Nunca es fácil saber dónde empieza Morcuende y dónde termina Isthar, pero esta vez su alter-ago musical es el que firma este álbum, en el que fundamentalmente le han acompañado los guitarristas Charly García y Óscar García Morena. Por su parte, José Luis ha cantado, grabado las pistas de los coros y tocado también la guitarra y el bajo. Los tres citados son quienes figuran en las imágenes del libreto. Otros titulares para la ocasión que nos ocupa han sido el batería Anto Fernández, el percusionista Álex Rodríguez, el clarinetista José Antonio Muñoz y la voz en solitario de Isabel Moreno, también en funciones de corista.

Capítulo aparte merece la presencia de Juan Olmos, técnico de sonido además de productor del disco junto a Morcuende, que en alguna de las canciones ha aportado su voz y tocado los teclados. El propio José Luis se ha encargado del diseño del álbum junto a Daniel Rodríguez, por lo que una vez más podemos hablar de una obra de intransferible cariz personal.

Leo Cebrián Sanz