No sé yo qué empeño le ponen algunos y algunas en hablar maravillas de un grupo como Airbourne cuando en estas tierras tenemos a la infalible cuadrilla de Rockbender. Me cambio de bando, ya te lo digo. El pasado sábado 2 de diciembre actuaron en la sala El Perro de la Parte de Atrás del Coche y nos dejaron patidifusos a quienes no conocíamos su apuesta en directo.  

Hacía bastante tiempo que no nos lo pasábamos tan bien con esta hora de diversión continua, que cualquiera puede disfrutar si en algún momento ha amado el sonido de AC/DC. Y es que para qué negarlo: hasta los trucos escénicos y de entretenimiento de Rockbender son claramente los aprendidos de los maestros australianos. Desde el lanzamiento de billetes -o eso nos parecieron- hasta el paseo que su guitarrista Alberto -torso al descubierto- se dio por la sala sobre los hombros del bajista Álex, el quinteto valenciano disfruta del mimetismo con la banda referente hasta hacerlo suyo y convertirlo en marchamo personal.     

Uno de los momentos álgidos de la noche fue la colaboración de la vocalista Eloísa de Castro en el adictivo “Hay una solución”, que es justo el título de su último disco y una prueba de fuego superada perfectamente por la intérprete lírica, que sorprendió con su aportación a un estilo tan diferente del que le es natural. Y antes, durante y después, la retahíla de sabios consejos que Rockbender nos ha dado a lo largo de la aún breve discografía de dos álbumes editados: “Sube el volumen”, “Ponme de beber”, “Llena mi jarra” y… “Hoy toca ensayar” -lean las máximas una tras otras e imagínense al cuarteto en su local-. El cantante y guitarrista de la banda Rēptile, Daniel Fernández, les echó una mano vocal en «Llena…», aunque “No hay dolor” no contó esta vez con la colaboración de Carlos Escobedo, que sí grabó en el estudio.

El vocalista Belo se fue a por una botella de whisky y repartió el líquido sobre el gaznate de sus compadres, además de compartirlo con una audiencia sedienta de cerveza o cualquier tipo de aguardiente tras tanta referencia a la ingesta de alcohol. También hubo un ocasional y democrático pase de micrófono abierto para quien quiso corear los estribillos de Rockbender, que son prácticamente todos los de sus canciones, que van al grano y a degüello. Desde luego, tienen un maestro de ceremonias con tantas tablas, que hasta quien no conozca su propuesta va a salir encantado de la implicación que contagian al público, ya sea afín o ajeno.

Los teloneros del espectáculo fueron Air Marshals, que se quedaron a apoyar a sus compañeros y cuya bajista Marisa estuvo dándolo todo en la primera fila de esa acogedora cueva que es El Perro… Como pueden intuir, una auténtica fiesta de amigos en un “sábado a la noche” del atestado centro de Madrid en pleno mes de diciembre.

Leo Cebrián Sanz